La obesidad constituye uno de los principales problemas de salud pública a nivel mundial, afectando a más de 890 millones de adultos y asociándose de manera directa con un incremento en la prevalencia de DM2, enfermedades cardiovasculares (ECV), hipertensión y ciertos tipos de cáncer. Además de sus consecuencias clínicas, genera un importante impacto económico sobre los sistemas de salud y la productividad.
Las intervenciones dietéticas son pilares fundamentales en el manejo de la obesidad, y dentro de ellas destacan dos estrategias principales:
Restricción calórica continua (RCC): consiste en reducir la ingesta calórica diaria entre un 20% y un 40%, manteniendo la frecuencia y distribución habitual de las comidas. Ha sido durante décadas el enfoque dietético clásico para la pérdida de peso, con evidencia sólida sobre su eficacia. No obstante, la adherencia a largo plazo suele ser limitada debido a la sensación de hambre y privación.
Estrategias basadas en el ayuno (EBA): incluyen diferentes modalidades de ayuno intermitente (como el método 5:2, dos días de ayuno parcial y 5 de alimentación normal), alimentación restringida en el tiempo (ventanas de 4 a 12 horas diarias de ingesta) y ayuno en días alternos (combina días de alimentación normal y días con una ingesta calórica reducida al 25-30%). (Sigue leyendo...)
Pese a su creciente popularidad, la literatura científica no ha alcanzado un consenso sobre si el ayuno intermitente es realmente superior a la RCC para el control del peso y la mejora de la salud metabólica. Algunos estudios han señalado beneficios adicionales de EBA en sensibilidad a la insulina o en marcadores inflamatorios, mientras que otros sugieren que sus efectos no difieren significativamente de los de la RCC cuando se controla el déficit calórico.
En este contexto, el presente estudio llevó a cabo una revisión sistemática y metaanálisis de ensayos clínicos aleatorizados (ECA) donde los participantes eran adultos > 18 años, con índice de masa corporal (IMC) ≥ 30 kg/m², y la duración mínima de la intervención: ≥ 4 semanas. El objetivo fue comparar la eficacia de ambas estrategias en pérdida de peso, composición corporal y parámetros metabólicos. Se excluyeron ensayos en pacientes con enfermedades agudas o crónicas (gastrointestinales, renales, cáncer). Se clasificaron los ECA según la duración de la intervención, corto plazo hasta 6 meses y largo plazo > de 6 meses.
Se evaluó si las estrategias basadas en EBA son superiores a la RCC, siendo el objetivo primario los cambios en el peso corporal y como objetivos secundarios cambios en: composición corporal (masa magra y grasa), circunferencia de cintura y cadera, presión arterial, perfil lipídico (LDL-C, HDL-C, colesterol total, triglicéridos) y metabolismo de la glucosa: glucosa en ayunas, hemoglobina glicada (HbA1c), modelo de evaluación de la homeostasis para la resistencia a la insulina (HOMA-IR) e insulina en ayunas.
Ambas intervenciones condujeron a la pérdida de peso, con una reducción de 5,5 a 6,5 kg observada a los seis meses. Sin embargo, los resultados mostraron que la EBA produjo reducciones ligeramente mayores a corto plazo en el peso corporal (−0,94 kg, p = 0,004) y la masa grasa (−1,08 kg, p = 0,0001) en comparación con la RCC, aunque estas diferencias no son clínicamente significativas. Ambas intervenciones tuvieron efectos similares en la masa magra, la circunferencia de cintura y cadera, la presión arterial (disminuciones modestas), los perfiles lipídicos (mejoras leves) y el metabolismo de la glucosa. No obstante, la EBA mejoró la sensibilidad a la insulina, con reducciones significativas en la insulina en ayunas (−7,46 pmol/L, p = 0,02) y mejoría discreta en HOMA-IR (−0,14, p = 0,02).
A pesar de las limitaciones del estudio: heterogeneidad en los protocolos de ayuno (tiempo, frecuencia, duración), que la mayoría de los ECA fueron de corta duración (< 6 meses), la falta de control estricto de la ingesta dietética en algunos ensayos y la inclusión solo de adultos obesos sin comorbilidades metabólicas o psicológicas, lo que limita la generalización; este metaanálisis, con alta calidad metodológica y un nivel de evidencia sólido, pero con un tamaño muestral moderado (623 participantes), es suficiente para detectar diferencias discretas, aunque insuficiente para evaluar de manera robusta efectos a largo plazo, pero sí confirma que ambas estrategias son efectivas para la pérdida de peso y la mejora de parámetros metabólicos en adultos con obesidad. Sin embargo, el ayuno intermitente solo muestra ventajas discretas a corto plazo en la reducción de masa grasa y en la mejora de la sensibilidad a la insulina (ver tabla comparativa). Estas diferencias, aunque estadísticamente significativas, carecen de impacto clínico relevante cuando se comparan con la RCC en un horizonte temporal más amplio.
Esto sugiere que la clave del éxito a largo plazo no reside tanto en el tipo de estrategia dietética, sino en la adherencia y sostenibilidad del patrón alimentario elegido por cada individuo. En este sentido, la preferencia personal, el estilo de vida y la tolerancia al régimen dietético son factores determinantes. Por tanto, las recomendaciones deben ser personalizadas y supervisadas en el contexto clínico.
En conclusión, el estudio representa una aportación importante para el manejo dietético de la obesidad, pero señala la necesidad de ensayos de mayor duración y calidad que exploren no solo los parámetros metabólicos, sino también la seguridad, los efectos psicológicos y la sostenibilidad de las intervenciones.
Cuídense y cuiden de sus seres queridos
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