12 de diciembre de 2025

Resumen y Novedades de los Standards of Care in Diabetes de la ADA 2026




Realizado por Carlos Hernández Teixidó (@carlos_teixi), Joan Barrot de la Puente (@JoanBarrot), Enrique Carretero Anibarro (@Enriq_Carretero), Javier Díez Espino (@DiezEspino) y Francisco Carramiñana Barrera (@fcbzafra). 
 

Introducción

 
Como cada año por estar fechas, los redactores del Blog de Mateu intentamos comentar de primera mano y en tiempo récord los Standards of Care in Diabetes (SCD) (antes Standards of Medical Care in Diabetes) que publica la American Diabetes Association (ADA). Y es que los SCD son la guía clínica más importante y actualizada del mundo en torno al manejo de la diabetes. Este año, corren versiones hechas por IA, pero sabemos que nuestros lectores buscan una calidad mayor, y por ello, hemos estado trabajando para ustedes a contrarreloj y los tienen analizados y publicados en menos de 5 días. No hay trampa, no hay cartón, sólo trabajo de todo el equipo de redactores y revisores. 

Se han revisado y actualizado las evidencias más relevantes con el fin de ayudar a las personas con DM, a sus cuidadores y a los profesionales sanitarios. En esta guía se incluyen recomendaciones claras sobre prevención, cribado, diagnóstico, complicaciones, tratamiento… de cada tipo de DM, siempre centrados en la persona y en los recursos disponibles

Al igual que los últimos años, los SCD de 2026 han sido revisados por múltiples sociedades científicas buscando la colaboración y llegar a un mismo puerto desde diferentes perspectivas. Entre ellas destacan la American College of Cardiology, la Obesity Society, la American Society of Bone and Mineral Research, y la American Geriatrics Society. 
 
Este año, los SCD se estructuran como siempre bajo 17 capítulos a lo largo de 377 páginas a triple columna (cada año es más extenso). Las actualizaciones de este año vienen acompañadas de “
(2026)para su rápida identificación. Además, junto a cada capítulo, se acompañará un hipervínculo al texto original por si hubiera cualquier duda. (Pincha aquí para seguir leyendo…)
 
Igual que desde hace 25 años, los SCD clasifican el grado de evidencia de las recomendaciones bajo 4 letras. Siempre que lo consideremos importante, acompañaremos la recomendación con cada una de estas letras:
 
A—Evidencias claras de ensayos clínicos aleatorizados (ECA) bien diseñados y desarrollados con significación estadística que permiten generalizar las conclusiones.
B—Estudios de cohortes bien diseñados y desarrollados que añaden evidencias a los ECA.
C—Estudios pobremente controlados, o sin control, que añaden evidencias a lo aportado por los ECA.
E—Consenso de expertos o experiencia clínica, que sería una categoría separada cuando no existe evidencia.
 
Dada la extensión y entendiendo que este post es un resumen donde incluimos las principales actualizaciones, recomendamos su lectura con detenimiento, y ante cualquier duda que pudiera surgir, acudir a la fuente original.


 

1.-Mejorar la atención y promover la salud en las poblaciones (sección 1, S13-S26)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S13/163920/1-Improving-Care-and-Promoting-Health-in
 
Se pone todavía más énfasis en la importancia de la toma de decisiones compartidas con las personas con DM o en riesgo de padecerla y sus cuidadores, valorando los determinantes sociales de la salud y basándose en los valores y preferencias individuales, el pronóstico, las comorbilidades y consideraciones financieras informadas, asegurando que las decisiones terapéuticas se basan en la evidencia (B). (2026)
 
La atención a los pacientes con DM en la actualidad exige establecer lo conocido como un “Modelo de atención crónica” (MAC) pero se amplía a otros modelos de atención basados en la evidencia como como el modelo de atención a domiciliaria u otros. Este incluiría una planificación de los recursos del sistema de prestación de servicios (de una prestación reactiva a una proactiva con visitas planificadas coordinadas en equipos), sistemas de información clínica (utilizando registros compartidos -telesalud- que permita dar continuidad), recursos y políticas comunitarias (salud pública: desarrollo de recursos para apoyar estilos de vida saludables), costes, barreras (lenguaje...), control de calidad…
 
Se actualiza y recalca la importancia de la adopción de iniciativas para la mejora de la calidad de la atención y el trabajo en equipos interprofesionales para la mejora de los resultados de forma que sean sostenibles y escalables (A). 
(2026)
 
Se incide en la importancia de evaluar y abordar las disparidades en la atención y en los resultados de salud y comprometer a los equipos interprofesionales incluyendo a los sociosanitarios en su abordaje, así como en la importancia de la detección y abordaje de los múltiples determinantes sociales de la salud que impactan en el manejo de la diabetes, los resultados de salud y la calidad de vida. 
 
Se recomienda proporcionar a las personas con DM apoyo adicional para el autocontrol mediante asesores de salud, guías o trabajadores de salud comunitarios, cuando sea posible (A). Se pueden considerar herramientas o asesores digitales de autocontrol según corresponda (B). 
(2026)
 
Se amplía la Tabla 1.1, en la que se resalta en el enfoque multidisciplinar centrado en la persona en diversas situaciones a lo largo de su vida, para especificar miembros adicionales del equipo de atención cuya experiencia puede ser beneficiosa para los adultos mayores con diabetes. 
(2026)
 
Definitivamente se apuesta por la atención centrada en la persona prestada por parte de equipos interprofesionales y se recalca la importancia de los determinantes de salud, de los trabajadores comunitarios de salud y la tecnología digital. 
(2026)
 
 
 

2.-Diagnóstico y Clasificación de la diabetes (sección 2, S27-S49) 

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S27/163926/2-Diagnosis-and-Classification-of-Diabetes

    Diagnóstico
 
En el diagnóstico de la DM pueden emplearse distintas pruebas, sea la HbA1c (≥ 6,5%), como la glucemia basal en ayunas (GB) (≥ 126 mg/dl), como la glucemia a las 2 horas de una prueba de tolerancia oral a la glucosa con 75 gr de glucosa (SOG) (≥ 200 mg/dl). Dejan claro que no existe una prueba superior a otra y que cada una de ellas no detecta la DM en los mismos individuos.
 
Desde el 2019 se incorporó y mantiene la posibilidad de llegar al diagnóstico cuando existan dos pruebas anormales en la misma o en diferentes muestras sanguíneas (sea GB, HbA1c o SOG), en el caso que no existieran signos claros de hiperglucemia (poliuria, polidipsia, y pérdida inexplicable de peso) con la que con una es suficiente (A). Si los resultados son discordantes en dos pruebas distintas, aquella que se encuentre por encima del umbral debe ser repetida. Si los resultados están muy ajustados a los límites se recomienda repetir las pruebas entre los 3-6 meses. (Tabla 2.1)

Se permite utilizar cualquier método (GB, HbA1c, o SOG) en el diagnóstico de la prediabetes (PRED) o la DM tipo 2 (DM2) en niños y adolescentes.

Se hace hincapié en aconsejar la ingesta adecuada de hidratos de carbono (HC) (150 gr/d durante tres días) antes de la SOG, algo imprescindible para poder evaluar los resultados de la misma (A).

La HbA1c se podrá emplear si el método para obtenerla está certificado por la National Glycohemoglobin Standarization Program (NGSP) y estandarizado por el estudio Diabetes Control and Complications Trial (DCCT) (B).  
  
Se hace hincapié, como en años anteriores, en detectar las condiciones que distorsionan los resultados de la HbA1c, como la anemia de células falciformes, el embarazo (segundo y tercer trimestre, y postparto), deficiencia de la 6-glucosa-fosfato-deshidrogenasa, síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), hemodiálisis y terapia con eritropoyetina, en cuyo caso solo se utilizarán criterios glucémicos (B).

La HbA1c tiene ventajas sobre la GB y la SOG pues no precisa ayuno, tiene una mayor estabilidad preanalítica y está poco influida por las variaciones diarias debidas al estrés, los cambios nutricionales o la enfermedad. Sin embargo, tiene una menor sensibilidad según el punto de corte, un coste más elevado, y puede presentar una correlación variable con la glucosa en algunas personas.
 
No existen evidencias aún que avalen a la monitorización continua de glucosa (MCG) en el diagnóstico y/o cribado de la PRED o la DM. 
 
    Clasificación
 
Se mantiene la clasificación tradicional en las cuatro grandes entidades: diabetes tipo 1 (DM1), DM2, diabetes gestacional (DMG), y los tipos específicos de DM debidos a otras causas.
 
La DM1 se debe a la destrucción inmunológica de las células beta-pancreáticas lo que es causa de una deficiencia absoluta de insulina (INS). Dentro de ésta, se incluyen a los adultos con una autoinmunidad lenta y progresiva como causa de DM. Es la denominada “latent autoimmune diabetes in adults” (LADA).
 
La DM2 se debe a un déficit progresivo de la secreción de INS iniciado tras un proceso de resistencia insulínica (RI).
 
Los “otros tipos específicos de DM por otras causas” abarcan desde la DM monogénica (diabetes neonatal, maturity-onset diabetes of the Young -MODY-), las enfermedades del páncreas exocrino (pancreatitis, fibrosis quística...), o las DM producidas por fármacos (glucocorticoides, tratamiento del virus de inmunodeficiencia humana -VIH-, trasplante de órganos).
 
La DMG es aquella que se diagnosticaría en el segundo o tercer trimestre del embarazo sin que haya antecedentes de DM. 
 
Dejan claro que tanto la DM1 como la DM2 son un grupo heterogéneo de enfermedades en las que la presentación clínica y la evolución de las mismas varía de manera importante. Tanto uno como otro tienen diferentes factores genéticos y ambientales que condicionan la pérdida de la función y/o de la masa de células beta-pancreáticas y que condicionan la hiperglucemia.  Aun así, es importante su clasificación en el momento del diagnóstico pues determina el tratamiento.

La DM1 se continúa clasificando en tres etapas: 
1.-Autoinmunidad, normoglucemia, sin sintomatología
2.-Autoinmunidad, disglucemia (criterios de prediabetes -PRED-), presintomático.
3.-Autoinmunidad con criterios de DM clínica con hiperglucemia. 
 
Se recomienda practicar pruebas estandarizadas de autoanticuerpos contra islotes (la descarboxilasa del ácido glutámico -GAD-, el antígeno de los islotes 2 -IA-2- o el transportador de zinc 8 -ZnT8-) para la detección de DM1 presintomática (B) y para clasificar la DM en adultos que tienen factores de riesgo fenotípicos sugestivos de la DM1 (p. ej., edad, pérdida de peso no intencional, cetoacidosis o tiempo corto hasta el tratamiento con insulina-INS). (E)

Se resalta la necesidad de evaluación rápida (HbA1c, glucemia plasmática, analítica de orina) para estadio 3 (DM1 manifiesta) en presencia de ≥1 autoanticuerpo y signos de hiperglucemia (B). De forma diferenciada mantiene que personas con múltiples autoanticuerpos sin DM1 manifiesta se deriven a centros especializados para estadificación educación e intervenciones preventivas.
(2026)

Por otra parte, como novedad se recomienda que a las personas con un solo autoanticuerpo IA-2 confirmado deben ser monitorizadas de manera similar a las personas con múltiples autoanticuerpos de islotes, ya que la positividad del autoanticuerpo IA-2 es un factor de riesgo independiente para la progresión (B). Las personas con un solo autoanticuerpo de islotes confirmado deben someterse a pruebas de anticuerpos repetidas cada 6 meses a 3 años (dependiendo de la edad) para evaluar la persistencia o la seroconversión (E). 
(2026)

Se recomienda monitorizar el cribado de la DM1 bajo criterios de autoinmunidad en familiares de primer grado (particularmente en menores de 3 años) (B). 
 
La persistencia de auto-anticuerpos (IA-2) es un factor de riesgo de DM1 clínica y puede servir de indicador para una intervención (B). 
 
La clínica en la DM1 clásicamente se manifiesta con poliuria/polidipsia y en un tercio de los afectados con cetoacidosis diabética (CAD). Sin embargo, en los adultos no siempre existen estos síntomas clásicos y pueden presentar una fase temporal de remisión en sus necesidades de INS.
 
Las recomendaciones para el cribado de DM2 y de PRED se mantienen incidiendo en practicar los test en individuos asintomáticos a cualquier edad cuando existe sobrepeso [índice de masa corporal (IMC) ≥ 25 Kg/m2 o ≥ 23 Kg/m2 en asiáticos] u obesidad (IMC ≥ 30 Kg/m2 o ≥ 27,4 Kg/m2 en asiáticos) y algún factor de riesgo añadido para la DM (B) (ver Tabla 2.4). Además, se mantiene la recomendación de cribado en todos los adultos a partir de los 35 años (B).
 
Si el resultado del test es normal, se ha de repetir cada 3 años o tan pronto como existan síntomas sugestivos (C), siendo cualquier test de los nombrados apropiado (B).

Debe considerarse el cribado de PRED y DM2 tras la pubertad o después de los 10 años de edad en niños y adolescentes con sobrepeso (percentil de IMC superior al 85%) u obesidad (percentil de IMC superior al 95%) con algún factor adicional de DM (B).

Mantienen la necesidad de identificar y tratar los factores de riesgo cardiovascular (FRCV) en personas con PRED y DM2 (A).
 
Los autores plantean la posibilidad de utilizar el test de cribado del ADA “ADA risk test” (diabetes.org/socrisktest) como guía en pacientes sin PRED o DM. 
Se debe tener en cuenta para el cribado que algunos fármacos como esteroides, tiazidas, antirretrovirales (E), o antipsicóticos (2º generación) (B), pueden incrementar el riesgo de DM, algo que en esta ocasión se enfatiza. 
 
Las situaciones metabólicas que incrementan el riesgo de DM2 (PRED) no han sufrido variación alguna en esta última revisión.  A saber, tener una GB entre 100 y 125 mg/dl (5,6-6,9 mmol/l), - la llamada glucemia basal alterada (GBA)-; o una SOG de 75 gr de HC a las 2 horas entre 140-199 mg/dl (7,8-11,0 mmol/l), -la llamada intolerancia a la glucosa (ITG)-; o una HbA1c entre 5,7-6,4% (39-47 mmol/l). Los autores insisten que todos los test son igualmente apropiados y que el riesgo es continuo, excediendo los límites en las tres situaciones.
 
Los pacientes con PRED deben ser reevaluados metabólicamente cada año (E). Por el contrario, las mujeres que presentaron DG deben ser valoradas cada 3 años. En estos pacientes se recomienda aplicar un programa del tratamiento intensivo de los estilos de vida (EV) basado en los postulados del Diabetes Prevention Program (DPP) con el objetivo de mantener una pérdida de peso del 7% al tiempo que se incrementa la actividad física (150 minutos/semana) (A).
 
Se recomienda considerar la metformina (MET) en personas con PRED si su IMC > 35 kg/m2, en aquellos menores de 60 años o en mujeres con antecedentes de DG. (A). A su vez dado que la PRED aumenta el riesgo cardiovascular -RCV- se recomienda el cribado y tratamiento de todos aquellos FRCV (B).
 
Se introduce la recomendación de monitorizar los niveles de glucosa posprandial o aleatoria con el uso recurrente o a largo plazo de glucocorticoides. (B) 
(2026)

Aparecen nuevas recomendaciones respecto a la hiperglucemia inducida por la inmunoterapia: inhibidores de los puntos de control inmunitario (ICI), incluida la terapia anti-PD-1 o anti-PDL-1, o mTOR deben recibir educación sobre los riesgos, síntomas y signos de hiperglucemia y crisis hiperglucémicas. (E). Realización de glucemias previas al tratamiento y en cada visita en pacientes con ICIs (E) y mTOR (C). Se recomienda una monitorización más estrecha en los tratados con PI3Kα por alto riesgo de hiperglucemia temprana. (C) 
(2026)

Con respecto a la DM neonatal y la MODY, los autores destacan que suponen menos del 5% de todos los pacientes con DM. Recalcan que a todo lactante diagnosticado de DM antes de los 6 meses debe realizarse un test genético (A), con el que confirmar una DM neonatal. Se debe considerar realizar pruebas genéticas para descartar MODY a aquellos adolescentes o adultos jóvenes con una hiperglucemia estable sin características de DM1 o DM2 y antecedentes familiares de DM en diversas generaciones (sugestivo de autosómica dominante) (A). En ambas situaciones se recomienda enviar a los pacientes a centros especializados en donde se les puedan realizar las pruebas genéticas, dar tratamiento y consejo (E).
 
En cuanto a la subsección de las enfermedades del páncreas exocrino (pancreatitis, fibrosis quística...), la DM pancreática (también denominada DM pancreatogénica o DM tipo 3c) se produce cuando hay una pérdida de la secreción de INS en el contexto de una disfunción pancreática exocrina y comúnmente se diagnostica erróneamente como DM2.
 
Resaltan la importancia del cribado de la DM en las personas que han padecido un episodio de pancreatitis aguda (a los 3 meses) o aquellos con pancreatitis crónica (E). 
 
En el caso de la DM relacionada con fibrosis quística recomiendan el cribado anual con TTOG (B). No recomiendan la HbA1c como test de cribado en la fibrosis quística por su baja sensibilidad, aunque se admita que un valor de ≥6.5% (≥48 mmol/mol) sería consistente con el diagnóstico (B). El empleo de la HbA1c se admite en caso de que no sea factible el TTOG en cribado en dos pasos con una HbA1c en niveles 5,5-6,4% realizando a continuación un TTOG (B). 
(2026)
 
Los autores razonan que la definición como algún grado de intolerancia a la glucosa detectado en el embarazo, no valora fielmente el grado de hiperglucemia, por lo que tiene diversas limitaciones. La primera y más importante es que muchos casos de DMG pudieran tratarse de hiperglucemias previas al embarazo que se detectarían en el primer contacto de cribado en la gestación. Por otro lado, el nivel de hiperglucemia es importante por su asociación con el crecimiento fetal (pequeño o grande para su edad gestacional) y los riesgos fetales y maternales, de ahí que el diagnóstico como aquella DM diagnosticada en el segundo o tercer mes de la gestación sería la definición más fiable.
 
Se recomienda practicar algún test para detectar la DM en toda embarazada antes de la 15 semana que acude a nuestra consulta (primera visita) si se identifica algún factor de riesgo de DM (Tabla 2.5) (B) con lo que diagnosticar alguna DM o PRED no diagnosticada. Los criterios de diagnóstico para identificar la diabetes no diagnosticada al comienzo del embarazo son los mismos que los utilizados en personas no embarazadas. 
 
Los criterios de alteración metabólica de la GB de entre 110 a 125 mg/dl (6,1 mmol / l) o de HbA1c de 5,9 a 6,4% (41 a 47 mmol / mol) (B). En el caso que cumplieran criterios de DM deben ser tratadas como tal (A). En el caso que no se diagnosticará de DM se practicará un test para diagnosticar la DG entre las 24-28 semanas (A).
 
Se recomienda pruebas de detección de DMG entre las 24 y 28 semanas de gestación en embarazadas en las que no se haya detectado previamente diabetes o un metabolismo anormal de la glucosa de alto riesgo en etapas anteriores del embarazo actual. (A) 
 
Es este caso, los autores recomiendan como método diagnóstico usar los criterios de la International Association of the Diabetes and Pregnancy Study Groups (IADPSG) con una SOG único de 75g de glucosa, por delante de una SOG en dos tiempos de 50g en ayunas seguida de otra de 100g a las 3h (la Tabla 2.8 recoge ambas estrategias). Aunque la estrategia en un solo paso incrementa la incidencia de DG, entienden que sería una estrategia más coste-efectiva si tras ello, la mujer recibe los consejos adecuados para prevenir la DM2.  Pero en este aspecto las espadas siguen en alto con disparidades entre los grupos de expertos que defienden una u otra aproximación al tema. 
 
La HbA1c determinada entre la 24-28 semana no tendría el grado de fiabilidad que la SOG de un solo paso.

Las mujeres que han padecido una DG a las 4-12 semanas tras el parto precisarán una nueva SOG con 75 g de glucosa para reevaluarlas con los criterios de mujer no gestante (A). 

Las embarazadas con antecedentes de diabetes gestacional deben someterse a pruebas de detección de prediabetes o diabetes cada 1 a 3 años durante toda su vida. (B) 
 
En el caso que se les detectara PRED recibirán consejos sobre modificación de los EV y/o MET con lo que prevenir la DM (A).
 
 
 

3.-Prevención o retraso en la aparición de diabetes y comorbilidades asociadas (sección 3, S50-S60)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S50/163924/3-Prevention-or-Delay-of-Diabetes-and-Associated
 
En el capítulo correspondiente a los cambios en estilos de vida para la prevención de diabetes se incide en la higiene del sueño y su relación con DM2 como elemento central al mismo nivel que la actividad física y los patrones de alimentación.
 
Se recomienda monitorizar la glucosa anualmente en las personas con PRED, independientemente del tipo de DM (no solo en DM2) modificándolo según la evaluación del riesgo/beneficio (E). Asimismo, se añade el uso de la MCG en individuos con DM1 presintomática para seguir su progresión, valorando el riesgo en función de la edad, número de autoanticuerpos y nivel de glucemia (E). (2026)
 
Se debe proponer a los pacientes con sobrepeso u obesidad y alto riesgo de presentar DM un programa de intervención sobre los estilos de vida (MEV) del tipo DPP con lo que lograr y mantener una pérdida de 7% del peso al tiempo que realizar una actividad física de intensidad moderada (como caminar a paso ligero) por lo menos 150 min a la semana (A).
 
Se recomienda prescribir un patrón de alimentación basado en la evidencia (p. ej., mediterráneo, bajo en carbohidratos) a personas con prediabetes para prevenir la diabetes tipo 2. (B). Considerar utilizar la tecnología (via smatphone, web o telemedicina) como apoyo a los programas de prevención (B)
(2026)

Se ha actualizado la revisión de la evidencia del empleo de vitamina D en prediabetes para la prevención de DM2. Concluyen que los efectos son modestos, las dosis no están bien establecidas y el riesgo/beneficio de su uso no está claro. Hacen falta más estudios y más amplios.
  
La terapia con MET para la prevención de la DM2 puede considerarse en adultos con PRED en edades entre 25-59 años con un IMC ≥35 kg /m2, y una GB superior a 110 mg/dl y HbA1c ≥6 % y en mujeres con antecedentes de DG (A).
 
Se plantea el uso de metformina para prevenir la hiperglucemia en personas de alto riesgo tratadas con un inhibidor de la fosfatidilinositol 3-quinasa α (PI3Kα) (p. ej., alpelisib e inavolisib), (B) o con glucocorticoides en dosis altas (B). 
(2026)
 
Al igual que en el tratamiento se advierte que la MET puede asociarse con deficiencia de vitamina B12 por lo que se debe monitorizar esta especialmente si existe anemia o signos de neuropatía (B).
 
Se recomienda, a su vez, la detección y el tratamiento de los factores de riesgo modificables de enfermedad cardiovascular (ECV) en las personas con PRED (B).
 
El tratamiento con estatinas puede incrementar la DM, sobre todo en aquellos en alto riesgo de debutar con DM2 y que se encuentran en tratamiento con estos fármacos, que deberían ser monitorizados. (B)
 
Se mantiene la recomendación sobre la utilización de la pioglitazona (PIO) para reducir el riesgo de accidente vasculo-cerebral -AVC- o de infarto agudo de miocardio (IAM) en personas con riesgo de AVC y evidencia de insulinorresistencia y PRED. Aunque pueden aumentar el riesgo de presentar aumento de peso, edemas, y fracturas (A).
 
En adultos con sobrepeso u obesidad y alto riesgo de DM2 se deben optimizar los objetivos, incluyendo la pérdida de peso con la que minimizar la progresión de la hiperglucemia al tiempo que se centra la atención en los FRCV y las comorbilidades asociadas (B). Para ello la farmacoterapia (pérdida de peso, hiperglucemia, reducción del RCV) debe aplicarse de forma personalizada (B). 
 
En cuanto a la DM1 puede retrasarse el debut sintomático (estadio 3) con la infusión de teplizumab en individuos mayores de 8 años en estadio 2 de la DM1 seleccionados (B). 

 
 

4.-Evaluación médica integral y valoración de las comorbilidades (sección 4, S61-88)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S61/163931/4-Comprehensive-Medical-Evaluation-and-Assessment
 
La educación en el autocuidado y el apoyo centrado en el paciente puede ofrecerse a nivel individual o en grupo con conocimiento del todo el equipo (A). En este sentido la entrevista clínica debe aplicarse un estilo comunicativo centrado en el paciente, reforzando el lenguaje y la escucha activa, valorando las preferencias y las creencias del mismo, evaluando las posibles barreras para el autocuidado que optimicen los resultados en salud y la calidad de vida relacionada con estos (B).
 
Se recalca la importancia del lenguaje, de cómo el profesional puede utilizarlo de una manera más informativa, con mayor capacidad educativa cuando se dirige al paciente, a otro profesional, o a un foro. 
 
 
Se debe abandonar la denominación de *diabético por “PERSONA CON DIABETES”
 
 
El abordaje multidisciplinar (educadores, Atención Primaria (AP), especialistas hospitalarios, enfermeras, dietistas, especialistas en actividad física, dentistas, profesionales de salud mental…) coordinado puede beneficiar al paciente con DM. En este cometido las intervenciones con apoyo digital pueden ser efectivas en la educación en el autocontrol del paciente (A). 
 
Se mantiene y actualiza el ciclo de decisión centrado en el paciente (Figura 4.1) de la DM incidiendo sobre la necesidad de una evaluación continua con decisiones compartidas que permita alcanzar los objetivos de salud evitando la inercia clínica.
Queda recalcado que el abordaje de la MEV y los aspectos psicosociales son los puntales sobre los que pivota el manejo de la DM, de ahí que se deba educar sobre el autocontrol, la nutrición y la utilización de la medicación.
 

Se mantiene el formato de listado de la evaluación médica del paciente con DM, actualizando el lenguaje y contenidos siendo un punto del que recomendamos la lectura al considerarla muy útil (Tabla 4.1). 
 
Una evaluación médica completa debe ser realizada en la visita inicial al confirmar el diagnóstico (A), clasificación de la DM (A), complicaciones derivadas de la misma (A) y comorbilidades (A). Igualmente deben controlarse y tratar los FRCV en personas con DM establecida (A), desarrollando un plan para el cuidado continuo (A). 

Se debe evaluar el RCV, complicaciones relacionadas con la DM, la hipoglucemia con las que calcular los objetivos terapéuticos (B). Esta sección se amplia para incluir la valoración de estado glucémico y tratamiento previo/actual en visita inicial y sucesivas (A), así como identificar a los cuidadores, los sistemas de apoyo y recursos disponibles (E)
(2026)
  
Todos los pacientes deben recibir recomendaciones sobre las actividades de medicina preventiva que deben tener en cuenta, inmunizaciones, cribado del cáncer, controles oftalmológicos, dentales, del podólogo… 
 
En la subsección "Inmunizaciones" Se establecen las indicaciones de la vacunación y su administración rutinaria a niños, adolescentes y adultos con DM, según la edad (A).
(2026)

Se actualiza la inmunización contra el coronavirus 2019 (COVID-19) a la evidencia del período postpandémico; también la vacuna antineumocócica, antigripal y virus respiratorio sincitial DM (Tabla 4.3). 
 
Se mantienen las recomendaciones de la vacunación antigripal anual desde los 6 meses de edad (C) y la hepatitis B (2-3 dosis en adultos no vacunados) y se mantiene la recomendación de aplicar la vacuna antineumocócica (VN) conjugada 13-valente (PCV13) o 15-valente (PCV15) en niños antes de los 15 meses de edad (4 dosis). Entre los 6 y 18 años, en niños insuficientemente vacunados se administrará la VN de polisacáridos 23-valente (PPSV23) preferentemente después de la PCV13. (Tabla 4.3)

En los adultos con entre los 19-64 años con FRCV u otras condiciones médicas y en los que se desconoce su estatus vacunal o que no han recibido la VN deben recibir una dosis de PCV15 o PCV20. 
 
La enfermedad periodontal también es más prevalente en los pacientes con DM2 y HbA1c elevadas. A su vez los pacientes con patología periodontal tienen una mayor prevalencia de esta alteración metabólica. Señalan que existe alguna evidencia que el tratamiento odontológico intensivo puede mejorar el control glucémico.   
Se ha introducido una nueva subsección “Cuidado Dental”. Se recomienda la realización de un examen dental al menos una vez al año y la realización del máximo esfuerzo de coordinación entre el equipo médico y dental también para el adecuado ajuste del tratamiento farmacológico pre y post intervenciones dentales. 

En los pacientes con DM1 tras el diagnóstico se debería evaluar la enfermedad tiroidea autoinmune y hacerlo periódicamente (B). Y, en estas personas ante síntomas gastrointestinales (GI) o analíticos sugestivos debería evaluarse la posibilidad de celiaquía (B).

Se incluye la recomendación de valorar el tratamiento farmacológico para la osteoporosis en los adultos mayores con DM que presentan un mayor riesgo de fractura, incluyendo aquellos con baja densidad mineral ósea (puntuación T ≤−2,5), antecedentes de fractura por fragilidad o una puntuación elevada en la Herramienta de Evaluación del Riesgo de Fractura (≥3 % para fractura de cadera o ≥20 % para fractura osteoporótica mayor) (B). También considerar el tratamiento en los adultos con DM con una puntuación T entre −2,0 y −2,5 en presencia de factores de riesgo adicionales de fractura (C). 
(2026)
 
Dado que la DM aumenta el riesgo de cáncer, se recomienda el cribado del mismo ante antecedentes familiares o de sospecha. Evaluar la posibilidad de adenocarcinoma pancreático en debuts de DM en adultos o mayores mediana edad de inicio atípico.


La alteración cognitiva precursora de demencia es más frecuente en el paciente con DM, de modo que se aconseja simplificar los tratamientos con los que minimizar el riesgo de hipoglucemia (B).

 

Con respecto a la salud sexual se incluyen recomendaciones tanto en salud sexual masculina como femenina (novedad), haciendo hincapié en la necesidad de preguntar sobre salud sexual, detectar problemas y proponer alternativas(2026)

 

Se actualizó la terminología para la enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) y la esteatohepatitis no alcohólica (NASH) a enfermedad hepática esteatótica asociada a disfunción metabólica (MASLD) y esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH), respectivamente. 

 

Se recomienda examinar a los adultos con DM2 o PRED, particularmente aquellos con obesidad u otros factores de riesgo cardiometabólico o enfermedad cardiovascular establecida, para determinar su riesgo de tener o desarrollar cirrosis relacionada con esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH) utilizando un índice de fibrosis-4 calculado (FIB-4) (derivado de la edad, ALT, AST y plaquetas), incluso si tienen enzimas hepáticas normales (B). 

 

Los adultos con DM2 o PRED y un FIB-4 >1,3 deben tener una estratificación de riesgo adicional. (B) (2025)

 

Se recomienda que las personas con un mayor riesgo de fibrosis hepática significativa deben ser derivadas un gastroenterólogo o hepatólogo, Figura 4.2. (B)

Se aborda el manejo de la persona con DM2 y MASLD (Fig 4.3). 

 

Se revisa la terapia farmacológica como terapia complementaria a las intervenciones en el estilo de vida para la pérdida de peso en adultos con DM2, MASLD y sobrepeso u obesidad en los que redefine que el arGLP-1 utilizado sea específicamente uno con beneficio demostrado en MASH (A) o agonistas duales del receptor del polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa (GIP) y agonistas del péptido similar arGLP1 (B).  (2026)

 

En adultos con DM2 y MASH comprobado por biopsia o aquellos con alto riesgo de fibrosis hepática (según pruebas no invasivas), se prefiere un arGLP1 para el control glucémico debido a sus efectos beneficiosos sobre el MASH. Se puede considerar una pioglitazona (B) o un agonista dual (B). (2026)

 

Asimismo, se considera la asociación de pioglitazona y arGLP-1 para el tratamiento de la hiperglucemia en adultos con DM2 con MASH comprobado por biopsia o aquellos con alto riesgo de fibrosis hepática (B). 

 

Se modifican las figuras: en la Fig 4.1 se añade MASLD como factor específico que influyen en la elección terapéutica, en la Fig 4.2 se aclara que un paciente con FIB-4 >2,67 debe ser tratado en hepatología, y por último la Fig 4.3 se actualiza con la inclusión de un arGLP1 con beneficio demostrado como farmacoterapia en individuos con alto riesgo de MASH. (2026)

 

La apnea obstructiva del sueño (AOS) es una patología concomitante en la DM2 en sujetos obesos que aumenta el RCV que puede llegar al 23%. Su detección y tratamiento influirán el pronóstico de este tipo de pacientes. 

 

Se debe evaluar el grado de discapacidad en cada visita del paciente con DM. Si afectara a la capacidad funcional para el manejo de su DM debe remitirse a personal especializado (E).

 

 

 

5.-Facilitar comportamiento de salud positivos y bienestar para mejorar los resultados en salud (sección 5, S89-S131)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S89/163932/5-Facilitating-Positive-Health-Behaviors-and-Well

 

Se trata de un capítulo muy denso difícil de resumir en este apartado, por lo que se recomienda en el caso de estar interesado acudir al original.

 

Se debe recomendar intensamente a todas las personas con diabetes a que participen en las actividades de educación y apoyo para el autocontrol de la diabetes (DSMES, por sus siglas en inglés) en lugar de simplemente alentarlos para participar. 

 

Se recomienda de forma explícita utilizar estrategias conductuales (p. ej., entrevistas motivacionales, establecimiento de metas, resolución de problemas) para apoyar la DSMES y la participación en conductas que optimizan la calidad de vida y los resultados relacionados con la salud (A), así como proporcionar DSMES cultural y socialmente apropiados que respondan a las preferencias y necesidades personales en entornos grupales o individuales (A) y comunicar la participación en DSMES con el equipo de atención de la diabetes (E). (2026)

 

Se recomienda la educación y apoyo para el autocontrol de la DM de todos pacientes con esta patología que les permita tener conocimientos y habilidades para su autocuidado (A). En este sentido, existen cuatro momentos críticos para evaluar las necesidades de educación sobre el autocontrol de la DM con el que adquirir habilidades de apoyo con las que afianzar la terapia nutricional y de bien estar en general: 


·      En el momento del diagnóstico

·      Anualmente y/o cuando no se alcanzan los objetivos del tratamiento.

·      Cuando se existen complicaciones en su implementación (médicos, físicos o psicosociales)

·      Cuando existan cambios vitales en el paciente.


La educación en el autocuidado de la DM y el apoyo de la misma estará centrada en el paciente utilizando técnicas individuales o grupales y utilizando o no la tecnología (A). Sin embargo, parece que la tecnología puede ayudar a romper algunas barreras en este aspecto (B).

 

Se debe ofertar un plan de tratamiento para el sobrepeso y la obesidad basado en la nutrición, la actividad física y el estado de salud conductual para todas las personas con sobrepeso u obesidad, con el objetivo de lograr una pérdida de peso de al menos un 5-7% (A). (2026)

 

Los objetivos en la terapia nutricional en los adultos con DM se basarán en incidir sobre una alimentación saludable y variada con alimentos y proporciones adecuadas de micronutrientes con las que alcanzar y mantener el peso corporal, los objetivos individualizados de glucemia, la presión arterial (PA) y los lípidos, al mismo tiempo que se retrasan o previenen las complicaciones de la DM.

 

Las subsecciones de HC y grasas incluye recomendaciones adicionales con las evidencias relacionadas de dichos micronutrientes, enfatizando sobre la calidad de las grasas y de los HC al modo de la dieta mediterránea, y estableciendo un objetivo sobre la fibra a consumir.

 

En este sentido, existen evidencias que señalan que las dietas bajas en HC (DBHC) o muy bajas en HC (DMBHC), del 20-30% de la energía total, incrementan la saciedad, ayudan a mejorar la glucemia y reducen la HbA1c y con ello la necesidad de medicación antidiabética.

 

No existe un porcentaje en la distribución ideal de calorías (sean de los HC, grasas o proteínas) en la población con DM, por lo que se debe prescribir una dieta individualizada en cada paciente. Se insiste en la recomendación de beber agua de preferencia sobre otras bebidas nutritivas o no nutritivas. 

 

Se debe asesorar y supervisar periódicamente a las personas que buscan una pérdida de peso intencionada para garantizar una ingesta nutricional adecuada, con especial atención a la prevención de la insuficiencia proteica y las deficiencias de micronutrientes (E).

 

Se recomienda el cribado de malnutrición en pacientes que hayan sido sometidos a cirugía metabólica y en aquellos que reciban tratamiento farmacológico para la pérdida de peso. 

 

Se debe alentar a las pérdidas de peso mayores del 15% en relación a la introducción de nuevos medicamentos

 

El apartado de actividad física en los adultos con DM se ha desglosado en subsecciones de actividad física de base y el tiempo en estado sedentario, con el fin de promover actividades no sedentarias en este tipo de personas. Se recomienda tanto en DM1 (C) como en DM2 (B) realizar al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico de intensidad moderada a intensa al menos en tres días por semana, y no estar más de dos días consecutivos sin actividad. En jóvenes una menor duración (75 minutos por semana) con una actividad intensa sería suficiente. En cuanto a los ejercicios de resistencia se recomiendan 2-3 sesiones por semana en días no consecutivos en pacientes con DM1 (C) y DM2 (B). 

 

Se hace énfasis en la necesidad de preguntar a las personas con DM rutinariamente sobre el consumo de tabaco o productos de vapeo y aconsejar evitar por completo el tabaco y el vapeo (A). Para las personas que consumen estos productos, proporcionar o derivar para un tratamiento combinado que consiste en asesoramiento para dejar de fumar tabaco y/o productos de vapeo y terapia farmacológica (A). (2026)

 

Respecto al ayuno religioso se recomienda utilizar la evaluación integral de riesgos previa al ayuno, actualizada por la Federación Internacional de Diabetes, junto con la Alianza Internacional de Diabetes y Ramadán, (Tabla 5.3 renovada) para generar una puntuación de riesgo para valorar la seguridad de su práctica y brindar educación centrada en el ayuno para minimizar los riesgos B. (2026)

 

Se debe evaluar los síntomas de la DM como angustia, depresión, ansiedad, trastornos de la alimentación, y las capacidades cognitivas utilizando herramientas estandarizadas y validadas en la visita inicial, a intervalos periódicos, y cuando hay un cambio en la enfermedad o en el tratamiento. Se recomienda incluir a cuidadores y familiares en esta evaluación (B). 

 

En este sentido se hace énfasis en la recomendación de dar un apoyo psicosocial a las personas con DM o en riesgo de DM como parte de su tratamiento, las rutinas del sueño (B) e incluyendo el cribado del miedo a la hipoglucemia al menos una vez al año en pacientes de alto riesgo (E). Dentro de estos se recomienda analizar la salud del sueño del individuo con DM y aconsejar su manejo con cambios del comportamiento o tratamiento médico (A). (2026)

 

Al menos una vez al año realizar pruebas de detección de distress por DM (B) y ansiedad (B) en personas con DM, cuidadores y familiares, y repetir las pruebas cuando no se cumplan los objetivos del tratamiento, en momentos de transición o en presencia de complicaciones de la diabetes. (2026)

 

Los profesionales deben considerar la derivación a un profesional de salud mental si el distress por la DM no mejora, idealmente uno con experiencia en diabetes, para una evaluación y tratamiento adicionales si no se puede abordar adecuadamente durante las citas médicas B. (2026)

 


 

6.-Objetivos glucémicos e hipoglucemias (sección 6, S132-149)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S132/163927/6-Glycemic-Goals-Hypoglycemia-and-Hyperglycemic

 

El control glucémico se evalúa mediante la medición de la HbA1c, y/o métricas apropiadas de MCG al menos dos veces al año. Se debe realizar una evaluación glucémica más frecuente para las poblaciones que necesitan un control glucémico más estricto

 

Las limitaciones de las pruebas de laboratorio y la variabilidad intrapersonal de la glucosa y la HbA1c subrayan la importancia de utilizar múltiples enfoques para la monitorización glucémica y de seguir evaluando los resultados discordantes en todos los grupos raciales o étnicos.

 

En personas con enfermedades que interfieren con la interpretación de la HbA1c, se deben utilizar métodos alternativos para controlar el estado glucémico, como el autocontrol de la glucemia, la MCG o el uso de análisis de proteínas séricas glicosiladas. 

 

La HbA1c no proporciona una medida de la variabilidad glucémica ni de la hipoglucemia, por lo que, para los individuos propensos a la variabilidad glucémica, especialmente las personas con DM1 o DM2 con deficiencia grave de insulina, el estado glucémico se evalúa mejor mediante la combinación de los resultados de MCG y HbA1c

 

Se fija un objetivo más estricto (<6.5%) para personas con buena salud y bajo riesgo. (2026)


La icónica figura 6.1, que nos orienta como seleccionar los objetivos glucémicos individuales en función del estado de salud y otros factores específicos de la persona ha sido actualizada al incorporar en los objetivos las métricas de la MGC según estado de salud equiparándolas a las métricas de HbA1c(2026)


Mantiene la recomendación de promover el cribado rutinario del miedo a la hipoglucemia en individuos con riesgo de hipoglucemia. El glucagón debe prescribirse a todas las personas que toman insulina o que corren un alto riesgo de hipoglucemia. Son preferibles los preparados de glucagón que no tengan que reconstituirse.

 

Se introduce este año la recomendación para que los botiquines de primeros auxilios deben incluir glucosa oral para tratar la hipoglucemia. (2026)

 

En el tratamiento de la hipoglucemia no hay cambios reseñables. El tratamiento preferido para el individuo consciente con glucemia <70 mg/dl son 15-20 g de glucosa, aunque puede utilizarse cualquier forma de carbohidrato que contenga glucosa. Quince minutos después del tratamiento, si la monitorización de la glucosa en sangre (BGM) muestra una hipoglucemia continuada, deberá repetirse el tratamiento (B).

 

En el caso de la hipoglucemia de nivel 2 (definida como una concentración de glucosa en sangre <54 mg/dl) se requiere una acción inmediata para resolver el episodio hipoglucémico. Es posible que algún paciente presente hipoglucemia de nivel 2 sin síntomas y no sea consciente de la hipoglucemia.

 

El apartado enfermedades intercurrentes se amplía con criterios de cuándo suspender ciertos fármacos durante enfermedad aguda. Incluye más contexto clínico, como la influencia de la complejidad y la polifarmacia, y detalla recomendaciones específicas para suspender metformina, iSGLT-2, arGLP-1 y glitazonas según la condición del paciente y las interacciones de sulfonilureas con antimicrobianos. Finaliza incluyendo realizar guías de recomendaciones para pacientes y cuidadores(2026)

 

Dentro de la subsección titulada «Crisis hiperglucémicas: Diagnóstico, tratamiento y prevención» se modifica el enfoque, es más concisa y centrada en riesgo y prevención: además de describir la Cetoacidosis diabética (CAD) y el estado hiperglucémico hiperosmolar como emergencias graves, añade que su incidencia ha aumentado en la última década y que ambas conllevan riesgos posteriores de morbilidad, mortalidad y costos elevados. Desarrolla los factores de riesgo más actuales, incluido el papel de COVID-19 en la presentación de CAD, los medicamentos que pueden desencadenarla, el riesgo aumentado con iSGLT-2 en DM1 y destaca el futuro de la monitorización continua de cetonas. Además, añade énfasis en prevención, incluyendo educación estructurada, revisión sistemática de prácticas preventivas y evidencia sobre monitorización continua o sanguínea de cetonas. (2026)

 

 

 

7.-Tecnología y diabetes (sección 7, S150-165)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S150/163922/7-Diabetes-Technology-Standards-of-Care-in

 

Se mantienen las recomendaciones respecto a la monitorización continua de glucosa (MCG) reforzando su papel en el control glucémico, y su utilidad para la toma de decisiones terapéuticas. El uso de la tecnología debe individualizarse en función de las necesidades, los deseos, el nivel de conocimientos y la disponibilidad de los dispositivos del paciente

            

Se enfatiza la consideración de iniciar la temprana, incluso en el momento del diagnóstico, de la MCG, la infusión subcutánea continua de insulina (ISCI), y/o administración automatizada de insulina (AID) en función de las necesidades y preferencias de la persona o de su cuidador. 

 

Al prescribir un dispositivo de MCG, se debe garantizar que las personas con diabetes y sus cuidadores reciban capacitación y educación inicial y continua, según lo indiquen las circunstancias individuales. La educación debe incluir el uso de los datos, incluyendo la carga o el compartimiento de datos para monitorear y ajustar la terapia (C). Al prescribir un sistema de AID, las personas con diabetes y sus cuidadores deben recibir educación sobre cómo usar y solucionar problemas del sistema. Esta educación debe realizarse a intervalos regulares según sea necesario. La educación debe incluir el uso del sistema integrado y sus datos, incluyendo la carga o el compartimiento de datos para monitorear y ajustar la terapia (AID)(C)(2026)

 

Dentro del entorno escolar se debe brindar apoyo a niños y adolescentes en el uso de la tecnología, como los sistemas de MCG, la ISCI, las plumas de insulina conectadas y los sistemas de AID (E). (2026)

 

Las personas adultas con diabetes que utilizan tecnología para la diabetes deben recibir adaptaciones razonables en los entornos educativos y laborales, lo que incluye disponer de tiempo suficiente para manejar sus dispositivos y responder a niveles altos o bajos de glucosa (E). (2026)

 

No debe exigirse el nivel de péptido C (B), la presencia de autoanticuerpos de islotes (B) ni la duración del tratamiento con insulina (C) antes de iniciar la ISCI o un sistema de administración automática de insulina (AID).(2026)

 

Los beneficios del MCG ocurren independientemente de la edad, el sexo, el nivel educativo o de ingresos, o las características basales de la diabetes. (2026)

 

Se mantiene el texto sobre la MCG incluyendo información sobre los sensores integrados con los sistemas de AID. Se refuerzan los beneficios de la MCG en individuos con DM2 tratados con hipoglucemiantes distintos a la insulina. Es necesario estandarizar los informes de cualquier dispositivo tecnológico y proporcionando no sólo resúmenes de una sola página, sino también informes detallados e incluso a datos sin procesar, especialmente datos que informen sobre modificaciones de la dosis de insulina, como los sistemas AID.

 

Se ha modificado la Tabla 7.3 que proporciona definiciones actualizadas de los tipos de dispositivos de MCG. La MCG escaneada de manera intermitente (isMCG) solo queda como referencia histórica, aunque se menciona como una opción anterior. Los tres tipos de dispositivos ahora son: MCG en tiempo real (rtMCG), MCG de venta libre (OTC-MCG) y MCG profesional (2026)

 

Durante el embarazo, en personas con DM1, el uso de MCG puede ayudar a alcanzar los objetivos glucémicos (por ejemplo, tiempo en rango y tiempo por encima del rango) y el objetivo de HbA1c, y puede ser beneficioso para otros tipos de diabetes durante el embarazo. (2026)

 

En el apartado Bombas de insulina y sistemas de administración automatizada de insulina aparece otra de las modificaciones más relevantes: se generaliza la AID como primera opción en DM1 y muchos DM2. (2026)


Considere los sistemas AID para personas seleccionadas con DM2 tratadas con insulina basal que no están alcanzando sus metas glucémicas individualizadas (B). La elección de un sistema AID debe hacerse según las circunstancias, preferencias y necesidades de cada individuo (E). (2026)

 

El clínico debe ser consciente de la posible interferencia de ciertos medicamentos y otras sustancias en las mediciones de glucosa.

 

Se recomiendan los bolígrafos de insulina o los dispositivos de ayuda para la inyección de insulina para personas con problemas de destreza o problemas de visión.

  

Se deben valorar los beneficios de combinar la tecnología con el coaching online o virtual para mejorar los resultados glucémicos en individuos con DM y prediabetes. Este apartado se ha ampliado notablemente porque cada vez más personas recurren a Internet en busca de consejo, orientación, conexión y atención sanitaria. 

 

Se mantiene la importancia de continuar el uso de ISCI o AID en personas con DM mientras están hospitalizadas cuando sea clínicamente apropiado y con mediciones confirmatorias de glucemia para ajustar la dosis de INS y evaluar y tratar la hipoglucemia.

 

Como en las anteriores ediciones finalizan este apartado reflexionando sobre la velocidad en el desarrollo de las nuevas tecnologías para la diabetes. Los clínicos deben entender que el objetivo principal es el paciente con diabetes y debe elegirse la tecnología la adecuada para cada individuo. Las expectativas tecnológicas son muy grandes, pero aún no disponemos de una tecnología que elimine por completo el autocuidado del propio paciente, las tecnologías descritas en esta sección solo son herramientas que facilitan el autocuidado del paciente. 

 

 

 

8.-Obesidad y control de peso (sección 8, S166-182)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S166/163915/8-Obesity-and-Weight-Management-for-the-Prevention

 

La obesidad es una enfermedad crónica y a menudo progresiva que conlleva numerosas complicaciones médicas, físicas y psicosociales, incluido un riesgo considerablemente mayor de padecer DM2.

 

Tanto las pequeñas como las grandes pérdidas de peso deben considerarse objetivos en cada caso. En particular una pérdida de peso mayor (10% o más) puede tener efectos modificadores de la enfermedad remisión de la DM, y puede mejorar los resultados cardiovasculares a largo plazo.

 

Para apoyar el diagnóstico de obesidad, se justifican mediciones adicionales: la altura y el peso para calcular el IMC, la distribución de la grasa corporal, como la circunferencia de la cintura, la relación cintura-cadera y/o la relación cintura-altura.

 

El cribado de sobrepeso y obesidad debe realizarse anualmente utilizando el IMC y que, para confirmar la adiposidad excesiva, pueden considerarse evaluaciones adicionales de la grasa corporal mediante mediciones antropométricas (p. ej., relación cintura-cadera) o mediciones directas (p. ej., absorciometría dual de rayos X, análisis de impedancia bioeléctrica), cuando estén disponibles o sean factibles. (E) (2026)

 

Una pérdida de peso del 5–7% del peso corporal inicial mejora la glucemia y otros factores de riesgo cardiovascular intermedios (A)(2026) 


Además, una pérdida sostenida de >10% del peso corporal generalmente ofrece mayores beneficios, incluidos efectos modificadores de la enfermedad y una posible remisión de la diabetes tipo 2, A y puede mejorar los resultados cardiovasculares a largo plazo y la mortalidad. (B)

  

Permanece el mensaje sobre el estigma del peso y el sesgo hacia las personas con cuerpos más grandes. Se propone la empatía y la comprensión de la complejidad del control del peso entre los profesionales sanitarios como una vía útil para ayudar a reducir los prejuicios hacia el peso.

 

Los cambios de comportamiento que creen un déficit energético pueden dar lugar a una pérdida de peso. Las recomendaciones dietéticas deben ser individualizadas según las preferencias y necesidades nutricionales del paciente (A).

 

Se deben evaluar los factores sistémicos, estructurales y socioeconómicos que pueden influir en las pautas dietéticas (C). Las desigualdades en salud pueden afectar negativamente al aumento del riesgo de diabetes y de complicaciones.

 

Si el acceso a educación nutricional y actividad física es limitado sería interesante considerar programas estructurados alternativos que incluyan cambios en la nutrición, actividad física y asesoramiento conductual (p. ej., remotos, por telemedicina o mediante aplicaciones móviles). (E) (2026)

 

Si se alcanzan los objetivos de pérdida de peso, se recomiendan programas de mantenimiento del peso a largo plazo (≥1 año). Los programas eficaces proporcionan contacto y apoyo mensual, recomiendan el seguimiento continuo del peso corporal (semanal o más frecuentemente) y otras estrategias de autocontrol, y fomentan la actividad física regular (200-300 min/semana).

 

Siempre que sea clínicamente apropiado, involucrar a otros miembros del equipo de atención para minimizar el uso de medicamentos que favorecen el aumento de peso en el tratamiento de otras afecciones en adultos con diabetes y obesidad (E). (2026)

 

Se recomienda individualizar la dosis y el enfoque de ajuste de dosis de la farmacoterapia para la obesidad para equilibrar la eficacia, los beneficios para la salud y la tolerabilidad; la dosis óptima de tratamiento puede no ser la dosis máxima aprobada (B)(2026)

 

En personas con diabetes que no alcanzan los objetivos de tratamiento del peso, se debe modificar o intensificar el tratamiento con enfoques adicionales, incluidos programas estructurados de manejo del estilo de vida, cirugía metabólica, (A). Ahora incluye considerar agentes farmacológicos adicionales o alternativos (B). (2026)

 

Se mantiene la recomendación de realizar cribado de malnutrición en personas con DM y obesidad que han perdido mucho peso, especialmente en aquellos que se han sometido a cirugía metabólica y en quienes reciben tratamiento con terapia farmacológica para el manejo del peso.

 

Se debe considerar la cirugía metabólica (CM) para controlar peso y glucemia en personas con DM con IMC ≥ 30 Kg/m2.

 

Controlar a las personas sometidas a CM para detectar una pérdida de peso insuficiente o una recurrencia de peso al menos cada 6-12 meses. En los casos con pérdida de peso insuficiente o recurrencia de peso, evaluar los posibles factores predisponentes y, si procede, considere otras intervenciones para perder peso (p. ej., farmacoterapia para la obesidad)

 

Se mantiene la recomendación específica para continuar con la farmacoterapia de control de peso, según esté indicado, después de alcanzar los objetivos de pérdida de peso para mantener los beneficios para la salud y evitar la recuperación de peso y empeoramiento de las anomalías cardiometabólicas que suelen derivarse de la interrupción súbita de la farmacoterapia.

  

Si se sospecha hipoglucemia posterior a una CM, la evaluación clínica debe excluir otros posibles trastornos que contribuyan a la hipoglucemia, y el manejo debe incluir educación, terapia médica nutricional con un dietista-nutricionista registrado y experimentado en hipoglucemia posterior a cirugía metabólica, así como tratamiento farmacológico, según sea necesario. En personas con hipoglucemia posterior a una CM, utilizar la MCG para mejorar la seguridad.

  

La prevalencia de sobrepeso (30–40%) y obesidad (15–30%) en personas con DM1 es similar a la de la población adulta general y se asocia con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y complicaciones microvasculares. El manejo de la obesidad en esta población aún carece de intervenciones basadas en evidencia específicas, aunque estudios preliminares muestran resultados positivos realizados con terapias basadas en arGLP-1 y CM. El uso de arGLP-1 o terapias duales requiere una revisión cuidadosa de los efectos secundarios, monitorizar la insulina y el riesgo de hipoglucemia, y ajustes individualizados, especialmente en quienes usan sistemas AIP. La CM puede reducir significativamente el IMC, aunque sus efectos sobre la HbA1c son variables y conlleva riesgos de cetoacidosis diabética, hipoglucemia y complicaciones postoperatorias a largo plazo. En todos los casos, la selección de pacientes debe basarse en un enfoque multidisciplinario, decisiones compartidas, monitoreo riguroso y establecimiento de expectativas realistas. (2026)

 

 

 

9.-Terapia farmacológica del control glucémico (sección 9, S183-215)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S183/163934/9-Pharmacologic-Approaches-to-Glycemic-Treatment

 

DM1

 

Como todos los años, pocos cambios en el apartado de DM1. 

 

La INS sigue siendo el tratamiento de la DM1. La utilización de análogos de la INS se ha asociado con un menor riesgo de hipoglucemia, menor ganancia ponderal y reducciones de la HbA1c que las INS humanas. Asimismo, los nuevos análogos de acción prolongada (U-300 glargina o degludec) presentan menor riesgo de hipoglucemia comparado con la glargina U-100 en pacientes con DM1.

   

El precepto central en el manejo de la INS en el paciente con DM1 es que sea administrada en un régimen planificado y adaptado a la persona para alcanzar el objetivo glucémico y, al mismo tiempo, evitar complicaciones como la cetoacidosis diabética y la hipoglucemia.

 

Se recomienda el uso precoz de la MCG en adultos con DM1 para mejorar los resultados glucémicos y la calidad de vida y minimizar la hipoglucemia. Y se recomiendan los sistemas automáticos de administración de insulina para todos los adultos con DM1. 

 

Se ha añadido un nuevo algoritmo: Iniciación y ajuste de insulina en personas con DM1 usando múltiples dosis diarias (MID) (Figura 9.2). El algoritmo describe cómo iniciar y ajustar la insulina en personas con DM1 que usan MID. Primero se considera la situación individual del paciente, se educa en autocuidado y se prescribe glucagón. La insulina se inicia con 0.4–0.5 unidades/kg/día divididas entre basal y prandial, y luego se ajusta según metas de glucosa y HbA1c utilizando datos de MGC. Si no se logran las metas, se hacen cambios específicos: se reduce la dosis si hay hipoglucemia, se aumenta si hay hiperglucemia, se ajusta la insulina basal si la glucosa en ayunas está elevada y se modifica la insulina prandial si la hiperglucemia es postprandial. Se reevalúan dosis y técnica en cada visita para asegurar un tratamiento adecuado. (2026)

 

DM2

 

Aunque se mantienen la mayoría de recomendaciones incorporadas en los años previos con respecto al consenso ADA/EASD de 2022, es en este capítulo donde aparecen muchas de las novedades más significativas. Recomendamos leer con atención y ante la duda, acudir a la fuente. 

 

Se enfatiza la importancia de seleccionar medicamentos reductores de glucosa que ofrezcan una efectividad suficiente y que logren y mantengan múltiples objetivos de tratamiento simultáneamente. Esto incluye mejorar los resultados CV, renales, de peso y otros resultados relevantes, reducir el riesgo de hipoglucemia, y considerar aspectos como el costo, el acceso, el riesgo de reacciones adversas y las preferencias individuales.

  

Se aconseja la elección de medicamentos para individuos con DM2 y riesgo elevado o establecido de enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVAS), como los arGLP1 y los iSGLT2 no solo para el control glucémico, sino también como una estrategia integral para la reducción del riesgo CV, incluso independientemente de los niveles de HbA1c.

 

Se mantiene la recomendación de iSGLT2 como parte del manejo integral. Este enfoque tiene como objetivo no solo el control glucémico, sino también la prevención de hospitalizaciones por IC, independientemente de los niveles de HbA1c.

 

En adultos con DM2, obesidad e insuficiencia cardíaca sintomática con fracción de eyección preservada (ICFEp), el plan de tratamiento para el control glucémico debe incluir un agonista dual de GIP y GLP-1 con beneficios demostrados en los síntomas relacionados con la insuficiencia cardíaca y en la reducción de eventos de insuficiencia cardíaca (independientemente de la HbA1c). (A) (2026)

 

En adultos con DM2, obesidad y ICFEp sintomática, el plan de tratamiento para el control glucémico debe incluir un arGLP-1 con beneficios demostrados en los síntomas relacionados con la insuficiencia cardíaca (A) y/o en la reducción de eventos de insuficiencia cardíaca (independientemente de la HbA1c). (B) para incluir a los arGLP-1 con beneficios demostrados en los síntomas relacionados con la insuficiencia cardíaca y/o en la reducción de eventos de insuficiencia cardíaca. (2026)

 

En adultos con DM2 y enfermedad renal crónica avanzada (FGe <30 mL/min/1.73 m²), se prefiere un arGLP-1 para el manejo glucémico debido al menor riesgo de hipoglucemia y a la reducción de eventos cardiovasculares. (B) Las personas en diálisis pueden iniciar o continuar de manera segura una terapia basada en arGLP-1 (que no dependa de la depuración renal) para reducir el riesgo cardiovascular y la mortalidad. (C)(2026)

 

En adultos con DM2, enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD) y sobrepeso u obesidad, considere el uso de un arGLP-1 con beneficios demostrados en esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH) (A), o un agonista dual de GIP y GLP-1 con beneficios potenciales en MASH (B), para el manejo glucémico y como terapia complementaria a las intervenciones para la pérdida de peso. (2026)

  

En la Figura 9.4 se ha revisado el algoritmo de intensificación de terapias inyectables en la DM2, incorporando como primera opción de tratamiento cuando no se necesita insulina a un arGLP‑1, o un agonista dual GIP/GLP‑1, en lugar de insulina. Este enfoque se aplica especialmente a personas con DM2 que tienen además comorbilidades como obesidad, MASLD o MASH, o insuficiencia cardíaca con fracción de eyección conservada (ICFEp), ya que estos fármacos ofrecen beneficios adicionales sobre el peso, enfermedades hepáticas, cardiovasculares o metabólicas, además del control glucémico. (2026)

 

En cuanto al abordaje del peso, siguen haciendo hincapié en los hábitos saludables (alimentación y ejercicio), valorar fármacos con reducción de peso o cirugía bariátrica. En la elección del fármaco hipoglucemiante se ha observado en la pérdida de peso una eficacia muy alta: (semaglutida y tirzepatida), alta (dulaglutida y liraglutida), media (otros arGLP-1 e iSGLT-2) y neutra (metformina e iDPP-4).

 

Si se utiliza insulina, se recomienda el tratamiento combinado con un arGLP1 o Tirzepatida para lograr una mayor eficacia glucémica, así como efectos beneficiosos sobre el peso y el riesgo de hipoglucemia en adultos con DM2. La dosificación de insulina debe reevaluarse al añadir o aumentar la dosis de un arGLP-1 o agonista dual. 

 

Se debe incidir en los comportamientos saludables, educación y apoyo para el autocontrol de la diabetes, prevención de la inercia terapéutica y los determinantes sociales de la salud como componentes esenciales del plan de tratamiento glucémico en todas las personas con diabetes (A). (2026)

 

Se recomienda el uso de MGC desde el inicio de la diabetes y en cualquier momento posterior en adultos con diabetes que estén en terapia con insulina (A), en terapias no insulínicas que puedan causar hipoglucemia (B), y en cualquier tratamiento para la diabetes en el que el MGC ayude en el manejo (B). La elección del dispositivo de MGC y el método de uso debe basarse en las circunstancias, preferencias y necesidades individuales de cada persona. (2026)

 

Vigilar los signos de sobretratramiento basal durante la terapia con insulina, como una diferencia significativa entre la glucosa a la hora de acostarse y por la mañana, o entre la glucosa posprandial y preprandial, la aparición de episodios de hipoglucemia (con o sin conciencia de ellos) y una alta variabilidad glucémica. Cuando se sospeche sobretratramiento basal, debe realizarse de inmediato una reevaluación exhaustiva para adaptar aún más la terapia a las necesidades de la persona. (E)

 

Se recomienda ofrecer los sistemas AID a todos los adultos con DM1 y DM2 que estén en tratamiento con insulina, según las necesidades y preferencias de la persona o de su cuidador (A). (2026)

 

Se han agregado nuevas recomendaciones para el manejo glucémico en el contexto del tratamiento del cáncer. Son extensas, variadas y específicas, así que recomendamos acudir a la fuente original. (2026)

 

Para las personas que reciben tratamiento con glucocorticoides ajustar o iniciar terapias adicionales para reducir la glucosa a fin de mantener los objetivos glucémicos individualizados según el plan específico de tratamiento, con reevaluación frecuente de los niveles de glucosa y de los planes de tratamiento con glucocorticoides (C). (2026)

 

En adultos con DM posterior al trasplante o con DM2 preexistente, se prefiere la insulina para el manejo de la hiperglucemia en el período postoperatorio. (A). Puede considerarse un iDPP-4 para la hiperglucemia leve. (A). Puede considerarse un arGLP-1 para el manejo glucémico a largo plazo debido a beneficios cardiometabólicos adicionales. (C). (2026)

 

En casos de diabetes relacionada con fibrosis quística se debe optar por la insulina y/o bombas de insulina.

  

En los casos de diabetes de aparición en la madurez de los jóvenes (maturity-onset diabetes- MODY) pueden utilizarse sulfonilureas, pero muchos terminan con insulina.

 

 


10. Manejo del riesgo cardiovascular (sección 10, S216–S245)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S216/163933/10-Cardiovascular-Disease-and-Risk-Management

 

Control de las presión arterial

 

Se insiste en la necesidad de un enfoque multifactorial para la reducción global del riesgo de las complicaciones de la DM. (Control de la glucemia, PA y lípidos y la incorporación de terapias específicas con beneficios CV y renales) (Fig. 10.1). 

 

La PA debe medirse en cada visita clínica de rutina, o al menos cada 6 meses. (2025). A las personas con PA elevada sin diagnóstico de hipertensión (PAS 120–129 mmHg y PAD <80 mmHg) se les debe confirmar la PA mediante múltiples lecturas, incluidas las mediciones en días diferentes, para diagnosticar la hipertensión (A). 


La hipertensión se define como una PAS ≥ 130 mmHg o una PAD ≥ 80 mmHg basada en un promedio de dos o más mediciones obtenidas en dos o más ocasiones (A). Coincide con la definición establecida por el Colegio Americano de Cardiología (ACC) y la Asociación Americana del Corazón (AHA). En pacientes con ECV y con una PA ≥ 180/110 mmHg podría diagnosticarse de HTA (E).

 

Se recomienda que todos los pacientes con DM y HTA monitoricen su PA en su domicilio después de recibir la educación adecuada. (A). Para las personas con DM e HTA, los objetivos de PA deben individualizarse mediante un proceso de toma de decisiones compartido que aborde el RCV, los posibles efectos adversos de los medicamentos antihipertensivos y las preferencias del paciente (B). No se recomienda la toma de dosis al acostarse. 

 

Si se puede alcanzar de forma segura, el objetivo de presión arterial durante el tratamiento es <130/80 mmHg; se debe recomendar un objetivo de presión arterial sistólica <120 mmHg en personas con alto riesgo cardiovascular o renal. (A). Todo ello en consonancia con las directrices del ACC/AHA, la Sociedad Internacional de HTA, la Sociedad Europea de Cardiología y la Sociedad Europea de Hipertensión. (2026)

 

La recomendación para mujeres embarazadas con DM e HTA, se plantea un objetivo de PA < 140/90 mmHg para iniciar y ajustar la dosis del tratamiento para obtener mejores resultados en el embarazo (A). 

 

Para las personas con PA >120/80 mmHg, la intervención en el estilo de vida consiste en pérdida de peso cuando esté indicado, un patrón de alimentación que incluye la reducción de la ingesta de sodio y el aumento de la ingesta de potasio, moderación en la ingesta de alcohol, abandono del hábito de fumar y aumento de la actividad física (A). 

 

En personas con PA confirmada ≥130/80 mmHg, se debe iniciar y ajustar la dosis farmacológica para alcanzar su objetivo individualizado de PA (A). (2026)

 

Personas con PA confirmada ≥150/90 mmHg además de MEV se debe iniciar y ajustar el tratamiento con dos fármacos o una combinación de medicamentos en una sola pastilla que hayan demostrado reducir los eventos cardiovasculares en personas con diabetes (A). Las personas con PA entre 130/80 mmHg y 150/90 mmHg pueden comenzar con un solo fármaco.

 

El tratamiento de la HTA debe incluir clases de medicamentos que hayan demostrado reducir los EvCV en personas con DM (IECA, ARA2, diuréticos tiazídicos o bloqueadores del canal del calcio dihidropiridínicos) (A). Los IECA o ARA 2 se recomiendan como tratamiento de primera línea en personas con DM y albuminuria y enfermedad coronaria (A). Generalmente, se requiere politerapia para alcanzar los objetivos de PA. Sin embargo, no deberían usarse las combinaciones de estos grupos farmacológicos, incluidos ARA2/inhibidores de neprilisina (A).

 

En personas no embarazadas con DM e hipertensión, se recomienda un IECA o un ARA 2 para aquellas con albuminuria moderadamente elevada (cociente albúmina-creatinina (CAC) 30-299 mg/g) (B) y se recomienda encarecidamente para aquellas con albuminuria gravemente elevada (CAC ≥300 mg/g) y/o una tasa de filtración glomerular estimada (TFGe) <60 ml/min/1,73 m² a la dosis máxima tolerada para prevenir la progresión de la enfermedad renal y reducir los eventos cardiovasculares (A). Si una clase no se tolera, se debe sustituir por la otra (B). (2026)

 

Vigilar la disminución de la TFGe y el aumento de los niveles séricos de potasio al inicio y periódicamente, cuando se utilicen IECA, ARA 2 y ARM (B). Vigilar la hipopotasemia cuando se utilicen diuréticos en las visitas de rutina y entre 7 y 14 días después del inicio o después de un cambio de dosis, y periódicamente, según sea clínicamente apropiado (B). (2026)

 

Los IECA, ARA2, ARM, los inhibidores directos de la renina y los inhibidores de la neprilisina deben evitarse en personas sexualmente activas en edad fértil que no utilicen métodos anticonceptivos fiables y que estén contraindicados durante el embarazo (A). 

 

Las personas con “HTA resistente” que no alcanzan los objetivos de PA con tres fármacos incluido un diurético, deben ser consideradas para terapia con ARM (espironolactona y eplerenona) (A). 

 

Manejo de lípidos

 

En cuanto al control lipídico, al margen de la MEV focalizada en la pérdida de peso (si está indicado), recomiendan la Dieta Mediterránea, reduciendo las grasas saturadas y trans; incrementando la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados omega-3, fibra, la ingesta de fitoestanoles/esteroles e incrementar la actividad física para mejorar el perfil lipídico y reducir el riesgo de ECVA en los pacientes con DM (A). Del mismo modo se debe optimizar el control glucémico si los niveles de triglicéridos (TG) están elevados (≥150 mg/dl) y/o las lipoproteínas de alta densidad (HDL-c) están bajas (< 40 mg/dl en varones e < 50 mg/dl en mujeres) (C).

 

En adultos con PRED o DM que no toman estatinas u otros tratamientos para reducir los lípidos, es razonable obtener un perfil lipídico en el momento del diagnóstico, en una evaluación médica inicial, anualmente a partir de entonces o con mayor frecuencia si está indicado (E). 

 

Pedir un perfil de lípidos al inicio del tratamiento hipolipemiante, a las 4 a 12 semanas después del inicio o de un cambio en la dosis, y anualmente a partir de entonces, ya que puede ayudar a monitorear la respuesta al tratamiento e informar la toma de medicamentos (A). 

 

Para personas con diabetes de entre 20 y 39 años con factores de riesgo adicionales de ECVA, puede ser razonable iniciar un tratamiento con estatinas además de una terapia de estilo de vida (C).


En los pacientes con DM entre 40-75 años sin ECVA se recomienda utilizar estatinas de moderada intensidad (A). Tabla 10.1.

 

Para las personas con DM de 40 a 75 años de edad con alto RCV, incluidas aquellas con uno o más FRCV de ECVA, se recomienda usar una terapia de estatinas de alta intensidad para reducir las lipoproteínas de baja densidad (LDL-c) en ≥ 50 % del valor inicial y alcanzar un objetivo LDL-c < 70 mg/dl (A).  Además, en personas con DM de 40 a 75 años de edad con mayor RCV, especialmente aquellas con múltiples FRCV y un LDL-c de ≥ 70 mg/dl, puede ser razonable agregar ezetimiba o un inhibidor de PCSK9 (Proprotein Convertasa Subtilisin /Kexin 9) a la dosis máxima tolerada del tratamiento tolerado con estatinas (B). 

 

En pacientes con DM mayores de 75 años que ya reciben tratamiento con estatinas, es razonable continuarlo (B) y puede ser razonable iniciar una terapia con estatinas de intensidad moderada después de la discusión de posibles beneficios y riesgos (C).

 

En personas con DM intolerantes a las estatinas, se recomienda el tratamiento con ácido bempedoico para reducir las tasas de EvCV como plan alternativo para reducir el colesterol (A). 

 

En la mayoría de las circunstancias, los agentes hipolipemiantes deben suspenderse antes de la concepción y evitarse en personas sexualmente activas en edad fértil que no estén usando un método anticonceptivo (B). En algunas circunstancias (por ejemplo, para personas con hipercolesterolemia familiar o evento de ECVA previo), la terapia con estatinas puede continuar cuando los beneficios superen los riesgos (E). 

 

Ante pacientes de cualquier edad con DM y ECVA previa, debe añadirse una estatina de alta intensidad a la MEV (A). También se recomienda el tratamiento con estatinas de alta intensidad para lograr una reducción del LDL-c de ≥ 50 % desde el inicio y un objetivo de LDL-c inferior a 55 mg/dl. Si el objetivo no se logra con la terapia máxima tolerada con estatinas, se recomienda agregar ezetimiba o un inhibidor de PCSK9 (B). Para individuos que no toleran la intensidad prevista, debe usarse el máximo tolerado de estatina (E).

 

En el caso de las personas con DM y ECVA intolerantes a las estatinas, se debe considerar la terapia con inhibidor de PCSK9 con anticuerpos monoclonales (A), la terapia con ácido bempedoico (A), o la terapia con inhibidor de PCSK9 con inclisiran siRNA (E) deben considerarse como una terapia alternativa para reducir el colesterol. 

 

Los pasos iniciales en personas con intolerancia a las estatinas pueden incluir cambiar a una estatina de alta intensidad diferente si está indicada, cambiar a una de intensidad moderada o baja, reducir la dosis de estatinas o usar una dosis no diaria con estatinas.

 

En pacientes con TG ≥ 500mg /dl, se debe evaluar las causas secundarias, y considerar tratar para reducir el riesgo de pancreatitis (C). En adultos con hipertrigliceridemia (TG en ayunas >150 mg/dl o TG sin ayunas >175 mg/dl), debemos abordar y tratar los factores relacionados con el estilo de vida (obesidad y síndrome metabólico), los factores secundarios (diabetes, enfermedad hepática o renal crónica y/o síndrome nefrótico e hipotiroidismo) y los medicamentos que aumentan los TG (C). En individuos con ECVA u otros factores de RCV que toman una estatina con LDLc controlado, pero TG 150–499 mg/dl, la adición de icosapento de etilo puede considerarse para reducir el RCV (B). 

 

Para las personas que reciben tratamiento con estatinas, no se recomienda la adición de fibrato, niacina o suplementos dietéticos que contengan ácidos grasos n-3, ya que no confieren una reducción adicional del riesgo cardiovascular (A). (2026)

 

Agentes antiplaquetarios

 

Se mantiene la aspirina (75-162 mg/día) en prevención secundaria en pacientes con DM y ECV previa (A). Si existiera una alergia a la aspirina, puede emplearse clopidogrel (75 mg/día) (B). La terapia antiagregante dual (bajas dosis de aspirina junto con inhibidores del receptor plaquetario P2Y12) en pacientes con DM tras un síndrome coronario agudo o ACV isquémico/AIT debería valorarse en un enfoque de equipo interprofesional que incluya un especialista cardiovascular o neurológico para decidir la duración del tratamiento (E).

 

Se debe considerar la terapia combinada con 81 mg de aspirina al día más 2,5 mg de rivaroxabán dos veces al día en personas con enfermedad coronaria o enfermedad arterial periférica (EAP) estable y bajo riesgo de sangrado para prevenir eventos adversos graves en las extremidades y cardiovasculares (A). 

 

En prevención primaria se puede utilizar la aspirina (75-162 mg/d) en personas con DM que tienen un alto RCV, después de discutir con el paciente sobre los beneficios CV frente al hecho de aumentar el riesgo de sangrado (A). Con la evidencia actual (ARRIVE, ASPREE, ASCEND y ADAPTABLE) en prevención primaria, el uso de la aspirina en general, puede no recomendarse. 

 

Enfermedad cardiovascular

 

En pacientes asintomáticos, no se recomienda el cribado de rutina de la enfermedad coronaria, ya que no mejora los resultados siempre que se traten los factores de riesgo de la ECVA (A). 

 

Considerar la posibilidad de realizar estudios para la enfermedad de la arteria coronaria en presencia de cualquiera de los siguientes: signos o síntomas de enfermedad cardíaca o vascular asociada, incluidos soplos carotídeos, accidente isquémico transitorio, accidente cerebrovascular, claudicación o EAP; o anomalías en el electrocardiograma (p. ej., ondas Q) (E).

 

Las personas con DM tienen un mayor riesgo de desarrollar anomalías cardíacas estructurales o funcionales asintomáticas (IC en estadio B) o IC sintomática (estadio C). Considerar la medición del péptido natriurético (BNP o NTproBNP) para facilitar la prevención de la IC en estadio C (B). 

 

En individuos asintomáticos con DM y un nivel de péptido natriurético anormal, se recomienda la ecocardiografía para identificar la IC en etapa B. (A) para facilitar la prevención o progresión a etapas sintomáticas de IC. 

 

En personas asintomáticas con DM y ≥ 65 años, enfermedad microvascular en cualquier localización, o complicaciones en los pies o cualquier daño en órganos diana, se recomienda la detección de enfermedad arterial periférica (EAP) con la prueba del índice tobillo-brazo (ITB) si un diagnóstico de EAP cambiara el tratamiento (B).  

 

En los pacientes DM2 con ECVA o ERC establecida, se recomienda un iSGLT2 o un aGLP-1 con beneficio CV demostrado para reducir el riesgo CV o como pauta hipoglucemiante (A). 

 

En personas con DM2 y ECVA, o con múltiples factores de riesgo de ECVA o ERC, se recomienda un iSGLT2 con beneficio CV demostrado para reducir el riesgo de EvCV mayores (MACES) y/o hospitalización por IC (A). 

 

En personas con DM 2 y ECVA establecida o con múltiples factores de riesgo de ECVA o ERC, se recomienda un arGLP-1 con beneficio CV demostrado para reducir el riesgo de eventos cardiovasculares (A). (2026)

 

En personas con DM2 y ECVA establecida o múltiples FRCV de ECVA, combinar un iSGLT2 y un aGLP-1 con beneficio CV demostrado para la reducción del riesgo EvCV y renal (B). 

 

En personas con DM2 e IC establecida con Insuficiencia Cardiaca con Fracción de Eyección Reducida (ICFER) o Insuficiencia Cardiaca con Fracción de Eyección Preservada (ICFEP), se recomienda un iSGLT2 (incluido el iSGLT1/2) con beneficio demostrado en esta población de pacientes para reducir el riesgo de empeoramiento de la IC y muerte cardiovascular (MCV) (A). 

 

En personas con DM2 con ICFER o ICFEP, un iSGLT2 con beneficio probado en esta población, para mejorar síntomas, limitaciones físicas y calidad de vida (A). 

 

Para personas con DM2 y ERC con albuminuria tratadas con dosis máximas toleradas de un IECA o ARA2, se recomienda agregar Finerenona para mejorar los resultados CV y reducir el riesgo de progresión de la ERC (A).


En personas con DM de 55 años o más con ECVA establecida o con FRCV adicionales, se recomienda el tratamiento con IECA o ARA2 para reducir el riesgo de EvCV (A).

 

Se recomienda un enfoque interprofesional en personas con DM e IC asintomática en estadio B para optimizar el tratamiento médico, y así reducir el riesgo de progresión a IC sintomática (estadio C). (A) En esta población se recomiendan los IECA/ARA2 y bloqueadores beta para reducir el riesgo de progresión a IC sintomática (estadio C) (A). 

 

En personas con DM2 e IC asintomática (estadio B), o con alto riesgo de ECV o ECV establecida, se recomienda el tratamiento con un iSGLT2 con beneficio demostrado en la prevención de la IC (A) o un AR GLP-1 con beneficio demostrado en la prevención de la IC (B) para reducir el riesgo de hospitalización por insuficiencia cardíaca. (2026)

 

En adultos con DM2, obesidad e IC sintomática con ICFEP, el plan de tratamiento debe incluir un GIP/GLP-1 dual (A) o un arGLP-1 (B) con beneficio demostrado en la reducción de eventos de IC. (2026)

 

En adultos con DM2, obesidad e ICFEP sintomática, el plan de tratamiento debe incluir un dual GIP/GLP-1 o un arGLP-1 con beneficio demostrado para la reducción de los síntomas de IC (A). (2026)

 

En personas con DM2 y ERC, se recomienda finerenona para reducir el riesgo de hospitalización por insuficiencia cardíaca (A).

 

En personas con DM, se recomienda el tratamiento médico dirigido para el IAM y la IC sintomática en estadio C con IECA/ARA2, ARM, inhibidores del receptor de angiotensina/neprilisina, bloqueadores beta e iSGLT2, similar al tratamiento en personas sin diabetes (A). 

 

En personas con DM e IC sintomática en estadio C con FE >40 %, se recomienda un ARM no esteroideo con beneficio comprobado en la reducción de eventos de empeoramiento de la IC. (A) No se debe utilizar un ARM no esteroideo con un ARM. (2026) 

 

En personas con DM2 e IC estable, se puede continuar con la MET para reducir la glucosa si la FGe permanece > 30 ml/min/ 1,73 m2, pero debería evitarse en personas inestables u hospitalizadas por IC (B). 

 


 

11. Enfermedad renal crónica y manejo del riesgo (sección 11, S246–S260)

 

Se debe evaluar la función renal mediante la medición aleatoria del CAC en orina y la TFGe al menos una vez al año en personas con DM1 con una duración de ≥5 años y en todas las personas con DM2, independientemente del tratamiento (B). (2026)

 

En personas con ERC, se recomienda monitorizar la albúmina urinaria (p. ej., CAC al azar) y la TFGe de 1 a 4 veces al año, según el estadio de la enfermedad renal (Fig. 11.1) (B) y la derivación a nefrología necesaria para cada caso. 

 

Se debe optimizar el control de la glucosa para reducir el riesgo o ralentizar la progresión de la ERC (A)

 

Si se puede alcanzar de forma segura, el objetivo de PA durante el tratamiento para personas con ERC es <130/80 mmHg; se debe fomentar un objetivo de presión arterial sistólica <120 mmHg o una reducción de la variabilidad de la presión arterial (A). (2026)

 

En personas no embarazadas con DM e hipertensión, se recomienda un IECA o ARA 2 para aquellas con CAC 30-299 mg/g (B), y se recomienda para aquellas con CAC ≥300 mg/g y/o TFGe <60 ml/min/1,73 m² a la dosis máxima tolerada para prevenir la progresión de la enfermedad renal y reducir los eventos cardiovasculares (A). Si una clase no se tolera, se debe sustituir por la otra (B). (2026)

 

Monitorizar la disminución de la TFGe y el aumento de los niveles séricos de potasio al inicio y periódicamente, según sea clínicamente apropiado, cuando se utilicen IECA, ARA-2 y ARM (B). Monitorizar la hipopotasemia al usar diuréticos en las visitas de rutina y de 7 a 14 días después del inicio o después de un cambio de dosis, y periódicamente según sea clínicamente apropiado (B). (2026)

 

Los IECA y ARA2 no se recomiendan para la prevención primaria de ERC en personas con DM que tienen PA normal, CAC inferior a 30 mg/g y FGe normal (A). No se debe suspender el bloqueo del sistema renina-angiotensina (SRA) por incrementos menores o igual al 30% en la creatinina en ausencia de deplección del volumen (A). 

 

En los pacientes con DM2 y ERC, se recomienda el uso de los iSGLT2, dado su beneficio demostrado en la reducción de la progresión de la ERC y de los eventos cardiovasculares (EvCV) en aquellos con una tasa FGe ≥ 20 ml/min/1,73 m², pero puede continuarse de forma segura hasta la insuficiencia renal (A). Además, los iSGLT2 disminuyen el riesgo de insuficiencia cardíaca, independientemente del control glucémico. 

 

Para reducir la progresión de la enfermedad renal y el riesgo cardiovascular en personas con DM2 y ERC, se recomienda un arGLP-1 con un beneficio demostrado en esta población (A). (2026)

 

Finalmente, para reducir la progresión de la ERC y los eventos cardiovasculares en personas con ERC y albuminuria, se recomienda un ARM no esteroideo que haya demostrado su eficacia en ensayos clínicos (si la TFGe es ≥25 ml/min/1,73 m²). Se deben monitorizar los niveles de potasio un mes después del inicio (A).

 

Se puede considerar el inicio simultáneo de un iSGLT2 y un ARM no esteroideo (finerenona) en adultos con DM2 y CAC ≥100 mg/g con una TFGe de 30-90 ml/min/1,73 m² que reciben un IRA debido a la evidencia de seguridad y efectos beneficiosos sobre la albuminuria (B). (2026)

 

Los medicamentos nefroprotectores potencialmente perjudiciales durante el embarazo deben evitarse en mujeres sexualmente activas en edad fértil que no utilicen métodos anticonceptivos fiables y, si los utilizan, deben cambiarse antes de la concepción a medicamentos nefroprotectores considerados más seguros durante el embarazo (B).

 

Las personas con una TFGe <20 ml/min/1,73 m² que no estén en diálisis pueden continuar de forma segura con iSGLT2 para reducir el riesgo de progresión de la ERC (B) y obtener beneficios cardiovasculares (C). (2026)

 

Las personas en diálisis pueden iniciar o continuar de forma segura con una terapia basada en arGLP1 que no dependa del aclaramiento renal para reducir el riesgo cardiovascular y la mortalidad (C). (2026)

 

El objetivo es reducir la albúmina urinaria en ≥ 30 % en personas con ERC y albuminuria ≥ 300 mg/g para retardar la progresión de la ERC. (B)

 

Para personas con ERC en estadio G3 o superior, la ingesta de proteínas debe ser de 0,8 g/kg de peso corporal al día, al igual que para la población general. (A) Para personas en diálisis, se debe considerar una ingesta de proteínas de 1 a 1,2 g/kg/día, ya que el desgaste proteico-energético es un problema importante para algunas personas en diálisis. (B)

 

Será preciso derivar a nefrología si existiera un aumento continuo del CAC y/o si el FGe baja de 30 ml/min/1,73 m2 (A).  Mantienen la recomendación de derivar si se tiene dudas sobre la etiología de la enfermedad renal, problemas de manejo o una enfermedad renal que progresa rápidamente (B).

 

 

 

12. Retinopatía, neuropatía y cuidado de los pies (sección 12, S261–S276)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S261/163919/12-Retinopathy-Neuropathy-and-Foot-Care-Standards

 

Retinopatía

 

En cuanto a la retinopatía diabética (RD) aconsejan implementar estrategias para ayudar a las personas con diabetes a alcanzar sus objetivos glucémicos, de lípidos y la PA, reducir o retardar la progresión de la misma (A).


Se debe valorar el estado de la retinopatía al intensificar el tratamiento hipoglucemiante como los aGLP1 (sin existir asociación per se con ella), puesto que reducciones rápidas en HbA1c pueden estar asociadas con un empeoramiento inicial de la retinopatía. 

 

La evaluación de la retinografía se debe hacer a los 5 años del inicio del DM1 y al diagnóstico en la DM2 (B).

 

Si no se detecta retinopatía en uno o más exámenes anuales y el control glucémico se mantiene en objetivos, el cribado puede espaciarse cada 1–2 años. Ante cualquier grado de retinopatía, el examen de fondo de ojo debe realizarse al menos una vez al año. Si hay progresión o riesgo para la visión, será necesario aumentar la frecuencia de las evaluaciones (B).

 

La FDA ha autorizado 3 algoritmos (IDx-DR, AEYE-DS, EyeArt) de inteligencia artificial (IA) para la lectura de las retinografías.  Dichos programas deben proporcionar vías para la derivación oportuna a un examen ocular completo cuando esté indicado (B).


Las personas con DM1 o DM2 se debe realizar un examen ocular antes del embarazo, así como en el primer trimestre, y es posible que deban ser monitoreadas cada trimestre y durante 1 año después del parto, según lo indique el grado de retinopatía (B). La Diabetes gestacional no requiere examen ocular. 

 

Remitir de inmediato a las personas con cualquier nivel de edema macular diabético, retinopatía diabética no proliferativa moderada o grave (precursora de la RDP) o cualquier RDP a un oftalmólogo con conocimientos y experiencia en el tratamiento de la retinopatía diabética (A).

 

La terapia de fotocoagulación láser panretiniana está indicada para reducir el riesgo de pérdida de visión en personas con RDP de alto riesgo y, en algunos casos, RD no proliferativa grave (A).

 

Las inyecciones intravítreas de anti-factor de crecimiento vasculo-endotelial (VEGF) (aflibercept y ranibizumab) son una alternativa razonable a la fotocoagulación láser panretiniana tradicional para algunas personas con RDP y también reducen el riesgo de pérdida de visión en estas personas (A).

 

Las inyecciones intravítreas de antiVEGF (bevacizumab, ranibizumab, aflibercept, brolucizumab y faricimab) están indicadas como tratamiento de primera línea para el edema macular diabético que afecta el centro foveal y deteriora la agudeza visual (A).


La fotocoagulación focal/en rejilla macular y las inyecciones intravítreas de corticosteroides son tratamientos razonables en ojos con edema macular diabético persistente a pesar de la terapia previa con anti-VEGF o en ojos que no son candidatos para este enfoque de primera línea (A). 

 

La presencia de retinopatía no es una contraindicación para el tratamiento con aspirina para cardioprotección, ya que la aspirina no aumenta el riesgo de hemorragia retiniana (A). 

 

La evidencia sobre el impacto ocular de los arGLP-1 es heterogénea. Algunos ensayos han descrito un leve aumento de la progresión de la RD, especialmente ante descensos rápidos de la HbA1c, por lo que se recomienda valorar el estado retiniano al intensificar el tratamiento. Estudios observacionales han sugerido asociaciones con neuropatía óptica isquémica anterior o degeneración macular, aunque los datos son limitados. En contraste, otros trabajos apuntan a posibles beneficios, como reducción de la presión intraocular y menor riesgo de glaucoma.


Reducir la presión arterial disminuye la progresión de la retinopatía, aunque descender por debajo de 120 mmHg no aporta beneficios adicionales. La retinopatía no contraindica el uso de aspirina para prevención cardiovascular, ya que no aumenta el riesgo de hemorragia retiniana.

 

En personas con dislipemia, el fenofibrato puede frenar la progresión de la retinopatía, sobre todo en fases iniciales. Las estatinas, ampliamente usadas en la DM2, también reducen el riesgo de retinopatía, incluido el EMD y la retinopatía proliferativa. En cambio, pioglitazona y rosiglitazona podrían asociarse a desarrollo o empeoramiento del EMD, aunque la evidencia es contradictoria.

 

Neuropatía

 

En cuanto a la neuropatía periférica se mantiene la evaluación de la misma al diagnóstico de la DM2 y a los 5 años de la DM1 y con un seguimiento anual (B). La optimización glucémica previene o retrasa el desarrollo de la neuropatía en los pacientes con DM1 (A) y atenúa la progresión en los pacientes con DM2(C). La optimización del peso, la PA y los lípidos reduce el riesgo o enlentece la progresión de la neuropatía diabética (B). Si bien se ha establecido que la obesidad es un factor de riesgo para la neuropatía, incluso en personas con diabetes, los tratamientos de la obesidad están menos estudiados.

 

Se deben evaluar los síntomas y signos de neuropatía autonómica en personas con diabetes a partir del diagnóstico de DM2 y 5 años después del diagnóstico de DM1, y al menos una vez al año a partir de entonces, y con evidencia de otras complicaciones microvasculares, en particular enfermedad renal y neuropatía periférica diabética. El cribado puede incluir preguntas sobre mareos ortostáticos, síncope, saciedad precoz, disfunción eréctil, cambios en los patrones de sudoración o piel seca y agrietada en las extremidades. Los signos de neuropatía autonómica incluyen hipotensión ortostática descenso de la PAS >20 mmHg o de la PAD >10 mmHg al ponerse de pie), taquicardia en reposo (>100 lpm) o evidencia de sequedad periférica o agrietamiento de la piel (E).

 

Evaluar y tratar el dolor relacionado con la neuropatía periférica diabética (B) y los síntomas de la neuropatía autonómica para mejorar la calidad de vida (E).

 

Se recomiendan gabapentinoides, inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (duloxetina, venlafaxina, y desvenlafaxina, antidepresivos tricíclicos y bloqueadores de los canales de sodio (lamotrigina, lacosamide, oxcarbazepine, carbamazepine, y ácido valproico) (A). Las combinaciones de estos medicamentos pueden proporcionar un alivio adicional del dolor neuropático (A). Los opioides, incluidos el tramadol y el tapentadol, no deben utilizarse para el tratamiento del dolor neuropático en la diabetes, dado el potencial de efectos adversos, excepto en circunstancias excepcionales.

 

La FDA ha aprobado el uso de capsaicina al 8% tópica, pero tiene datos limitados para respaldar el uso del parche de lidocaína al 5 %. 

 

Cuidado del pie

 

En cuanto al pie diabético, se debe realizar una evaluación integral de los pies al menos una vez al año para identificar los factores de riesgo de úlceras y amputaciones (A). 

 

El examen debe incluir inspección de la piel, evaluación de deformidades del pie, evaluación neurológica (prueba de monofilamento de 10 g o prueba táctil de Ipswich con al menos una evaluación adicional: pinchazo, temperatura o vibración) y la evaluación vascular, incluyendo la toma de pulsos en piernas y pies (B).

 

En aquellos pacientes con evidencia de pérdida de sensibilidad, úlcera previa o amputación se debería hacer una exploración del pie en cada visita (A).

 

La detección inicial de la enfermedad arterial periférica incluye la evaluación de los pulsos, el tiempo de llenado capilar, la palidez en la elevación y el tiempo de llenado venoso (B).  

 

Los pacientes con síntomas de claudicación o con pulsos disminuidos o ausentes deben realizarse el índice tobillo-brazo (ITB) con presiones en los dedos de los pies para una evaluación vascular (B). 

 

Será preciso derivar a las personas que fumen y tengan antecedentes de complicaciones previas en las extremidades inferiores, pérdida de la sensibilidad protectora, anomalías estructurales o enfermedad arterial periférica, a especialistas en el cuidado de los pies para recibir atención preventiva continua y vigilancia de por vida (B). A estas personas también se les debe proporcionar información sobre la importancia de dejar de fumar y remitirlas a un centro de asesoramiento sobre cómo dejar de fumar (A). 

 

Se recalca especialmente la figura del podólogo como miembro del equipo para aportar un enfoque multidisciplinar en personas con úlceras en los pies y pies de alto riesgo (B). 

 

Igualmente, se debe recomendar el uso de calzado terapéutico especializado para pacientes de alto riesgo, incluidos aquellos con neuropatía grave, deformidades del pie, úlceras, formación de callos, mala circulación periférica o antecedentes de amputación (B).

 

Para las úlceras crónicas del pie diabético que no han conseguido curarse con el cuidado estándar óptimo, se debe considerar el tratamiento con presión negativa, membranas placentarias, sustitutos de la piel creados por bioingeniería ("Injerto de piel de pescado" "Tejidos de matriz acelular"), parches autólogos de fibrina y plaquetas de leucocitos, y oxigenoterapia tópica (no es equivalente a la oxigenoterapia hiperbárica) (A). 

 

La infección es una complicación grave y potencialmente amenazante para la extremidad, por lo que debe identificarse y tratarse de forma precoz y enérgica. No todas las úlceras están infectadas, pero ante signos clínicos de infección o presencia/exposición de hueso deben realizarse las pruebas diagnósticas adecuadas. Esto incluye obtención de muestras tisulares para cultivo y sensibilidad, así como estudios de imagen para detectar erosiones óseas, osteomielitis, abscesos o gas en tejidos.

 

Destacan la necesidad de enfoques holísticos e intervencionistas en el manejo de la diabetes con EAP. Los arGLP-1 son una opción emergente con posibles beneficios en la EAP. Frente a los iSGLT2, se han asociado a menor riesgo de amputaciones, úlceras del pie diabético y mortalidad.

 

En el ensayo cardiovascular, la semaglutida oral redujo los eventos adversos mayores en las extremidades. El estudio STRIDE evaluó la semaglutida inyectable en pacientes con DM2 y EAP en fases sintomáticas iniciales.

 

 

 

13.-Adultos mayores (sección 13, S277-296)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S277/163921/13-Older-Adults-Standards-of-Care-in-Diabetes-2026

 

De nuevo, este año 2026, se mantiene el aval de la American Geriatrics Society para eta sección. Igual que el primer año, se informa en un pie de página al contrario que se hace con otras sociedades. 

 

Aunque la DM2 es la que predomina en la edad adulta, la DM1 también se diagnostica cada vez más en la edad adulta mayor, por lo que llaman a una mayor atención a la clasificación adecuada a de la DM a lo largo de la vida, en especial en países occidentales(2026)

 

Este año se mantiene (aunque con otra disposición) la inclusión de la figura sobre el marco de las 4M (Mentation, medications, mobility, y What Matters Most) que ilustra los 4 pilares sobre los que debe basarse el manejo de la DM en adultos mayores. En “Mentalización”, se enfatiza la importancia de la capacidad para manejar medicamentos y tecnología, y se mencionan problemas como ansiedad, depresión, deterioro cognitivo y habilidades de autocuidado. “Medicamentos” aborda la carga del tratamiento, la asequibilidad, la polifarmacia, los efectos adversos, el apoyo social y familiar, y los riesgos asociados a la hipoglucemia. En “Movilidad”, se abordan complicaciones relacionadas con el pie, debilidad, neuropatía y limitaciones visuales y auditivas. Finalmente, en “Lo que más importa”, se incluyen los objetivos y expectativas del paciente, la carga de la enfermedad, preferencias de tratamiento, calidad de vida y esperanza de vida. (Fig. 13.1) 

 

Mantienen la ya conocida recomendación sobre el screening anual de síndromes geriátricos (fragilidad, polimedicación, incontinencia, deterioro cognitivo…) en personas con DM2 y edad avanzada, ya que pueden afectar al autocontrol y empeorar su calidad de vida (B). 

 

Como novedad de 2026, se introduce la Tabla 13.1 que resume de forma práctica los síndromes geriátricos y otras alteraciones funcionales relevantes, así como las herramientas de cribado, sus puntos de corte, el tiempo para completarlas y el número de ítems que incluyen. Revisa dominios como el deterioro cognitivo, delirium, depresión, fragilidad, malnutrición, dolor, polifarmacia, sarcopenia, incontinencia… Cada síndrome aparece acompañado de una pregunta sencilla (“¿Ha perdido peso?, ¿Tiene dificultad para caminar?, ¿Se siente deprimido? ...”), seguido de una escala validada para emplear. Una tabla muy útil como guía rápida para identificar problemas frecuentes en personas mayores con DM. (2026)

 

Se recomienda el uso de MCG en adultos mayores con DM1 para reducir las hipoglucemias. Este año incluyen la recomendación para personas con DM2 (2026)

 

Mantienen la recomendación sobre el uso de MCG en pacientes mayores con DM2 y múltiples dosis de INS con el objetivo de mejorar su variabilidad glucémica. (B) Además, la MCG puede ser empleada en pacientes mayores con DM2 para mejorar el control glucémico y disminuir hipoglucemias (B), dejando de lado la necesidad de llevar pautas complejas de INS. 

 

Actualizan las recomendaciones sobre los objetivos glucémicos manteniendo la individualización dada la heterogeneidad de los adultos mayores con DM2, en función de los diferentes factores relacionados con el paciente y la enfermedad. Por ello, se deben valorar objetivos de HbA1c inferiores de 7-7,5%, un TER en torno al 70% y un TBR menor del 4%, y la GPP en 80-180 mg/dl en aquellos adultos mayores con pocas enfermedades coexistentes y un estado cognitivo y funcional intacto. En personas con enfermedades crónicas, deterioro cognitivo o dependencia funcional, el objetivo glucémico a buscar será una HbA1c inferior a 8,0% sin acarrear en ningún momento dependencia a esta cifra (C). Si llevan una MCG se buscarán objetivos de TER en torno al 50% y un TBR menor del 1%. Por último, en adultos con patología crónica muy compleja, deterioro cognitivo importante, o que se puedan beneficiar poco de un control intensivo, se propone como objetivo evitar las hipoglucemias y los síntomas de hiperglucemia (C). 

 

Este año se especifica que el objetivo de tratamiento para la presión arterial en la mayoría de adultos mayores será 130/80 mmHg (A), pero que este puede ser más laxo en personas con una salud más comprometida, con riesgo a caídas y otros efectos adversos de las hipotensiones o con corta esperanza de vida. (E) (2026)

 

Las terapias hipolipemiantes y antiagregantes pueden ser beneficiosos para aquellas personas cuya esperanza de vida sea al menos igual al tiempo requerido para los ensayos de prevención primaria o de intervención secundaria que demuestren beneficio. (A)

 

Es necesario pensar en la calidad de vida de la persona mayor con DM a la hora de establecer un objetivo glucémico o de realizar un screening de complicaciones (C). 

 

En la gestión de estilos de vida se mantienen las recomendaciones y los niveles de evidencia. Se mantiene la recomendación de considerar una intervención intensiva en la MEV centrada en cambios en la dieta, actividad física y una pérdida de peso moderada (por ej.: 5-7%) en los adultos mayores con DM2, sobrepeso/obesidad y capacidad para hacer ejercicio de manera segura. (A)

 

Este año incluyen la recomendación de actividad física regular que incluya ejercicios aeróbicos y de fuerza con el objetivo de mantener masa magra, en especial en aquellos que estén perdiendo peso (B). (2026)

 

Con respecto al tratamiento farmacológico, la recomendación sobre la desintensificación distingue el concepto de desintensificar con la simplificación de regímenes complejos. Ambos son recomendados para reducir el riesgo de hipoglucemia y polifarmacia (B). Se recomienda no sólo la desintensificación, sino el cambio a fármacos con menor riesgo de hipoglucemias (B) o a fármacos con menos riesgo de efectos adversos (E). 

 

Además, en adultos mayores con DM2 y ECVa establecida o alto riesgo de ésta, así como con IC o ERC, el tratamiento debe plantear la inclusión de fármacos que aporte protección cardiorenal (A). Se amplía la evidencia de los iSGLT2 en adultos mayores en consonancia con lo valorado en los apartados de “Manejo farmacológico” y de “Enfermedad CV y riesgo”.

 

Recomiendan igualmente este año considerar los costes de los fármacos dada la relación entre adultos mayores y vulnerabilidad económica que tienen en algunos casos. (B) 

 

Se incluye por primera vez en esta versión la figura 13.2 que describe un enfoque por pasos para identificar y manejar las dificultades con el plan de tratamiento en adultos mayores. Primero se detectan señales de alarma como eventos médicos, cambios físicos o cognitivos, hipoglucemias o problemas con la medicación. Después, se investigan estos factores y se recomiendan los objetivos glucémicos mediante una toma de decisiones compartidas. El siguiente paso consiste en identificar, simplificar o modificar el tratamiento para mejorar la seguridad y reducir la polifarmacia. Finalmente, se evalúa el compromiso del paciente y la carga terapéutica, pudiendo emplearse la MCG durante dos semanas para ajustar el plan glucémico(2026)

 

En la tónica de alejar al paciente de las hipoglucemias, se debe considerar entrenar al personal de residencias sobre el uso de INS, MCG y bombas de INS (E). Además, se le insta a ponerse en contacto con personal sanitario entrenado siempre que exista una hipoglucemia, con más valores de glucemia superior a 250 mg/dl en un periodo de 24h.

 

En los pacientes que reciben cuidados paliativos y al final de la vida, consideran que es un derecho del paciente rechazar las pruebas y el tratamiento. Señalan que el enfoque de la atención se debe centrar en evitar la hipoglucemia y la hiperglucemia sintomática al tiempo que se reduce la carga del control glucémico. Por tanto, cuando se desarrolla insuficiencia orgánica, será necesario desintensificar o suspender varios fármacos hipoglucemiantes. 

 

Para el paciente moribundo pueden valorarse 3 escenarios. En pacientes estables, se debe continuar con el plan de medicación previo, enfocándose en prevenir la hipoglucemia y controlar la hiperglucemia mediante el monitoreo de la glucosa en sangre, manteniéndola por debajo del umbral renal para evitar deshidratación mediada por hiperglucemia, sin necesidad de valorar la HbA1c. En personas con fallo orgánico, es fundamental prevenir la hipoglucemia y tratar la deshidratación. En pacientes con DM1, se puede reducir la administración de INS si disminuye la ingesta oral, pero sin suspenderla, mientras que, en los DM2, se deben ajustar las dosis de medicamentos que puedan causar hipoglucemia. En pacientes en etapa terminal, con DM2, es razonable suspender todos los medicamentos debido a la ausencia de ingesta oral, mientras que, en los DM1, aunque no existe consenso, pequeñas dosis de INS basal pueden ayudar a prevenir complicaciones agudas por hiperglucemia y reducir la carga de síntomas.

 

 

 

14.- Niños y adolescentes. (Sección 14; S297-320)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S297/163923/14-Children-and-Adolescents-Standards-of-Care-in

 

Este año se han reorganizado las secciones de cara a hacerlo más sencillo y distinguir más la atención entre niños con DM1 y con DM2, pero ha cambiado poco en lo mollar. (2026)

 

Destacan que los niños y adolescentes con prediabetes o diabetes deben recibir una terapia nutricional individualizada basada en principios saludables, priorizando alimentos frescos y minimizando ultraprocesados(2026)

 

Se debe realizar screening de prediabetes y daibetes en adolescentes o mayores de 10 años con sobrepeso (IMC p85-p95) y obesidad (IMC > p95) y en los que tengan otros factores predisponentes. Se repetirá cada 2 años. (E) (2026)

 

Se recomienda entrenar al paciente no sólo en la composición glucémica de las comidas, sino también en la composición proteica y composición grasa de las mismas. (A) 

 

Se incluyen recomendaciones sobre la importancia del ejercicio físico, en todos los niños, alcanzando los 60 minutos diarios de actividad moderada-intensa, junto con ejercicios de fortalecimiento muscular y óseo 3 veces en semana. Si se emplea insulina, se debe monitorizar la glucemia previa al ejercicio, durante y después. (2026)

 

En cuanto al cuidado psicosocial se hace especial hincapié en el screening de problemas relacionados con la salud mental y el comportamiento. Se especifica que es necesario fomentar la participación familiar para evitar la angustia del paciente, así como problemas en el autocontrol. Se mantiene por tanto la recomendación de derivar al infante a profesional de salud mental cualificado tras el diagnóstico para una evaluación y tratamiento adicionales (B).

 

En cuanto a la MCG, los autores indican que debe considerarse en niños y adolescentes con DM tan pronto como sea posible al diagnóstico. La introducción de sistemas de autoadministración de insulina (ISCI) en niños con DM1 dependerá de las condiciones individuales de cada paciente. 

 

Un control glucémico con HbA1c inferior a 7% puede ser aceptable, pero se deben considerar objetivos de HbA1c por debajo de 6,5% siempre que no exista alto riesgo de hipoglucemia, sobre todo en los niños con DM2. 


En cuanto al tratamiento de la DM2 en infantes, la MET se mantiene como primer escalón siempre que la función renal lo permita, sobre todo en aquellos que se diagnostican con HbA1c < 8,5% (A). Si tras ello, no se consigue el objetivo glucémico adecuando, se deberá emplear un arGLP1, iSGLT2 o duales aprobados en infantes (A). Se amplía la narrativa de los beneficios de arGLP1 y GLP1/GIP para la bajada de HbA1c, peso, presión arterial y la dosis de INS. 

 

Se recomienda la cirugía metabólica para el tratamiento de adolescentes con DM2 que tiene obesidad grave (IMC > 35 kg/m2) con glucemias no controladas y/o comorbilidades graves (A). Se amplía la indicación en niños con seguimiento de más de 10 años. 

 

La principal novedad de este año 2026 se encuentra en la tabla 14.1, ahora reorganizada por patologías y más completa. 

 

Se mantienen las recomendaciones de cribado y manejo de las complicaciones pediátricas asociadas a la DM1 y DM2. En la DM1, se aconseja realizar cribado de patología tiroidea y enfermedad celíaca en el momento del diagnóstico, mientras que la HTA debe evaluarse en todas las visitas clínicas para ambos tipos de DM. El cribado de nefropatía, retinopatía y neuropatía puede posponerse en la DM1 hasta la pubertad o los 11 años, siempre que hayan transcurrido al menos 3 ó 5 años desde el inicio de la enfermedad; sin embargo, en la DM2 estos cribados deben realizarse desde el diagnóstico y de forma anual. En cuanto a la dislipemia, se recomienda realizar el cribado tras el diagnóstico una vez mejorado el control glucémico, y siempre a partir de los 2 años de edad en el caso de la DM1, repitiéndolo posteriormente según riesgo y evolución. Como novedad en la actualización de 2026, se incorpora la recomendación de realizar cribado de MASLD en niños y adolescentes con DM2 tanto en el momento del diagnóstico como de manera anual, incluyendo la evaluación de transaminasas y la derivación a gastroenterología cuando proceda. (2026)

 

Se recalca la importancia de explorar el consumo y se desaconseja fuertemente el uso de cigarrillos electrónicos (A). Se mantiene la importancia de aconsejar y explorar sobre el consumo de cannabis. 

 

La transición desde pediatría a los cuidados del adulto debe prepararse un año antes en personas con DM1 para su normalización, y en el momento habitual en personas con DM2 (E). 

 

 

 

15.- Manejo de la diabetes en el embarazo (Sección 15; s321-338)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S321/163918/15-Management-of-Diabetes-in-Pregnancy-Standards

 

Este apartado aborda no sólo el tratamiento de la diabetes gestacional (DMG), sino que se ocupa del tratamiento de la DM1 y DM2 en mujeres embarazadas. 

 

Se mantienen recomendaciones sobre el asesoramiento previo a la preconcepción. Las personas con DM (DM1 o DM2) que estén planeando quedarse embarazadas deberían recibir consejo multidisciplinar con especial hincapié en la dieta y los autocuidados. Además, sus objetivos glucémicos deben ser intensificados y alejados de la hipoglucemia para disminuir el riesgo de malformaciones, preeclampsia, parto prematuro y otras complicaciones (A). (2026)

 

Se aconseja en la preconcepción suplementos de ácido fólico entre 400 y 800 mcg diarios. 

 

Los arGLP1 y GLP1/GIP deben suspenderse antes del embarazo y deben usarse anticoncepción mientras se emplean. La ficha de SEMA recomienda suspenderla 2 meses antes del embarazo y la de TIRZE no incluye recomendación directa, pero es de un mes antes de la concepción(2026)

 

Los objetivos glucémicos recomendados por la ADA para mujeres gestantes con DM1 y DM2, son GB entre 70 y 95 mg/dl, GPP a hora una entre 110 y 140 mg/dl y GPP a dos horas entre 100 y 120 mg/dl. Usando datos de MCG, se recomienda un TIR (63-140mg/dl) > 70%, un TBR (<63mg/dl) < 4%, un TBR (< 54mg/dl) < 1%, y un TAR (> 140mg/dl) < 25%. 

 

Se mantiene la tabla 15.2, que especifica los objetivos en DMG según sean usuarias de INS o no. Si son usuarias de INS se busca una GB entre 70 y 95 mg/dl, una GPP a 1h de 110-140 mg/dl y una GPP a 2h de 100-120 mg/dl. En DMG sin insulina la GB objetivo es menos de 95, la GPP a 1h <140mg/dl y GPP a 2h < 120mg/dl.

 

Se refuerza la evidencia de los beneficios del uso de la MCG en personas con DM1 durante el embarazo, y se ha añadido su potencial utilidad en otros tipos de diabetes en este periodo, aunque con menor evidencia.

 

Se refuerza la importancia de la actividad física para prevenir el riesgo de hipertensión y preeclampsia.(2026)

 

Bajo la descripción de la subsección “Preeclampsia y aspirina”, se mantiene la recomendación. Así en las mujeres con DM1 o DM2 deben prescribirse dosis baja de aspirina 100 - 150 mg/día a partir de las 12 a 16 semanas de gestación para disminuir el riesgo de preeclampsia (E). 

 

En embarazadas con DM e HTA crónica, se recomienda un umbral de PA < 140/90 mmHg para iniciar y ajustar el tratamiento a fin de mejorar los resultados (A). Debe desintensificarse si la PA es < 90/60 mmHg. (E) (2026)

 

En la mayoría de las circunstancias, los medicamentos hipolipemiantes deben suspenderse antes de la concepción (B). Algunas circunstancias como la hipercolesterolemia familiar, eventos CV previos o la hipertrigliceridemia severa pueden hacer que se deban valorar (E). (2026)

 

Se incluye, como cada año, una recomendación que apoya la lactancia materna para reducir el riesgo de desarrollar DM2 por parte de la madre (B).

 

En el apartado “Seguimiento postparto” se recalca la importancia de la pérdida de peso para reducir el riesgo de desarrollar DMG durante otro embarazo posterior. Asimismo, el riesgo de DM2 aumenta un 18% por cada unidad de IMC incrementado por encima del IMC previo a la gestación. Las intervenciones sobre los EV inmediatas tras el parto son efectivas para la reducción del riesgo de DM2.

 

Se recomienda realizar, de por vida, exámenes para la detección de DM2 o PRED a las mujeres con antecedentes de DMG con una periodicidad de 1 a 3 años. (B)

 


 

16.- Atención a la diabetes en el hospital (sección 16; s339-355)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S339/163925/16-Diabetes-Care-in-the-Hospital-Standards-of-Care

 

Este apartado destaca la importancia de una atención hospitalaria estructurada para pacientes con DM o hiperglucemia, abordando desde el diagnóstico inicial hasta la transición al cuidado ambulatorio. Este año, se han realizado importantes actualizaciones para optimizar los resultados clínicos, con un énfasis especial en el uso de tecnologías avanzadas, la personalización del tratamiento y la prevención de complicaciones.

 

Se recomienda realizar una prueba de HbA1c a todos los pacientes con DM o hiperglucemia (>140 mg/dl) al momento de la admisión hospitalaria, siempre que no se disponga de resultados recientes. Además, se enfatiza la implementación de protocolos escritos o digitalizados que permitan un manejo personalizado de la disglucemia. Estos protocolos deben ser revisados regularmente a través de auditorías y el personal sanitario debe recibir capacitación continua para garantizar su correcta aplicación.

 

En cuanto a los objetivos glucémicos, para pacientes críticos se mantiene un rango recomendado de 140–180 mg/dl, aunque se consideran metas más estrictas (110–140 mg/dl) en casos específicos siempre que se pueda minimizar el riesgo de hipoglucemia. En pacientes no críticos, el rango objetivo es de 100–180 mg/dl, ajustándose según las características individuales del paciente, incluyendo comorbilidades y la gravedad de la enfermedad.

 

Se incluye este año que para mejorar resultados postoperatorios un objetivo de HbA1c < 8% en los 3 meses previos a la cirugía o al menos un 50% de TER en los 14 días previos. Durante el periodo perioperatorio se recomienda mantener glucemias entre 100 y 180mg/dl. (2026)

 

Se recomienda continuar el uso de MCG durante la hospitalización, siempre que sea clínicamente apropiado. Estos dispositivos deben complementarse con mediciones confirmatorias de glucosa capilar y ser utilizados bajo protocolos institucionales específicos. Asimismo, se promueve la continuidad de sistemas automatizados de administración de insulina cuando el paciente sea competente en su manejo y existan recursos adecuados en el hospital. Estas tecnologías han demostrado mejorar la detección de hipoglucemias asintomáticas y la satisfacción del paciente.

 

En el manejo terapéutico, se desaconseja el uso exclusivo de INS correctora sin incluir un componente basal. En su lugar, se priorizan planes basales que incluyan INS prandial y correctora, ajustados a las necesidades del paciente. Para pacientes hospitalizados con DM2 e insuficiencia cardiaca, se introduce el uso de iSGLT2, recomendando su continuación tras el alta siempre que no existan contraindicaciones.

 

La prevención y manejo de la hipoglucemia recibe especial atención. Se recomienda la implementación de protocolos específicos para identificar, tratar y prevenir episodios hipoglucémicos. Adicionalmente, las tecnologías juegan un rol clave al permitir una detección temprana de hipoglucemias y facilitar ajustes inmediatos en el manejo.

 

En el contexto perioperatorio, destacan que, aunque los arGLP1 están emergiendo como opciones útiles en el manejo glucémico, su uso en entornos hospitalarios y perioperatorios aún es limitado a investigaciones y casos seleccionados de pacientes médicamente estables. No obstante, se recomienda precaución en su administración debido a su perfil farmacológico, que podría afectar la motilidad gastrointestinal y complicar el manejo glucémico en periodos de ayuno o estrés quirúrgico. Por ello, su utilización debe ser cuidadosamente evaluada y supervisada por el equipo clínico.

 

 

 

17.- Derechos en diabetes (sección 17; s356-357)

https://diabetesjournals.org/care/article/49/Supplement_1/S356/163929/17-Diabetes-Advocacy-Standards-of-Care-in-Diabetes

 

Este apartado subraya la importancia de la defensa de los derechos de las personas con DM para garantizar que vivan libres de discriminación y barreras, como los costes del tratamiento. La ADA establece declaraciones basadas en evidencia sobre temas clave como el acceso a la INS, la DM y su relación con el trabajo, la conducción, y el manejo en entornos escolares. Estas declaraciones sirven como herramientas para educar a legisladores, empleadores y responsables de políticas públicas, ayudando a garantizar que las personas con DM tengan acceso equitativo a los recursos necesarios y a un trato justo. Además, abordan aspectos prácticos como la incorporación de tecnologías, la atención a la salud conductual y la gestión en situaciones especiales, promoviendo no solo mejoras en los resultados clínicos, sino también en la calidad de vida de quienes viven con diabetes.

 

 

 

 

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Dada la extensión y entendiendo que este post es un resumen donde incluimos las principales actualizaciones, recomendamos su lectura con detenimiento, y ante cualquier duda que pudiera surgir, acudir a la fuente original.

 

BIBLIOGRAFÍA

 

American Diabetes Association. Standards of Care in Diabetes—2026. Diabetes Care Volume 49, Supplement 1, January 2026

https://diabetesjournals.org/care/issue/49/Supplement_1

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