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17 de octubre de 2024

La diabetes es injusta con las mujeres

 
Comentario de Enrique Carretero Anibarro (@Enriq_Carretero)

La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) afecta a personas de todas las edades, géneros y estratos socioeconómicos, pero no de manera uniforme. Existen disparidades de género en la DM2 que son evidentes tanto en su prevalencia como en la manifestación clínica, el tratamiento y las complicaciones asociadas. Estas diferencias están mediadas por factores biológicos, sociales, psicológicos y culturales que interactúan de formas complejas y tienen un impacto significativo en la evolución y el manejo de la enfermedad. 

Por este motivo, es relevante identificar las disparidades de género en los conocimientos, actitudes y comportamientos de la DM2 entre los pacientes. Para profundizar en el conocimiento sobre estas diferencias, se realizó un estudio entre febrero y junio de 2015 en ocho centros de Atención Primaria ubicados en cuatro regiones de España. (Sigue leyendo...)

Se reclutaron 111 personas diagnosticadas de DM2, 52 mujeres y 59 hombres. Los perfiles de los participantes se definieron en función del sexo, edad, lugar de residencia, tipo de tratamiento, años de evolución y la presencia o ausencia de un evento cardiovascular. 

Tras una detallada lectura, este trabajo nos aporta varias conclusiones, todas con un denominador común: existen diferencias entre ambos sexos. 

La primera conclusión es que los participantes eran conscientes de que la DM2 es una enfermedad crónica, pero las mujeres mostraron un mayor nivel de preocupación por el diagnóstico respecto a los hombres. 

La segunda es que la percepción de la causa de la enfermedad era diferente según el género de los participantes: las mujeres la atribuyeron al estrés y a situaciones emocionales, mientras que los hombres la relacionaron con comportamientos de riesgo. Las estrategias de autocontrol también estaban condicionadas, y ambos sexos se enfrentaban de forma diferente a la hora de aplicar las prácticas recomendadas. 

Pero lo más preocupante era la tercera conclusión: las diferencias de género también fueron evidentes en los roles de cuidado. Los hombres reciben más apoyo familiar, mientras que las mujeres priorizan las necesidades familiares sobre su autocuidado. Es decir, las mujeres, en comparación con los hombres, muestran una mayor preocupación y, a la vez, soportan una mayor carga asistencial en el manejo de la DM2.

Estos resultados tienen lecturas positivas y negativas para el género femenino. Por una parte, las mujeres se cuidan más, lo cual es beneficioso para su estado de salud. Pero, por otra parte, asumen el papel de cuidadoras de personas que padecen DM2, lo cual les supone una sobrecarga que puede repercutir en su propio bienestar.
Otro aspecto estudiado fue la percepción de los pacientes sobre la atención recibida por parte de los sanitarios de Atención Primaria. En general, los participantes se mostraron satisfechos con las interacciones entre profesionales y pacientes. 
Curiosamente, las demandas también fueron diferentes según el sexo: las mujeres solicitaron información más asequible y sugirieron grupos de apoyo, mientras que los hombres solo demandaban indicaciones sanitarias sencillas.

Al profundizar en el meollo de la cuestión, se observaron diferencias de género en los factores que dificultan la adopción de buenos hábitos de autocuidado. Las mujeres destacaron que la falta de motivación, el cansancio, la ansiedad y las responsabilidades familiares les suponían dificultades para mantener comportamientos saludables. Por el contrario, para los hombres, los aspectos emocionales no eran tan relevantes, pero sí las responsabilidades laborales. Estos datos revelan diferencias y desigualdades significativas entre géneros: el hombre se centra en el trabajo, mientras que la mujer se enfoca en el cuidado de su familia. Curiosamente, este discurso en cuanto al reparto de responsabilidades domésticas y el cuidado de la familia emana con más fuerza de las propias mujeres.

En este estudio se observó una tendencia entre las mujeres a desatender sus propias necesidades y dar prioridad a las de los miembros de la familia. Esta tendencia puede explicarse, una vez más, por los roles y normas de género socialmente construidos, en los que las mujeres suelen ser vistas como "cuidadoras" y los hombres como "proveedores".

Se ha demostrado que el apoyo social y familiar es un aspecto fundamental en el control y evolución de la diabetes. Por lo tanto, este trabajo nos desvela una situación tremendamente injusta: los hombres se benefician del cuidado de las mujeres, y las mujeres lidian con dos problemas: sostienen el rol de cuidadoras y, además, me pregunto ¿Quién cuida de ellas?

Es increíble que en nuestros tiempos, en los que presumimos de equiparación entre sexos, todavía persistan semejantes injusticias y se asuman disparidades en una sociedad teóricamente igualitaria. Sería interesante plantearse si estas desigualdades conllevan implicaciones sobre cómo los profesionales sanitarios ejercemos la práctica clínica con los hombres y las mujeres. ¿Puede nuestro papel como educadores en salud ir más allá y capacitar a los pacientes para que actúen más allá de los roles de género y las expectativas sociales?



Ramírez-Morros A, Berenguera A, Millaruelo L, Buil-Cosiales P, Gomez Garcia C, Cos X, Ávila Lachica L, Artola S, Millaruelo JM, Mauricio D, Franch-Nadal J. Impact of Gender on Patient Experiences of Self-Management in Type 2 Diabetes: A Qualitative Study. Patient Prefer Adherence. 2024 Sep 13;18:1885-1896. doi: 10.2147/PPA.S466931. PMID: 39290823; PMCID: PMC11407317. 

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