El debate se centra en la realidad de los EEUU, pero es aplicable a nuestro medio. Lejos quedan los tiempos en los que era excepcional que atendiéramos en nuestras consultas a personas nacidas en otros continentes. Ello nos obliga a tener en cuenta esta variabilidad étnica (cultural) a la hora de valorar signos y síntomas, recomendar pautas de alimentación y tratamientos farmacológicos. Recordemos la mayor frecuencia de agranulocitosis por metamizol en poblaciones de origen nórdico (tan de actualidad), cuando en nuestro medio es un fármaco de amplio uso.
Es bien conocido que los puntos de corte de índices de masa corporal (IMC) o perímetro abdominal consensuados (OMS, IDF, …) para definir normopeso, sobrepeso u obesidad son distintos para europeos, asiáticos o africanos, y su riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) y diabetes tipo 2 (DM2). O, como en el caso de la HbA1c que debe ser valorada teniendo en cuenta el origen del paciente, por su variabilidad. En los cuestionarios médicos de algunos países una de las preguntas suele referirse a la raza del paciente, no por cierto en la documentación ni en historia clínica de nuestro país. Una persona con padres de distintas razas, ¿dónde se clasifica?, según el color de la piel más o menos clara u oscura, si tiene los parpados rasgados, o el color de los ojos. La mesa que hoy comentamos es la titulada “Race and Ethnicity-Based Cut Points in Diabetes Screening and Diagnosis—Benefit or Harm for Reducing Disparities?” que se dio en el 84º Congreso de la Asociación Americana de Diabetes (ADA) estos días. (Sigue leyendo…)