Desde hace un par de años estamos viendo cómo fármacos antidiabéticos se emplean en otras patologías diferentes a la diabetes (DM). El ejemplo más claro lo tenemos con los inhibidores del cotransportador sodio-glucosa-2 (iSGLT-2) que además de emplearse para el tratamiento de la diabetes tipo 2 (DM2), han ampliado su ficha técnica para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca (IC) y la enfermedad renal crónica (ERC) en personas sin DM2.
Además de ello, se tiene constancia que tanto los iSGLT2 como los agonistas del receptor del péptido similar a glucagón tipo 1 (arGLP-1) son empleados en personas con diabetes tipo 1 (DM1), fuera de ficha técnica, ya sea por control de la glucemia y del riesgo cardiovascular (RCV), como para tratamiento de otras patologías antes citadas. El estudio que hoy comentamos valora el uso offlabel de estos fármacos en personas con DM1, y analiza la incidencia de eventos cardiorrenales en vida real. (Sigue leyendo…)
Se trata de un análisis de cohortes retrospectivas con la base de datos TriNetX que incluye pacientes de forma colaborativa y anónima de todo el mundo. De ella se ha escogido a las personas con DM1 y se han valorado aquellos que hubieran estado bajo tratamiento con iSGLT2 o arGLP1 durante al menos 6 meses y se han seguido durante los 5 años posteriores al inicio del fármaco.
De las 196.691 personas con DM1, 1.822 habían sido tratadas con arGLP1 y 992 con un iSGLT2. De ambas cohortes se valoró la seguridad, la eficacia metabólica y eventos cardiorrenales.
El paciente tipo con DM1 y en tratamiento con iSGLT2 (además de insulina) fue un varón de 53 años, con obesidad, una HbA1c media de 8,1% y una tasa de filtrado glomerular (TFG) de 79,9 ml/min/1,73 m2. Por el contrario, el paciente tipo con aGLP1 y DM1 fue una mujer de 47 años con 3 puntos más de índice de masa corporal (IMC) que los previos (33,5 Kg/m2), un HbA1c en 7,9% y una TFG de 87,7 ml/min/1,73m2.
En cuanto al control metabólico, los pacientes tratados con iSGLT2 alcanzaron una disminución de la HbA1c de 0,2% y los tratados con arGLP1 de 0,5%. La pérdida obtenida en los pacientes con DM1 que usaron arGLP1 fue recuperada e incluso aumentaron peso a los 5 años. -Recordemos que no era necesario mantener el fármaco por el tiempo completo de seguimiento, sino sólo por 6 meses-. Esto no ocurría así en el grupo de iSGLT2 que perdió un total de -2,4Kg de media, frente a los +1,5Kg que subió el grupo de arGLP1.
La cohorte tratada con iSGLT2 arrojó datos de una mejor preservación de la TFG en comparación con el grupo con arGLP1. De hecho, el grupo con iSGLT2 mejoraba su TFG (+3,5 vs -7,2 ml/min/1,73m2). Esta mejora del filtrado será interesante estudiarla con más detenimiento, dado que no es sólo que se haya conseguido una menor caída, es que se obtiene una recuperación.
En comparación, los pacientes tratados con iSGLT2 obtuvieron una mejor tasa de desarrollar IC [HR 0,44 (IC 95% 0,23-0,83)], y de desarrollar ERC [HR 0,49 (IC 95% 0,28-0,86)], en comparación con la cohorte con arGLP1. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas en cuanto a la mortalidad por cualquier causa (MCC), infarto agudo de miocardio (IAM), ni accidentes cerebrovasculares (ACV). Los eventos microvasculares tampoco difirieron entre ambos grupos.
Como ya habíamos comentado en el blog, la cetoacidosis diabética (CAD) supuso una complicación más frecuente en el grupo de iSGLT2 en comparación con la cohorte contraria, presentando un riesgo relativo (RR) de 2,08 (IC 95% 1,05-4,12). Sin embargo, el riesgo de hospitalización por CAD no hizo que el riesgo de hospitalización por cualquier causa fuera mayor en este grupo, sino que fue mayor en el grupo de arGLP1 [HR 0,59 (IC 95% 0,46-0,76)]. Esto, a ojos de los autores, sugiere que el uso de iSGLT2 pudiera tener más beneficios que el uso de arGLP1 en personas con DM1.
Una de las limitaciones importante del estudio a ojos de este redactor (y a ojos de los autores, aunque pasan de puntillas por ello) es que no se haya distinguido entre tipo de fármaco y de dosis dentro de ambas cohortes. Sabemos que los resultados cardiovasculares (CV) y metabólicos de, por ejemplo, los diferentes arGLP1 fueron muy distintos, pudiendo esto dar unos resultados en este análisis condicionados por el arGLP1 empleado. Más si cabe sabiendo que muchos pacientes incluidos lo fueron antes del año 2017.
Los autores concluyen sugiriendo que la gran necesidad de reestudiar en profundidad el riesgo real de CAD en personas con DM1 que usen un iSGLT2 y más conociendo la posibilidad de su uso extendido en los próximos años.
En conclusión, los individuos con DM1 tratados con iSGLT2 demostraron en vida real una mejora de la función renal, una reducción de las tasas de IC y de hospitalización por cualquier causa, en comparación con los que recibieron un arGLP1, todo ello acompañado de un mayor riesgo de CAD. Por otro lado, los pacientes con DM1 tratados con arGLP1 obtuvieron una mejor, aunque moderada, disminución de la HbA1c, pero sin conseguir una mejora en el peso.
Cuídense.
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