Dificultades para explicar la actual epidemia de obesidad
Puede ser sorprendente que a estas alturas aún no tengamos claro cuál es la causa de la actual epidemia de obesidad en los países occidentales. Parecía plausible pensar que un balance positivo en entre las calorías ingeridas (dieta) y las gastadas (ejercicio físico) sería la razón principal o única; pero al parecer no es así, según esta revisión que comentamos.
La realidad es que desde el 1990 la prevalencia de la obesidad en EEUU en general se ha disparado desde el 12 al 42% dejando la idea que la única explicación era que esta sociedad ingería cada vez más alimentos, más calorías un año tras otro.
Huelga recordar, como hemos comentado en otros post, que hablamos de obesidad cuando el índice de masa corporal (IMC) es superior a 30 Kg/m2; un umbral a partir de cual esta condición se encuentra asociada con la mortalidad por cualquier causa (MCC), la cardiovascular (MCV), por el cáncer y con las enfermedades cardio-metabólicas, como la diabetes tipo 2 (DM2).
La realidad es que la obesidad en los adolescentes y adultos jóvenes americanos (Ellison-Barnes A et al 2019, como comentamos en un post anterior) aumentó entre el 1979 y el 2018 de manera importante. Así entre el período del 1976-1980 y del 2017-2018 la prevalencia pasó del 6,2% (IC 95%: 4,9%- 7,9%) al 32,7% (IC 95%: 24,7%-41,8%; p 0,007) lo que es a todas luces preocupante.
Sin embargo, según las diferentes encuestas de la National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) y la información recabada por la United Nations Food and Agricultural Organization (FAO) en cuanto a la tendencia en la ingesta calórica en dicho país no demuestran un aumento en la ingesta calórica durante los 20 años que ha ido aumentado la prevalencia de la obesidad en dicho país. Incluso los datos de la NHANES sugieren que hay una reducción en la ingesta de energía durante dicho período, unos datos que se ha sugerido pudieran estar infraestimados por las encuestas, pero que van a la par de lo apuntado por la FAO, sea midiendo las calorías consumidas por el peso, sea normopeso, sobrepeso u obesidad o por la edad; así, en los niños americanos en los que la obesidad ha crecido de forma alarmante.
La segunda hipótesis va en la línea de que la actividad física de sus ciudadanos se ha reducido en estos años al aumentar el sedentarismo. Sin embargo, esta suposición no tiene respaldo documental. Si que es cierto que los niveles de actividad física están por debajo de lo niveles considerados óptimos, pero éstos se han mantenido estables o no han empeorado desde el 1990.
De ahí que apunten en este artículo que deben ser otras causas, otras explicaciones, que en este caso apuntan a modificaciones biológicas que interaccionen entre sí y que vayan desde los alimentos procesados (industriales) que produzcan nutrientes acelulares (hidratos de carbono, proteínas procesadas), carencia de prebióticos, aditivos...a cambios en la composición y la función de la flora intestinal (la microbiota, pues consume entre un 7 a un 22% de la energía ingerida), del gasto metabólico (la influencia de la grasa parda), y del aumento de la transmisión intergeneracional del riesgo (obesidad en la infancia) a padecer esta condición (epigenética, los ARN no codificantes, y las especies microbianas).
Todo ello se analiza en este artículo. Muy recomendable su lectura.
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