26 de diciembre de 2024

Consenso Europeo sobre obesidad y Enfermedad Cardiovascular de la ESC


Comentario de Fátima Villafañe Sanz (@FatimaVillaf)


Como saben, siempre intentamos traer al Blog de Mateu el resumen de los principales consensos sobre diabetes (DM). Sin embargo, la estrecha relación de la DM con la obesidad y con las enfermedades cardiovasculares (ECV) hace que no podamos obviar otros consensos igualmente relevantes para nuestro día a día. 

Se presenta en este comentario un consenso sobre el manejo de la obesidad elaborado por profesionales de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), quienes tienen la inquietud por esta enfermedad debido al alto riesgo de ECV que presentan quienes la padecen al relacionarse con otras ECV. (Sigue leyendo...)

La obesidad es una enfermedad crónica, multifactorial y multicausal, prevenible y tratable, caracterizada por un exceso de grasa corporal y cuya incidencia, que ha aumentado en los últimos años, se prevé que siga creciendo si no se pone en marcha un tratamiento integral centrado en varios focos: intervención conductual, nutrición, actividad física, farmacoterapia y procedimientos quirúrgicos o endoscópicos.

La importancia de tratar la obesidad como cualquier otra enfermedad crónica radica en el alto riesgo CV que comporta, así como en su mayor morbimortalidad, alteración de la calidad de vida y menor esperanza de vida, hecho que podría acompañarse de un aumento de los años de vida con discapacidad (AVAD). Por tanto, las intervenciones mencionadas son imprescindibles, pero para que se implementen es necesario que se forje entre la comunidad la conciencia de que la obesidad es una enfermedad crónica modificable influenciada por factores no solo ambientales, sino también individuales. La intervención del médico y las administraciones sanitarias, quienes podrían aplicar medidas de salud pública que aborden las desigualdades socioeconómicas y promuevan ambientes saludables, son imprescindibles.

Aunque las características socioeconómicas y ambientales son las que más intervenciones suelen recibir en el manejo de la enfermedad, no debemos olvidar los factores individuales, como las características genéticas y biológicas, enfermedades del sistema nervioso implicadas en la regulación del hambre y la saciedad, problemas endocrinológicos (hipercortisolismo, hipotiroidismo, déficit de hormona del crecimiento, entre otros) o el estado postmenopáusico. También tienen especial interés el uso de fármacos, especialmente antidepresivos y glucocorticoides.

Antes de nada, debemos establecer el diagnóstico y fenotipado de la enfermedad. Clásicamente lo hemos hecho mediante parámetros antropométricos como el índice de masa corporal (IMC), pero investigaciones recientes han demostrado que su uso de manera independiente no es la herramienta diagnóstica más correcta. Los investigadores aconsejan fenotipar. Este cambio se debe a que no toda persona con obesidad o exceso de adiposidad refleja alteraciones del IMC y, para un mismo IMC, el riesgo CV puede ser diferente. Se recomienda utilizar el perímetro de la cintura adicionalmente al IMC, considerándolo alterado cuando sobrepasa 94 cm en varones y 80 cm en mujeres, y siendo necesario intervenir cuando supera los 102 cm en varones y 88 cm en mujeres.

Otras herramientas incluyen pruebas de imagen como la ecografía, que evalúa el grosor de la grasa subcutánea y visceral, la absorciometría de rayos X (DEXA - Dual Energy XRay Absorptiometry-), que estima la distribución de la grasa corporal, y la tomografía computarizada (TC), considerada el estándar de oro para la evaluación volumétrica del tejido adiposo.

En el contexto cardiovascular, el exceso de grasa se acumula no solo en el tejido subcutáneo, sino también en el tejido cardiaco y los vasos sanguíneos, viajando por el plasma en forma de colesterol. Esto induce alteraciones funcionales y anatómicas cardíacas, como insuficiencia cardiaca (IC) y arritmias, además de estar asociado a enfermedades como DM, hipertensión arterial (HTA), dislipemia (DL) y apnea obstructiva del sueño (SAHOS).

El tratamiento integral incluye psicoterapia, planes de alimentación individualizados con déficit calórico (500-750 kcal/día) y ejercicio físico, recomendando 150-300 minutos semanales de actividad aeróbica moderada o 75-150 minutos de intensidad elevada. Según la Asociación Europea para el Estudio de la Obesidad (EASO), se sugieren 200-300 minutos semanales de actividad aeróbica moderada.

En cuanto a los fármacos aprobados por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) para el tratamiento de la obesidad, incluyen orlistat, naltrexona/bupropión, liraglutida, semaglutida (SEMA) y tirzepatida (TIRZE). Entre los estudios clave destacan LEADER para liraglutida y SELECT para SEMA, que demostró reducción de eventos CV mayores. Para TIRZE, se mencionan los estudios SURPASS, SUMMIT y SURMOUNT-MMO.

Finalmente, se considera el intervencionismo, incluyendo abordajes endoscópicos como el balón intragástrico y la gastroplastia en manga, así como la cirugía bariátrica, que ha demostrado reducir la presión arterial, mejorar el perfil lipídico y disminuir la mortalidad CV en comparación con intervenciones no quirúrgicas.

La obesidad es una epidemia global que representa un desafío para la comunidad médica. Los médicos deben implementar estrategias multidisciplinares y aplicar tratamientos farmacológicos con beneficios CV probados para mejorar los resultados de salud y reducir la carga de esta enfermedad.



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