El sueño y la mortalidad en el paciente con diabetes
Las horas de sueño (que se ha reducido a nivel general en la población) han ido en sentido contrario a la prevalencia de la DM2 de ahí que se postule que la reducción de la sensibilidad de la insulina y de la función de las células β pueda estar relacionada en situaciones de deprivación onírica, aunque lo conocido hasta entonces daba una curva en U entre la duración del sueño y la incidencia de DM o de la intolerancia a la glucosa.
Con la cohorte del European group for the study of insulin resistance (EGIR-RISC) en 1.319 individuos de entre 30-60 años de 14 países europeos (Rutters F et al) demostró una asociación entre la sensibilidad a la insulina y la función de las células β pancreáticas con la duración del sueño. Una situación que se manifestó tanto por defecto como por exceso, y sensible al sexo del individuo.
Sabemos que las alteraciones del sueño, por otra parte se han demostrado que están relacionadas con la obesidad, el síndrome metabólico (SM) y la mortalidad y que se ha recomendado como el tiempo más saludable dedicado al descanso nocturno que sea de 7-8 horas en adultos entre 18-64 años e incluso por encima de esta edad.
Estudios de Itani et al y de Jike et al sobre individuos mayores de 20 años encontraron que la duración del sueño alargada se asociaba significativamente con mayor riesgo (risk ratio –RR) de obesidad 1,08, de enfermedad coronaria RR 1,24, cardiovascular (ECV) 1,25, para DM2 1,26 y para mortalidad por cualquier causa (MCC) 1,39. Y una duración corta, RR incluso superiores 1,38, 1,26, 1,16, 1,37, y 1,12 respectivamente.
El problema es definir que es un sueño largo o corto, se admite dormir mucho cuando éste sea superior a 8-9 horas y corto cuando sea inferior a 5-6 horas diarias.
Con todo faltan datos sobre la duración del sueño en pacientes con DM2 y la mortalidad. De ahí que este estudio intente establecer las asociaciones entre la duración basal del sueño y el riesgo de MCC, MCV entre personas chinas con DM2, según la edad, duración de la DM, el diagnóstico reciente de este trastorno, utilización de la INS, la hipertensión arterial (HTA), dislipemia, HbA1c y la obesidad.
Se siguieron a 12.526 individuos con DM2 de más de 30 años durante ≥ 3 años extraídos del DCMP de Taiwan. La duración del sueño se medió mediante cuestionarios que correspondían a respuestas sobre lo acaecido al menos a un mes antes de la entrevista. La duración del sueño se relacionó con la ECV y la mortalidad según un modelo estadístico proporcional y aleatorio Cox.
En diez años se produjeron 2.918 fallecimientos (1.328 por ECV y 1.590 no ECV), destacándose una sociación en “J” para la MCC y en la MCV; destacándose los riesgos más bajos en aquellos pacientes con un sueño entre 5-7 horas.
Los efectos agrupados para la MCC incluyeron un sueño superior o inferior a 7 horas con una edad ≥ 65 años hazard ratio ajustada (HR) 4,00 (IC 95% 3,49–4.60)], una duración de la DM2 ≥ a 5 años HR 1,60 (IC 95% 1,40–1,84), una edad al diagnóstico de la DM ≤ 45 años 1,69 (IC 95% 1,38–2,07), la utilización de la INS HR 1,76 (IC 95% 1,54–2,03), una presión arterial (PA) superior a 130/85 mmHg HR 1,24 (IC 95% 1,07–1,43), unos triglicéridos (TRIG) ≥ 150 mg/dL HR 1,38 (IC 95% 1,22–1,56), una HbA1c ≥ 7% HR 1,31 (IC 95% 1,13–1,52), un índice de masa corporal (IMC) ≥ 27 kg/m2 HR 1,31 (IC 95% 1,17–1,45).
Concluyen que existe una asociación en “J” entre la duración del sueño y la MCC y MCV, siendo el intervalo entre 5-7 horas de sueño aquel con el de menor riesgo de mortalidad.
Hubo una interacción sinérgica entre la duración del sueño y la duración de la DM pero antagónica con la edad y la obesidad.
La explicación fisiopatológica iría en que el sistema nervioso autonómico tendría un papel muy importante en la coordinación de diversas funciones fisiológicas en el sueño; la alteración de éste genera una disfunción autonómica actuando sobre el metabolismo generando obesidad, HTA, alteración de la tolerancia a la glucosa e insulinoresistencia
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