Las nuevas tecnologías sanitarias digitales (TSD) han irrumpido con fuerza revolucionando el manejo de la diabetes mellitus (DM). Para ponernos en contexto, las TSD son dispositivos que registran datos fisiológicos o de comportamiento que ayudan a los pacientes y a los sanitarios en la gestión y manejo de la enfermedad. Suponen un avance relevante porque hacen visibles datos a los que anteriormente no teníamos acceso, como por ejemplo muchas hipoglucemias nocturnas.
Son muchas las ventajas que nos aportan estas tecnologías. Las TSD pueden descentralizar la toma de decisiones y así, reducir la necesidad de algunas visitas al consultorio o al hospital; reduciendo la carga asistencial de la DM, evitando costosas hospitalizaciones y aprovechando al máximo los recursos. Además, los datos sobre la salud y el comportamiento de los usuarios de TSD pueden contribuir a mejorar la gestión sanitaria. Identificando tendencias, detectando los riesgos e intervenciones necesarias para mejorar los resultados de salud de la población. Los datos obtenidos con la TSD se están incorporando a la historia clínica digital de los servicios de salud, lo que probablemente facilite la labor de los sanitarios. Y un aspecto clave siempre en el paciente con DM: las TSD permiten a los pacientes conocer mejor su estado de salud, con lo que se posibilita que sean proactivos en el manejo de su enfermedad. (Sigue leyendo...)
Pero, toda innovación encuentra dificultades, y aún queda recorrido para sacar el máximo partido posible de las TSD y alcanzar su integración en la atención clínica. Vamos a enumerar varias cuestiones relevantes, algunas de las cuales aún no tiene respuesta:
- Un tema espinoso es la propiedad y el derecho de los datos registrados con las TSD. Los datos sanitarios son recogidos para ayudar clínicamente a los pacientes, pero, a la vez, son sumamente útiles para la investigación, la gestión de los servicios de salud y el desarrollo de nuevos y mejores dispositivos. Por lo que se puede deducir que hay múltiples partes interesadas: los pacientes, los sanitarios, los investigadores, los fabricantes de los dispositivos, y los sistemas de salud. El reto consiste en optimizar la gestión y el uso de los datos, bajo la premisa del respeto de la privacidad de los pacientes.
-También se plantean problemas de privacidad. La mayoría de los dispositivos utilizan datos inalámbricos para comunicarse, y estos pueden ser interceptados. Por este motivo, las agencias reguladoras internacionales imponen requisitos de ciberseguridad a las plataformas digitales y los dispositivos médicos.
-Las disparidades en el acceso a los recursos digitales son una realidad que agrava las desigualdades existentes en la atención sanitaria. Es fundamental apoyar a los pacientes en su experiencia digital, facilitando el acceso y la educación que será de vital importancia para reducir "la brecha digital" y las desigualdades sanitarias resultantes.
- Uno de los mayores retos de las TSD es el enorme volumen de datos generados, que pueden resultar abrumadores. Se están realizando esfuerzos para la adecuada clasificación y análisis con el fin de hacerlos clínicamente útiles.
- Un problema de la misma índole es que actualmente las TSD no están lo suficientemente desarrolladas, y ocasionalmente se pueden activar falsas alarmas, lo que puede conllevar a la toma de decisiones erróneas por parte del paciente e incluso inducir que se solicite una atención médica innecesaria.
En resumidas cuentas, es probable que las TSD cambien la forma de observar y tratar la DM, puesto que estos registros permiten observar patrones fisiológicos y de comportamiento en la vida real, que hasta ahora no estaban a nuestro alcance. Estos nuevos datos pueden ayudar a fomentar un marco sanitario proactivo que se adapte mejor a cada paciente, permitiendo la prevención precoz y los tratamientos personalizados.
Un tema que nos compete directamente es que el uso cada vez más extendido de los TSD generará una redefinición de las funciones del personal sanitario, y es posible, que no todos los sanitarios estén preparados para gestionar o comprender esta tecnología. Una cuestión donde los profesionales podemos tener un papel clave será discriminar que resultados son clínicamente significativos, ya que algunas alertas de estos dispositivos pueden ser erróneas y provocar un uso superfluo de la asistencia sanitaria.
Pero no hay que perder de vista cuál es el objetivo final: los pacientes con DM. Incrementar sus conocimientos de la enfermedad les permitirá poder mejorar su autogestión. Para ello es necesario educar a los pacientes en el manejo adecuado de los datos de las TSD. Y lo que es más importante, si queremos implementar la calidad de la atención sanitaria, hay que evitar la brecha digital.
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