Comentario de Enrique Carretero Anibarro (@Enriq_Carretero)
Un principio fundamental de la medicina es la célebre frase de Hipócrates primun non nocere. Es decir, en la medicina debe prevalecer la seguridad del paciente a la hora de administrar tratamientos.
A lo largo de los últimos años se está ampliando el arsenal de terapias dirigidas a los receptores del péptido similar al glucagón-1 (arGLP-1) y del polipéptido insulinotrópico dependiente de la glucosa (GIP). Llevamos más de 19 años con este grupo terapéutico (arGLP-1), lo manejamos y lo conocemos muy bien. Obviamente, los fármacos han mejorado, pero las náuseas, los vómitos, la diarrea, el estreñimiento y la patología biliar son algunos de los efectos adversos (EA) mejor descritos y más frecuentes. Es imperativo que los profesionales sanitarios conozcamos los posibles EA potencialmente graves y, así, podamos sopesar el equilibrio riego/beneficio de estos fármacos. (Sigue leyendo...)
La mesa celebrada durante la ADA, que ahora comentamos, se focalizó en las últimas actualizaciones sobre los EA asociados a los arGLP-1.
En las últimas revisiones de los ensayos clínicos (ECA) y estudios de vida real, no se observó un aumento del riesgo de pancreatitis, cáncer de páncreas/ hepatocelular/ colorrectal, aspiración/neumonía o retinopatía diabética (RD) en los pacientes tratados con arGLP-1.
El riesgo de enfermedades biliares asociadas a los arGLP-1 es real, por ello, es importante descartar antecedentes de patología biliar antes de iniciar el tratamiento con arGLP-1.
También se repasó el posible riesgo de comportamientos suicidas asociados al uso de arGLP-1. Hay dos factores que afectan y pueden distorsionar el estudio de este posible efecto: por una parte, los pacientes a menudo no informan a sus médicos sobre ideación, consideración o intentos suicidas. Por otra parte, los datos sobre el riesgo de suicidio en pacientes sometidos a terapias con incretina pueden verse alterados por enfermedades subyacentes, como la obesidad y la diabetes (DM), que se han relacionado con un mayor riesgo de suicidio. En una evaluación preliminar, la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA) no encontró una relación causal entre el uso de arGLP-1 y los pensamientos o acciones suicidas. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) llegó a una conclusión similar. La FDA añadió que no podía descartar definitivamente un pequeño riesgo y que la agencia sigue evaluando esta preocupación.
Respecto a la asociación entre las terapias con incretinas y el cáncer de tiroides. Hay que partir de la base de que los cánceres de tiroides tienen una baja prevalencia, aproximadamente uno de cada 30.000-40.000 en población general. Los datos observacionales son contradictorios y probablemente no tienen en cuenta todos los factores de confusión. En EEUU se desaconseja utilizar arGLP-1 en pacientes con antecedentes personales o familiares de cáncer medular de tiroides o neoplasia endocrina múltiple tipo 2. También se advierte sobre la necesidad de realizar pruebas de detección de nódulos tiroideos antes de indicar estos medicamentos.
Como estrategia eficaz para la gestión de los efectos secundarios son fundamentales los ajustes de la medicación. Ejemplos de ello son: el aumento gradual de la dosis, el uso de la dosis terapéutica más baja, la microdosificación/dosificación intermedia y las medidas de apoyo, como los antieméticos/procinéticos.
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