27 de marzo de 2025

Sin evidencias de relación entre cáncer y tirzepatida. Una revisión sistemática y metaanálisis


Comentario del Dr. Javier Díez Espino (@DiezEspino)

A cualquier profesional le preocupan los posibles efectos adversos que los tratamientos que prescribe a sus pacientes puedan producir, y el caso del cáncer no es un tema menor. La posible relación entre tratamientos para la diabetes mellitus (DM) y cáncer ha sido objeto de estudio durante años. Insulina (INS) glargina y cáncer de mama, pioglitazona y cáncer de vejiga, o arGLP‑1 con carcinoma de tiroides y de páncreas, son ejemplos de alertas que finalmente no han logrado establecer causalidad.

En este caso, como señalan los autores, el potencial carcinogénico de la tirzepatida (TIRZE) a partir de ensayos clínicos controlados aleatorizados (ECA) es limitado. Este estudio es un metaanálisis en el que se analizaron trece ECA con 13.761 participantes y seguimiento de 26 a 72 semanas. Se identificaron ECA en los que los pacientes recibían TIRZE en el grupo de intervención y placebo o comparador activo en el grupo de control. (Sigue leyendo...)

El resultado primario fue el riesgo general de cualquier cáncer. Los resultados secundarios incluyeron riesgos de tipos específicos de cáncer en el grupo de TIRZE frente a los grupos de control. 

Los grupos de TIRZE y control presentaron riesgos idénticos de cualquier cáncer, tanto en personas con DM2 como sin DM. En análisis de subgrupos, los riesgos de cáncer fueron similares frente a placebo, INS y arGLP‑1. Solo la dosis de 10 mg de TIRZE mostró un riesgo menor de cáncer comparado con placebo. TIRZE no aumentó el riesgo de ningún tipo específico de cáncer. A pesar de incrementos en calcitonina sérica con dosis de 10 y 15 mg de TIRZE, no se reportaron casos de carcinoma papilar tiroideo. Los autores concluyen que el uso de TIRZE en ECA durante 26 a 72 semanas no aumenta el riesgo general ni específico de cáncer.

Los resultados de este trabajo coinciden con los del metaanálisis de Popovic DS et al. sobre 9 ECA publicados en 2024, aunque en ese caso se circunscribían a pacientes con DM2.

En los ECA es más difícil establecer el riesgo de cáncer que eventos cardiovasculares debido a la baja incidencia, la diversidad de órganos afectados, factores genéticos, epigenéticos y los prolongados tiempos de desarrollo tumoral. Además, un elevado porcentaje de personas con DM2 son obesas, lo que se asocia a una mayor incidencia de cáncer y añade complejidad a la interpretación. La mayor presencia de receptores para GIP o GLP‑1 en determinados órganos, así como datos experimentales en animales, no permiten trasladar directamente dicha posibilidad a la evidencia clínica. En sentido contrario, un estudio de cohorte retrospectivo de Wang L et al. en EE.UU., con 1 .651. 452 pacientes con DM2 sin diagnóstico previo de cáncer relacionado con obesidad (CRO), encontró que los arGLP‑1 se asociaron con menores riesgos de 13 tipos específicos de CRO en comparación con INS o metformina, sugiriendo un posible beneficio preventivo de los arGLP‑1.

Por tanto, los ensayos clínicos, por su naturaleza de duración limitada, población muy seleccionada y tamaño muestral adecuado a objetivos de eficacia, o los estudios de seguridad cardiovascular, no son idóneos para valorar el riesgo de cáncer al iniciar el uso clínico de un fármaco, salvo que su incidencia fuera espectacularmente alta y precoz.

Con los datos actuales podemos concluir que no existe evidencia de que el uso de TIRZE incremente la incidencia de cáncer en personas con o sin DM. El seguimiento postcomercialización mediante estudios de farmacovigilancia y estudios específicamente diseñados es imprescindible.


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