8 de mayo de 2025

¿Son consistentes los resultados del SOUL si el paciente ya toma un iSGLT2?


Comentario de Carlos Hernández Teixidó (@carlos_teixi)

Hace escasas semanas, se publicaba el estudio SOUL (Semaglutide cardiOvascular oUtcomes triaL) sobre los beneficios cardiovasculares de semaglutida (SEMA) oral en personas con DM2 y enfermedad cardiovascular (ECV) o renal, el cual comentábamos escasos 4 días más tarde aquí en el Blog de Mateu. El estudio SOUL se diseñó para responder a una pregunta muy relevante en la práctica clínica: ¿puede la SEMA oral reducir los eventos cardiovasculares mayores (MACE) en personas con DM2 y ECV o renal? Para ello, se incluyeron más de 9.600 pacientes en un ensayo aleatorizado, doble ciego, que comparó SEMA oral frente a placebo, con un seguimiento medio de casi 4 años. En el análisis global, los resultados fueron positivos: los pacientes tratados con SEMA tuvieron un 14% menos de riesgo de MACE [(HR 0,86; IC 95% 0,77–0,96)]. 

Sin embargo, es lógico pensar que este beneficio podría verse modificado si el paciente ya está tomando un iSGLT2, que sabemos por otros estudios que mejoran el MACE (principalmente en prevención secundaria). Por tanto, ¿La SEMA oral funciona igual si el paciente ya está tomando un iSGLT2? Pues ya tenemos datos del subanálisis preespecificado que lo valora. (Sigue leyendo…)

En los estudios con objetivos cardiovasculares previos de SEMA, la inclusión de pacientes con iSGLT2 había sido muy limitada. En el estudio SUSTAIN 6 sólo un 0,2% de los pacientes contaban con un iSGLT2, y en el estudio PIONEER 6 la cifra ascendía a 9,6% pero seguía alejada del porcentaje real de personas con un iSGLT2 en nuestro medio (37,6% en estudio DIAMOND-2).  

Este porcentaje cambiaba en el estudio SOUL, donde el 26,9% de los pacientes tenían pautado un iSGLT2 al inicio del estudio, y finalmente el 48,9% de los participantes tuvieron un iSGLT2 en algún momento del mismo. 

En el análisis preespecificado que hoy comentamos del estudio SOUL según el uso basal de iSGLT2 se observó que en el subgrupo de pacientes que no usaban iSGLT2 al inicio (n=7054), SEMA redujo el riesgo de MACE de forma significativa (HR 0,84 IC 95% 0,74–0,95). En cambio, en el subgrupo que sí los usaba al inicio (n=2596), el beneficio no alcanzó significación estadística (HR 0,89 IC 95% 0,71–1,11), aunque la dirección del efecto fue similar. Esto podría explicarse por el menor número de pacientes y eventos en este grupo, lo que reduce la potencia estadística para detectar diferencias significativas.

A pesar de esta aparente diferencia, la comparación formal entre los dos subgrupos no mostró una interacción estadísticamente significativa (p de interacción = 0,66). Esto significa que no se encontraron diferencias relevantes en el efecto de SEMA oral según el uso o no de iSGLT2, por lo que los autores concluyen que el beneficio fue "consistente" entre los grupos. Este término estadístico indica que no hay evidencia de que el tratamiento funcione mejor o peor en uno u otro grupo, aunque uno de ellos no haya alcanzado significación por separado.
 
Además del beneficio cardiovascular, SEMA oral mostró mejoras en otros aspectos importantes: redujo la HbA1c, la presión arterial y el peso corporal, tanto si el paciente tomaba iSGLT2 como si no. Además, no se observó un aumento de efectos adversos graves, hipoglucemias ni cetoacidosis cuando se combinó con un iSGLT2. 
 
Desde un punto de vista práctico, este estudio refuerza lo que ya nos dicen las guías: que combinar un arGLP-1 con un iSGLT2 puede tener beneficios importantes para el paciente con DM2 y alto riesgo cardiovascular. Aunque se requieren estudios específicamente diseñados para evaluar la combinación, este análisis proporciona evidencia valiosa sobre la posibilidad de sumar beneficios sin comprometer la seguridad.
 
En conclusión, el beneficio encontrado en el estudio SOUL se mantiene consistente tanto en aquellos que tomaban iSGLT2 como en los que no, pero fue más claro en aquellos sin iSGLT2 al inicio. 
 
Cuídense. 
 
 

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