7 de julio de 2025

ADA 2025- Simposio sobre los ritmos circadianos en la salud y la enfermedad: El tiempo lo es todo:

 Comentario de Enrique Carretero Anibarro (@Enriq_Carretero)



En el simposio “El tiempo lo es todo: ritmos circadianos en la salud y la enfermedad”, celebrado en este congreso American Diabetes Association (ADA) 2025, se abordaron los ritmos circadianos y su impacto sobre la salud, especialmente en relación con la diabetes (DM) y el metabolismo. Se reunieron tres ponentes: el Dr. Satchidananda Panda, del Salk Institute; la Dra. Christine Doucette, de la Universidad de Manitoba; y el Dr. Aleksey Matveyenko, de la Clínica Mayo.

Los ritmos circadianos son ciclos biológicos internos que se repiten cada 24 horas y que regulan procesos esenciales. Estos relojes biológicos están presentes en prácticamente todos los organismos vivos y permiten anticipar y adaptarse a los cambios ambientales, como la alternancia entre luz y oscuridad. Desde la expresión genética, el metabolismo energético, la secreción hormonal hasta el comportamiento alimentario, comprender y respetar el ritmo circadiano es fundamental para mantener la salud y prevenir enfermedades crónicas como la DM2, la obesidad o las patologías cardiovasculares. (seguir leyendo)

En los seres humanos, el principal regulador circadiano se localiza en el hipotálamo. Este “reloj central” sincroniza una red compleja de relojes periféricos distribuidos por órganos y tejidos (como el hígado, el páncreas, el músculo o el tejido graso), garantizando una coordinación temporal entre funciones fisiológicas como el sueño, el metabolismo, la secreción de hormonas o la reparación celular.

El primer ponente en intervenir, el Dr. Satchidananda Panda, centra sus investigaciones en el impacto de los ritmos circadianos sobre el metabolismo. Este investigador ha demostrado que no solo importa el tipo de alimento que ingerimos, sino también cuándo lo hacemos. Su enfoque pionero es la alimentación restringida por tiempo (Time-Restricted Eating, TRE). Argumentó que el organismo humano está preparado para alimentarse y digerir durante la fase diurna, cuando está activo, y para realizar funciones de reparación, limpieza y reposo durante la noche. Sin embargo, en las sociedades modernas, marcadas por la luz artificial, los turnos nocturnos, el jet lag y los hábitos irregulares de comida, esta sincronía natural se rompe. Varios estudios han comprobado que limitar la ingesta calórica a 8 y 12 horas diarias durante el ciclo natural de luz y actividad puede reducir significativamente el riesgo de obesidad, resistencia a la insulina, hígado graso y trastornos metabólicos, incluso sin necesidad de reducir las calorías consumidas. La TRE no es una dieta, sino una estrategia temporal que sincroniza al cuerpo con su reloj interno. Este tipo de estrategias, que no requieren medicamentos ni cambios radicales en la dieta, muestran resultados prometedores en personas con prediabetes, DM2 o síndrome metabólico.

La segunda ponente, la Dra. Christine Doucette, se centró en el papel de los ritmos circadianos en la función de las células β pancreáticas, responsables de la producción y liberación de insulina (INS). Estas células, esenciales para el control glucémico, también están gobernadas por relojes moleculares que regulan la expresión de genes, la secreción hormonal y la sensibilidad a la glucosa a lo largo del día. Se explicó cómo la disrupción de estos ritmos internos, ya sea por factores genéticos, ambientales o conductuales, puede comprometer la capacidad funcional de las células β, aumentando el riesgo de DM2. Estudios recientes han identificado alteraciones en la expresión de genes circadianos en islotes pancreáticos de personas con DM, así como cambios en la capacidad de secreción de INS en momentos inadecuados del día. Además, ciertos polimorfismos genéticos asociados a la diabetes afectan a genes que intervienen en los mecanismos circadianos, lo que sugiere una relación directa entre cronobiología y enfermedad metabólica. Por lo tanto, el tratamiento de la DM podría beneficiarse de un enfoque cronobiológico, adaptando la administración de medicamentos (como INS o hipoglucemiantes) a los ritmos fisiológicos del paciente.

El tercer ponente fue el Dr. Aleksey Matveyenko, que ofreció una visión integral del sistema circadiano y su papel coordinador en diferentes tejidos metabólicos: músculo, hígado, tejido adiposo y páncreas. Indicó que, al igual que las anteriormente mencionadas células β, estos tejidos presentan oscilaciones diarias en la expresión de genes implicados en procesos como la captación de glucosa, la oxidación de ácidos grasos, la sensibilidad a la INS y la respuesta inflamatoria. Cuando estos relojes periféricos pierden su sincronización con el reloj central, por desajustes en los horarios de comida, sueño irregular o factores ambientales, se genera un estado de desincronización metabólica. Esta desincronización conduce a un aumento del estrés oxidativo, inflamación crónica de bajo grado y disfunción celular, creando un terreno propicio para el desarrollo de enfermedades como la DM2 y la obesidad. Además, destacó la existencia de variantes genéticas en el receptor de melatonina, asociadas a un mayor riesgo de DM2. La melatonina regula no solo el sueño, sino también procesos metabólicos clave. Esta asociación genética apunta a una conexión directa entre cronobiología y predisposición metabólica.

El simposio concluyó con la idea central: el tiempo es un factor determinante en la fisiología humana, y su alteración puede tener consecuencias profundas sobre la salud. Los tres ponentes coincidieron en señalar que la cronobiología debe ocupar un lugar prioritario en la investigación y en la práctica clínica, especialmente en el manejo de enfermedades metabólicas como la DM2. Romper este ritmo (comer a deshora, trabajar de noche o sufrir un desfase horario) puede generar disfunción glucémica, resistencia a la INS e inflamación. Por este motivo, la alimentación restringida temporalmente (TRE) puede ser una estrategia práctica para resincronizar el cuerpo con su ritmo natural, con evidencias de beneficios metabólicos.

Este simposio puso de relieve que la hora en que comemos y vivimos es tan importante como qué o cuánto comemos, en el contexto de salud metabólica y DM. Y en la era de las enfermedades metabólicas, este principio podría marcar la diferencia entre la prevención y la patología. Este posicionamiento nos alerta a los profesionales sanitarios que debemos recordar a nuestros pacientes la relevancia de este ritmo circadiano y la importancia de individualizar recomendaciones según el reloj biológico de cada persona.


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