¿Aumentan el riesgo cardiovascular las dietas proteinadas?
Mucho se ha escrito sobre las dietas proteinadas (DP). Las dietas disociadas, las dietas cetogénicas, útiles para perder peso al inicio del tratamiento dietético, pero de las que no se sabe a ciencia cierta cual es su repercusión en términos de salud a lo largo del tiempo. Tal como vimos en un artículo de revisión publicado en Av de Diabetología de Pelaz y Calle, denominamos a una DP a aquella en que las proteínas se encuentran entre 25-35% del contenido calórico, en contraste con una dieta equilibrada, donde este porcentaje rondaría el 15%. Esto hace que el contenido en hidratos de carbono (HC) sea bajo, o inferior al 30%, por lo que estas dietas también son denominadas, como “bajas en hidratos de carbono”. Esta baja proporción de HC genera un estado de cetosis, que es el responsable de la sensación de saciedad precoz que las diferencia de las dietas más equilibradas, lo que las haría más soportables. Sin embargo, la diferencia ponderal al cabo del tiempo entre ambas, no es significativa, como se ha visto en algún estudio y su repercusión a nivel de los parámetros de salud no es del todo conocida, aun existiendo estudios de cohortes que han intentado estudiar este particular. Comentan, que como en el conocido Nurses Health Study en Estados Unidos, estos tipos de dietas no se asociaron con incrementos en la enfermedad isquémica del corazón, mientras otras cohortes de pequeño tamaño, en esta parte del atlántico (dos de ellos realizados en Suecia y otro en Grecia) mostraron incrementos significativos de la mortalidad cardiovascular (MCV). Se apunta que las diferencias a un lado u otro del atlántico fueron debidas al tipo de proteínas ingeridas (animal frente a vegetal) y a la prevalencia de la obesidad.
El estudio del que hablamos tuvo como objetivo determinar la repercusión de estas dietas en la MCV. Se trata de un estudio prospectivo de cohortes - Swedish Women’s Lifestyle and Health Cohort- sobre 43 396 mujeres de Suecia de 30 a 49 años, residentes en Uppsala entre 1991-92. Inicialmente la cohorte propuesta fue de 96 000 mujeres que fueron aleatorizadas y seleccionadas por estratos de edad (30-34, 35-39, 40-44, y 45-49) e invitadas por e-correo a participar respondiendo a un cuestionario. Finalmente, solo se recibieron 49 261 cuestionarios. A éstas se les hizo un seguimiento medio de 15,7 años, mediante encuesta dietética y registros poblacionales, y a partir de éstos se determinó la asociación de enfermedad cardiovascular (ECV) incidente, según descenso en deciles de ingesta en HC y en incremento en deciles en la ingesta de proteínas, y con la combinación de ambas variables ajustado por ingesta de energía, de grasas saturadas y de insaturadas. El resultado fue que por cada decil que se descendía en HC o se incrementaban en proteínas, o por cada dos unidades de incremento en la puntuación de porcentajes bajos HC y altos en proteínas, existía una asociación estadísticamente significativa con el incremento en la incidencia de ECV (n=1270). La razón de tasas de incidencia de ECV se estimó en 1.04 (IC 95% 1.00 -1.08), 1.04 (1.02 -1.06), y 1.05 (1.02 -1.08), respectivamente. Viéndolo en términos absolutos se generarían 4 o 5 casos de ECV por cada 10.000 mujeres y año que realizaran una DP frente a aquellas que su dieta fuera equilibrada en HC. O visto de otro modo se incrementaría un 4% el RCV con solo disminuir la ingesta de HC en 20 g (un panecillo) o un 5% si se aumentara la ingesta de proteínas en 5 gr (el equivalente a un huevo hervido).
No se encontró heterogeneidad entre estas asociaciones de las puntuaciones con los cinco objetivos cardiovasculares: enfermedad isquémica del corazón (n=703), accidente vásculo-cerebral (AVC) trombo-embolico (n=294), AVC hemorrágico (n=70), hemorragia subaracnoidea (n=121), y enfermedad arterial isquémica periférica (n=82). Con ello, concluyen que las DP, sin considerar las características de los HC o de las proteínas a lo largo del tiempo, se asocian con un incremento de la ECV. Con todo, se vierten críticas a este estudio por llegar a unas conclusiones, muy débiles por otra parte, con una sola evaluación de la dieta (al inicio) y buscar asociaciones a los 15 años, cuando es difícil garantizar este tipo de dietas en el tiempo. Además, señalan, que existiría gran cantidad de factores confusionales que no habrían sido tenidos en cuenta.
Lagiou P, Sandin S, Lof M, et al. Low carbohydrate-high protein diet and incidence of cardiovascular diseases in Swedish women: Prospective cohort study. BMJ 2012; DOI:10.1136/bmj.e4026.
Floegel A and Pischon T. Low carbohydrate-high protein diets. BMJ 2012; DOI:10.1136/bmj.e3801.
Pelaz-Berdullas, Laura; Calle-Pascual, Alfonso Luis. Dieta proteinada en la diabetes de tipo 2. Av Diabetol. 2012;28:27-31. - vol.28 núm 01
No hay comentarios:
Publicar un comentario