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27 de febrero de 2013
La dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva o frutos secos previene los eventos cardiovasculares. Estudio PREDIMED
La dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva o frutos secos previene los eventos cardiovasculares. Estudio PREDIMED
Hace un par de años comentamos el estudio PREDIMED-Reus (PREvención con DIeta MEDiterránea) de prevención de la diabetes tipo 2 (DM2) mediante la introducción de la dieta mediterránea (MedDiet). Existen evidencias que sugieren que la MedDiet puede relacionarse con la baja incidencia de diabetes en pacientes normales o con la cardiopatía isquémica. Y también sabemos, en estudios de prevención secundaria que existe una relación inversa entre la MedDiet y los eventos cardiovasculares.
La MedDiet, como sabemos, es un tipo de dieta equilibrada que tiene en su composición alimentos vegetales, legumbres, frutas, frutos secos, aceite de oliva, pescado, vino, y productos lácteos.
Como vimos en el anterior post, se diseñó un estudio aleatorizado (ECA) multicéntrico con tres tipos de dietas sin restricción calórica, en individuos entre 55-80 años con alto riesgo de enfermedad cardiovascular (ECV) pero sin ECV demostrada. Una dieta hipolipemiante (dieta control), una dieta MedDiet con aceite de oliva virgen y una MedDiet con frutos secos, y se las relacionó con la incidencia de la DM2. Tras un seguimiento medio de 4 años los hazard ratios (HR) para la diabetes fueron de 0.49 (0.25-0.97) en la MedDiet con aceite de oliva y 0.48 (0.24-0.96) en la MedDiet con frutos secos, en comparación con el grupo control.
En este trabajo se relacionó este tipo de dietas con la prevención de eventos cardiovasculares en este tipo de individuos (prevención primaria) durante un seguimiento medio de 4,8 (2,8-5,8) años.
Todos los integrantes tenían al menos tres factores de riesgo cardiovascular y/o historia familiar de ECV prematura, pero mostraban una ECV sin manifestaciones clínicas y no tenían DM2.
A todos ellos se les hicieron intervenciones educativas por grupos, mediante un dietista. Los individuos de la MedDiet con aceite de oliva se les proporciono un litro por semana, y a los integrantes de los frutos secos (tres tipos), 30 gr por día. Al grupo de la dieta hipolipemiante se les aconsejaron reducir este tipo de grasas en la ingesta. Todos los individuos de todos los grupos fueron controlados cada año con cuestionarios sobre estilos de vida mostrando todos ellos una buena adherencia a la dieta y fueron valorados los objetivos dietéticos planteados. El objetivo primario fue determinar las tasas de eventos cardiovasculares mayores (infarto agudo de miocardio (IAM), accidente vásculo-cerebral (AVC), o muerte por causas cardiovasculares). Este objetivo se cumplió el 22 de Julio del 2011, por lo que el ECA fue detenido.
Desde octubre del 2003 hasta junio del 2009 un total de 8.713 individuos fueron evaluados, quedando al final 7447 personas (55-80 años), 57% mujeres, que fueron aleatorizadas a cada uno de los grupos.
En éstos, se detectaron 288 ECV, que tras un análisis estadístico multivariante señaló HR de 0,70 (IC 95%, 0,54-0,92) en la MedDiet con aceite de oliva (96 ECV, 3,8%) y un HR de 0,72 (IC 95% 0,54 -0,96) en la MedDiet con frutos secos (83 ECV, 3,4%), frente al grupo control de dieta hipolipemiantes (109 ECV, 4,4%). En cuanto a las tasas de incidencia de ECV fueron de 8,1 en MedDiet con aceite de oliva, 8,2 en MedDiet con frutos secos y de 11,2 casos por 1000 personas y año en el grupo control.
Concluyen que en individuos con alto riesgo cardiovascular la MedDiet suplementada con aceite de oliva o frutos secos es capaz de reducir la incidencia de ECV. Ambos tipos de dietas tendrían el mismo efecto protector frente a la dieta control.
El estudio, dada sus importantes conclusiones, está teniendo un gran impacto mediático.
Salas-Salvadó J,Bulló M, Babio N, Martínez-González MA, Ibarrola-Jurado N, Basora J, et al, For the PREDIMED Study investigators. Reduction in the Incidence of Type 2-Diabetes with the Mediterranean Diet: Results of the PREDIMED-Reus Nutrition Intervention Randomized Trial.
Diabetes care 2010. Published online before print October 7, 2010
Estruch R, Ros E, Salas-Salvadó J, Covas MI, D Pharm, Corella D, Arós F, Gómez-Gracia E, Ruiz-Gutiérrez V, Fiol M, Lapetra J, Lamuela-Raventos RM, Serra-Majem L, Pintó X, Basora J, Muñoz MA, Sorlí JV, Martínez JA, Martínez-González MA; the PREDIMED Study Investigators.Primary Prevention of Cardiovascular Disease with a Mediterranean Diet. N Engl J Med. 2013 Feb 25. [Epub ahead of print]
24 de febrero de 2013
Distintas poblaciones según las pruebas utilizadas en el diagnóstico de la prediabetes en la edad escolar
Distintas poblaciones según las pruebas utilizadas en el diagnóstico de la prediabetes en la edad escolar
Otro estudio que intenta valorar las diferencias entre glucosa basal (GB) y la HBA1c a la hora de diagnosticar precozmente la diabetes tipo 2 (DM2) y la prediabetes. En este caso se utilizaron los datos del estudio HEALTHY, un estudio diseñado para evaluar un programa de intervención con el que reducir los factores de riesgo de DM2 en una cohorte multiétnica de estudiantes jóvenes de estudios medios.
El objetivo primario del estudio HEALTHY fue determinar los cambios tras la intervención en los perceptiles de los estudiantes con un índice de masa corporal (IMC) ≥85 (prevalencia combinada de obesidad y sobrepeso ajustado por edad y sexo). En este estudio, tanto la GB como la HbA1c fueron determinadas al inicio y al final del estudio para evaluar el paso a DM2 o prediabetes en este segmento de edad. El objetivo de este post-hoc fue determinar las anormalidades glucémicas mediante ambos parámetros, teniendo en cuenta que los márgenes de 5,7-6,4% de HbA1c son considerados como de alto riesgo de alteración del metabolismo hidrocarbonatado (ARHbA1c) y la glucosa basal alterada (GBA) cuando la GB se encontró entre 100-125 mg/dl.
De los 3,980 jóvenes analizados de 42 escuelas de grado medio, 128 (3,2%) tuvieron un ARHbA1c y 635 (16,0%) tuvieron GBA. O sea que se diagnosticaron 5 veces más GBA que ARHbA1c.
Si comparábamos con aquellos con una HbA1c inferior a 5,7%, los que presentaron ARHbA1c fueron jóvenes no hispanos, de raza negra con familia con historia de DM2 y niveles elevados de IMC, circunferencia de cintura e insulina basal. Sin embargo, no hubo asociación con el sexo, la hipertensión arterial, los triglicéridos o el HDL-colesterol.
Si comparamos con GB inferiores a 100 mg/dl, el rango de GBA se asoció con jóvenes hispanos, con IMC, circunferencia de cintura e insulina basal elevada. Del mismo modo presentaban una tensión arterial (TA) y una concentración media de triglicéridos más elevada.
Comparando ambos grupos, el 36,7% de los ARHbA1c tuvieron a la vez GBA, al tiempo que solo el 15,3% tuvieron una HbA1c inferior a 5,7%. Del mismo modo, en aquellos con GBA solo el 7,4% tuvieron ARHbA1c, a la vez que solo un 2,4% tuvieron una GB inferior a 100 mg/dl
Dos años más tarde, el 59,4% de los jóvenes con ARHbA1c persistieron en esta condición y un niño (0,8%) presentó una HbA1c ≥6.5% (rango de DM2). El 46,9% de los muchachos con GBA persistieron en esta condición y 7 chicos (1,1%) presentaron una GB ≥126 mg/dl (rango de DM2). Aquellos con una ARHbA1c, en comparación con los de GBA, tuvieron un IMC mayor que persistió dos años después.
Concluyen que según esta cohorte del HEALTHY study en jóvenes de estudios medios, tanto la ARHbA1c como la GBA definen grupos de muchachos con diferentes marcadores de riesgo. La GBA sería aproximadamente 5 veces más frecuente, pero la ARHbA1c sería más persistente en el tiempo.
Con todo, queda sin aclararse que estrategias de pruebas de cribado son más convenientes para prevenir la DM2 en estos estratos de edad.
Este trabajo tiene la importancia de comparar ambas pruebas diagnósticas en los estados prediabéticos y en un colectivo hasta ahora desconocido como son los jóvenes obesos.
Buse JB, Kaufman FR, Linder B, Hirst K, El Ghormli L, Willi S; HEALTHY Study Group. Diabetes screening with hemoglobin a1c versus fasting plasma glucose in a multiethnic middle-school cohort. Diabetes Care. 2013 Feb;36(2):429-35. doi: 10.2337/dc12-0295. Epub 2012 Nov 27.
19 de febrero de 2013
Mitos sobre la obesidad
Mitos sobre la obesidad
Se trata de un artículo que analiza las creencias que sin fundamento se difunden de la obesidad. A este respecto, afirman que las creencias deberían basarse en evidencias científicas, fiables, que haya surgido de estudios científicos de calidad (ensayos clínicos…). En este tema, habitualmente se acumulan afirmaciones en base a asociaciones estadísticas que se convierten en causalidades muchas veces intencionadas.
Dentro de los MITOS, que este documento, se apuntan afirmaciones, como:
*- Pequeños cambios en el consumo de energía producen grandes cambios en el peso corporal con el tiempo. En este caso, según regla fija si en una dieta de 3500 kcal se incrementa el gasto energético en 100 Kcal diarias (1,6 km caminando diariamente) se deberían perder 22,7 kg a los 5 años; sin embargo, la pérdida real de peso es de alrededor de 4,5 kg. Las variaciones individuales en la gestión energética, al tiempo que los incrementos en la ingesta por la pérdida de masa corporal influyen y dan al traste con las matemáticas
*- Poner metas realistas en la pérdida de peso es importante, porque si no se genera frustración y se pierde menos peso. No existen datos que indiquen que exista una asociación negativa entre unos objetivos ambiciosos y la pérdida de peso, aunque de plantear estos se mejorará la pérdida de peso.
*- Una importante y rápida pérdida de peso se asocia con una menor pérdida de peso a largo plazo, en comparación con aquella pérdida de peso suave y gradual. Comparando ambos tipos de dietas los estudios muestran que el resultado final suele ser parecido. Sin embargo, una pérdida de peso discreta al inicio puede influir en los éxitos sobre el peso a largo plazo (sería un tema de refuerzo positivo, en mi opinión)
*- Es importante evaluar los cambios en la dieta a los efectos de ayudar al paciente a solicitar ayuda para perder peso. Señalan que la disposición o la adherencia al tratamiento no predice la pérdida de peso. Lo achacan al hecho de que los pacientes que voluntariamente se inscriben en programas de pérdida de peso muchas veces no están dispuestos a hacer los cambios de comportamiento necesarios para perder peso.
*- Clases de educación física –reglada y habitual- juegan un papel importante en reducir o prevenir la obesidad infantil. Al parecer esto no ha sido demostrado (dos metaanálisis al respecto). No contradice el estudio que comentamos anteriormente sobre el ejercicio en la infancia y la prevención de la DM2, pues el nivel de actividad física puede ser efectivo para reducir la obesidad infantil.
*- La lactancia materna protege contra la obesidad infantil. Al parecer esta afirmación se ha debido a sesgos y factores confusionales en los estudios, afirman. Aunque esta práctica tiene importantes efectos saludables para los niños.
*- La actividad sexual quema entre 100 y 300 kcal en cada participante. Teniendo en cuenta la actividad y tiempo gastado. Para un varón de 70 kg que consuma 3 MET o 3,5 Kcal/minuto (210 Kcal/hora) en la primera fase de la relación. Si calculamos que la duración media se encuentra entre 6-19 minutos el gasto en la actividad sexual sería el gasto de 21 Kcal.
En cuanto a las PRESUNCIONES, o creencias que no han sido probadas o rechazadas por la evidencia científica.
*- Hacer un desayuno regular (en vez de saltárselo) protege contra la obesidad. No ha sido probado, aunque el hábito de desayunar influiría en el peso.
*- Enseñar buenos hábitos dietéticos y de ejercicio en la infancia influyen en el peso que tendremos el resto de nuestra vida. Habitualmente seguimos genéticamente en nuestros perceptiles, aunque nuestro comportamiento puede cambiar nuestro fenotipo. No hay nada demostrado.
*- Comer mucha fruta y vegetales hace perder peso o ganar menos. Si no existen otros cambios en la dieta no se modifica el peso.
*- El peso cíclico (dieta “yo-yo”) se asocia con un incremento en la mortalidad. No existen evidencias consistentes al respecto.
*- El picoteo (comer entre comidas) contribuye a ganar peso y a la obesidad. No existen evidencias al respecto
*- El ambiente urbano en términos de paseos, parques…influye en la incidencia y prevalencia de la obesidad. Existe asociación observacional al respecto aunque no de suficiente consistencia.
Se puede concluir que tanto los mitos como las presunciones son creencias corrientes que se trasmiten no solo en los medios de comunicación, si no entre las personas que de alguna manera quiere o están dispuestas, a perder peso; o, incluso entre expertos y personal sanitario. Conviene desmitificar a la vez que se informa.
Casazza K, Fontaine KR, Astrup A, Birch LL, Brown AW, Bohan Brown MM, Durant N,et al. Myths, presumptions, and facts about obesity.
N Engl J Med. 2013 Jan 31;368(5):446-54. doi: 10.1056/NEJMsa1208051
16 de febrero de 2013
¿Se reduce el riesgo de diabetes tipo 2 con el ejercicio físico en los niños?
¿Se reduce el riesgo de diabetes tipo 2 con el ejercicio físico en los niños?
Sobre la diabetes en el niño no hablamos mucho. Se sobreentiende que la mayoría diabetes tipo 1, por lo que aspectos de prevención o de modificación de los estilos de vida no tendrían, a priori, excesivo alcance a estas edades. Sin embargo, la epidemia de obesidad entre nuestros infantes y su relación con la diabetes tipo 2 (DM2) entre los más pequeños cobra cada vez mayor importancia. Comentamos un trabajo que estudia entre los niños con sobrepeso u obesidad la relación entre la cantidad de ejercicio físico practicado y el riesgo de DM2. Se sabe que el ejercicio aeróbico reduce el riesgo metabólico en adultos y también en niños, pero se desconoce qué cantidad sería la deseable para prevenir la DM2 en un futuro. El objetivo del mismo fue la de estudiar los efectos de diversas dosis de ejercicio aeróbico sobre la insulinoresistencia, la grasa corporal, la grasa visceral, y la aptitud física general de niños sedentarios con sobrepeso u obesos. Se trata de un ensayo clínico aleatorizado realizado entre el 2003 y el 2006, en 222 niños sedentarios (menos de una hora semanal de ejercicio físico), obesos o con sobrepeso, aplicando el criterio del Centers for Disease Control and Prevention o un índice de masa corporal (IMC) ≥ 85 del percentil ponderal,
con edad media de 9,4 (7-11) años. El 42% eran varones y 58% de raza negra, y fueron captados de 15 escuelas americanas en Augusta (Georgia). Estos niños fueron aleatorizados a recibir dosis bajas (n=71) o altas (n=73) de ejercicio físico aeróbico o a mantener su situación física habitual (n=78).
Los de bajas dosis hicieron 20 minutos diarios y los de altas dosis 40 minutos diarios de ejercicio aeróbico. Se midió tras la intervención el riesgo de diabetes según el área de concentración de insulina (ADC) tras un test de tolerancia a la glucosa, el estado aeróbico del sujeto según el pico de oxígeno consumido (VO2), el porcentaje de grasa corporal según un absorciómetro de doble energía, y la grasa visceral según la resonancia magnética, y todo analizado según intención de tratar.
Tras 1-3 días de haber finalizado las 13 semanas del ensayo clínico, los 209 niños que se mantuvieron en el estudio, tuvieron en un 85% un IMC de 26 (DE 4,4). En cuanto a la reducción de los niveles de insulina fue mayor en el grupo de más ejercicio físico (diferencia media ajustada de -3,56, IC 95% -6,26 a -0,85 × 10(3) μU/ml; p = 0,01) en el ejercicio intermedio (diferencia media ajustada de -2,96, IC 95% -5,69 a -0,22 × 10(3) μU/ml; p = 0.03) que el grupo control.
Sin embargo, las diferencias en la insulinoresistencia entre los dos grupos de ejercicio físico no fueron significativas
Hubieron también diferencias en la grasa corporal (diferencia media ajustada de -1,4%, IC 95% -2,2 a -0,7%; p inferior 0,001; y de -0,8% IC 95% -1,6 a -0,07%; p = 0.03).
En la grasa visceral (diferencia media ajustada de -3,9 cm3, IC 95% -6,0 a -1,7 cm3; p inferior 0.001; y de -2.8 cm3 IC 95%, -4,9 a -0,6 cm3; p = 0,01) entre los grupos de alta o intermedia dosis de ejercicio frente al grupo control.
Concluyen que tras 13 semanas, pautas de ejercicio de 20 o de 40 minutos diarios de entrenamiento aeróbico mejoran la condición física y generan beneficios en la resistencia a la insulina y en la grasa visceral en niños sedentarios con sobrepeso u obesidad, e independientemente del sexo o de la raza.
Sin embargo, se hace notar que el doble de ejercicio no se traduce en el doble de beneficios con respecto al grupo control o basal, por lo que, apuntan que 20 minutos diarios, algo perfectamente aplicable en la jornada educativa, serían suficientes para prevenir esta patología.
Davis CL, Pollock NK, Waller JL, Allison JD, Dennis BA, Bassali R, Meléndez A, Boyle CA, Gower BA Exercise dose and diabetes risk in overweight and obese children: a randomized controlled trial. JAMA. 2012 Sep 19;308(11):1103-12.
12 de febrero de 2013
La sitagliptina y la glipizida en individuo diabético tipo 2 con enfermedad renal terminal en diálisis
La sitagliptina y la glipizida en el individuo diabético tipo 2 con enfermedad renal terminal en diálisis
Muchas veces las evidencias van en contra de las recomendaciones aceptadas. En este caso, ninguna de las dos moléculas estaría indicada o recomendada en primer lugar en individuos con diabetes tipo 2 (DM2) con una enfermedad renal crónica (ERC), pero en ambas, en este estudio se valoran en monoterapia cuando ésta es terminal (ERT) y el paciente se encuentra en diálisis.
Sabemos que en estas situaciones según el reciente KDIGO 2012 Clinical Practice Guideline for the Evaluation and Management of Chronic Kidney Disease se deben evitar las sulfonilureas (SU) que se excretan renalmente tal es el caso de la glibenclamida (glyburide), y aquellas que principalmente se excretan por el hígado (gliclazida, gliquidona) deben reducirse las dosis si la tasa de filtración glomerular (TFG) es inferior a 30 ml/min/1,73 m2.
La glipizida es una de las sulfonilureas que aunque tiene un 70% de excreción renal, afirman, se podría utilizar en la ERC, sin embargo tiene el riesgo de la hipoglucemia. La sitagliptina, por su parte, es un inhibidor de la dipeptidil-peptidasa 4 (DPP-4), que se elimina por vía urinaria en un 80%, por lo que esta indicación no estaría recomendada. Su potencial hipoglucémico es semejante al placebo.
Se aleatorizaron 129 pacientes mayores de 30 años con DM2 y ERT en diálisis, con HbA1c entre 7-9%, en proporción 1/1 en tratamiento con ambos fármacos en doble-ciego y paralelo, durante 54 semanas. Se trató de un estudio multicéntrico en 12 países, 31 centros sanitarios.
La intervención se hizo en monoterapia con sitagliptina 25 mg/día o glipizida (se inició con 2,5 mg/día dosificándose hasta un máximo de 10 mg dos veces diarias o inferior para evitar la hipoglucemia). Los objetivos primarios fueron los cambios de la HbA1c a las 54 semanas frente a su estado inicial, la tolerabilidad de la sitagliptina. Como objetivo secundario comparar la posibilidad de hipoglucemia sintomática de la sitagliptina frente a la glipizida.
De los 129 pacientes, 64 recibieron sitagliptina (edad media 61 años, HbA1c 7,9%) y 65 glipizida (59 años y HbA1c 7,8%). A las 54 semanas el cambio medio en la HbA1c fue de -0,72% (IC 95% , -0.95 a -0.48%) con sitagliptina y -0,87% (IC 95% -1,11 a -0,63%) con glipizida, o una diferencia media de 0,15% (IC 95% -0,18% a 0,49%) entre ambos. La glucosa basal (GB) disminuyó significativamente en 26,6 mg/dl con la sitagliptina y 31,2 mg/dl con la glipizida.
En cuanto a las hipoglucemias sintomáticas fueron de 6,3% en la sitagliptina frente al 10,8% en la glipizida o una diferencia entre ellas de -4.8% (IC 95%, -15.7 a 5.6%), y en hipoglucemias graves de 0% y 7,7%, diferencia de -7.8% (IC 95% -17,1 a -1,9%), respectivamente.
En cuanto a efectos secundarios, hubieron diferencias entre ambas con respecto al dolor de cabeza y la celulitis (6,3 vs 0%, ambas).
Se apunta que la pequeña cantidad de pacientes limitaría las conclusiones, que no obstante se señala que tanto la glipizida como la sitagliptina en monoterapia serían efectivas y toleradas a las 54 semanas en enfermos con DM2 y ERT que recibían diálisis.
Según este trabajo el tratamiento de la sitagliptina generaría reducciones en la HbA1c y de GB semejantes a las 54 semanas en pacientes en ERT y DM2.
Un trabajo de no inferioridad de dos moléculas en una patología donde el comportamiento de éstas frente a la enfermedad renal no tendría tanta importancia, dado que esta función se supliría con la diálisis, sin embargo, no está demás su estudio, aunque sus conclusiones solo serían aplicables a esta particular situación del enfermo renal terminal.
Arjona Ferreira JC, Corry D, Mogensen CE, Sloan L, Xu L, Golm GT, Gonzalez EJ, Davies MJ, Kaufman KD, Goldstein BJ. Efficacyand Safety of Sitagliptin in Patients With Type 2 Diabetes and ESRD ReceivingDialysis: A 54-Week Randomized Trial. Am J Kidney Dis. 2013 Jan 23. pii:S0272-6386(12)01510-7. doi: 10.1053/j.ajkd.2012.11.043. [Epub ahead of print]
KDIGO 2012Clinical Practice Guideline for the Evaluation and Management of Chronic KidneyDisease. volume 3 | issue 1 | JANUARY2013
Muchas veces las evidencias van en contra de las recomendaciones aceptadas. En este caso, ninguna de las dos moléculas estaría indicada o recomendada en primer lugar en individuos con diabetes tipo 2 (DM2) con una enfermedad renal crónica (ERC), pero en ambas, en este estudio se valoran en monoterapia cuando ésta es terminal (ERT) y el paciente se encuentra en diálisis.
Sabemos que en estas situaciones según el reciente KDIGO 2012 Clinical Practice Guideline for the Evaluation and Management of Chronic Kidney Disease se deben evitar las sulfonilureas (SU) que se excretan renalmente tal es el caso de la glibenclamida (glyburide), y aquellas que principalmente se excretan por el hígado (gliclazida, gliquidona) deben reducirse las dosis si la tasa de filtración glomerular (TFG) es inferior a 30 ml/min/1,73 m2.
La glipizida es una de las sulfonilureas que aunque tiene un 70% de excreción renal, afirman, se podría utilizar en la ERC, sin embargo tiene el riesgo de la hipoglucemia. La sitagliptina, por su parte, es un inhibidor de la dipeptidil-peptidasa 4 (DPP-4), que se elimina por vía urinaria en un 80%, por lo que esta indicación no estaría recomendada. Su potencial hipoglucémico es semejante al placebo.
Se aleatorizaron 129 pacientes mayores de 30 años con DM2 y ERT en diálisis, con HbA1c entre 7-9%, en proporción 1/1 en tratamiento con ambos fármacos en doble-ciego y paralelo, durante 54 semanas. Se trató de un estudio multicéntrico en 12 países, 31 centros sanitarios.
La intervención se hizo en monoterapia con sitagliptina 25 mg/día o glipizida (se inició con 2,5 mg/día dosificándose hasta un máximo de 10 mg dos veces diarias o inferior para evitar la hipoglucemia). Los objetivos primarios fueron los cambios de la HbA1c a las 54 semanas frente a su estado inicial, la tolerabilidad de la sitagliptina. Como objetivo secundario comparar la posibilidad de hipoglucemia sintomática de la sitagliptina frente a la glipizida.
De los 129 pacientes, 64 recibieron sitagliptina (edad media 61 años, HbA1c 7,9%) y 65 glipizida (59 años y HbA1c 7,8%). A las 54 semanas el cambio medio en la HbA1c fue de -0,72% (IC 95% , -0.95 a -0.48%) con sitagliptina y -0,87% (IC 95% -1,11 a -0,63%) con glipizida, o una diferencia media de 0,15% (IC 95% -0,18% a 0,49%) entre ambos. La glucosa basal (GB) disminuyó significativamente en 26,6 mg/dl con la sitagliptina y 31,2 mg/dl con la glipizida.
En cuanto a las hipoglucemias sintomáticas fueron de 6,3% en la sitagliptina frente al 10,8% en la glipizida o una diferencia entre ellas de -4.8% (IC 95%, -15.7 a 5.6%), y en hipoglucemias graves de 0% y 7,7%, diferencia de -7.8% (IC 95% -17,1 a -1,9%), respectivamente.
En cuanto a efectos secundarios, hubieron diferencias entre ambas con respecto al dolor de cabeza y la celulitis (6,3 vs 0%, ambas).
Se apunta que la pequeña cantidad de pacientes limitaría las conclusiones, que no obstante se señala que tanto la glipizida como la sitagliptina en monoterapia serían efectivas y toleradas a las 54 semanas en enfermos con DM2 y ERT que recibían diálisis.
Según este trabajo el tratamiento de la sitagliptina generaría reducciones en la HbA1c y de GB semejantes a las 54 semanas en pacientes en ERT y DM2.
Un trabajo de no inferioridad de dos moléculas en una patología donde el comportamiento de éstas frente a la enfermedad renal no tendría tanta importancia, dado que esta función se supliría con la diálisis, sin embargo, no está demás su estudio, aunque sus conclusiones solo serían aplicables a esta particular situación del enfermo renal terminal.
Arjona Ferreira JC, Corry D, Mogensen CE, Sloan L, Xu L, Golm GT, Gonzalez EJ, Davies MJ, Kaufman KD, Goldstein BJ. Efficacyand Safety of Sitagliptin in Patients With Type 2 Diabetes and ESRD ReceivingDialysis: A 54-Week Randomized Trial. Am J Kidney Dis. 2013 Jan 23. pii:S0272-6386(12)01510-7. doi: 10.1053/j.ajkd.2012.11.043. [Epub ahead of print]
KDIGO 2012Clinical Practice Guideline for the Evaluation and Management of Chronic KidneyDisease. volume 3 | issue 1 | JANUARY2013
9 de febrero de 2013
¿Es necesario inyectar la insulina humana regular 20 minutos antes de las comidas?
¿Es necesario inyectar la insulina humana regular 20 minutos antes de las comidas?
En fin, que van cayendo los mitos y los consejos de toda la vida. El consejo de inyectar la insulina regular humana (IRH) 20-30 minutos antes de las comidas, no queda claro. El estudio que comentamos aborda esta cuestión, sobre si los consejos de mantener este intervalo de tiempo (ITA) deben continuar dándose a los individuos con diabetes tipo 2 (DM2) que utilizan IRH.
Se trata de un estudio aleatorizado transversal sobre 100 individuos con DM2 con una edad media de 66,7 años. Fueron aleatorizados durante 4 semanas, en dos grupos, un grupo con ITA inicial (n=49) consistente en dos fases, una con ITA inicial de 20 minutos y una segunda fase sin ITA; y un segundo grupo, al revés que el anterior; una ITA final (n=51), consistente una fase inicial sin ITA y una segunda fase con ITA de 20 minutos.
Los principales parámetros evaluados fueron la HbA1c, el perfil de glucosa sanguínea, la incidencia de hipoglucemia, la calidad de vida, la satisfacción con el tratamiento y las preferencias del paciente.
Los resultados mostraron que suprimiendo la ITA solo existían pequeños incrementos de la HbA1c (diferencias medias interindividuales de 0,08%, IC 95% 0,01-0,15), una diferencia clínicamente irrelevante, de tal modo que inyectarse la IRH sin guardar la ITA no es inferior a hacerlo (p inferior 0,001). Hubieron, además, el mismo número de episodios de hiperglucemia entre los intervalos de tiempo.
En cuanto a la incidencia de hipoglucemia leve, un tema que preocupa, no hubieron tampoco diferencias entre realizar la ITA, o no hacerla (diferencias medias de −0,10, p= 0,493).
Tampoco hubieron diferencias en los perfiles de glucemia entre ambos grupos, al tiempo que la satisfacción se incrementó claramente si el ITA se suprimía (P inferior 0,001). Sin embargo, aplicando las puntuaciones de calidad de vida no se encontraron diferencias entre utilizar la ITA o no. Por último, en cuanto a las preferencias, el 86,5% prefirieron inyectarse la insulina sin hacer el ITA (p inferior 0,001). Como no podía ser de otra manera.
Se concluye que la ITA no es necesaria en individuos DM2 con tratamiento mediante insulina preprandial. Con todo, cada individuo diabético es un mundo y en mi opinión, antes de hacer o aconsejar cambios mejor estudiar los perfiles glucémicos de nuestros DM2. Sin embargo, y teniendo en cuenta la actual crisis económica, y las penurias que están pasando algunos de nuestros DM2, y tal como apuntan en el artículo, este estudio dan pie a cambiar los análogos rápidos de la insulinas, más caros, por insulinas humanas, más baratas.
Müller N, Frank T, Kloos C, Lehmann T, Wolf G, Müller UA. Randomized Crossover Study to Examine the Necessity of an Injection-to-Meal Interval in Patients With Type 2 Diabetes Mellitus and Human Insulin. Diabetes Care. 2013 Jan 22. [Epub ahead of print]
5 de febrero de 2013
Consumir más de un huevo diario aumenta el riesgo coronario en los diabéticos pero no en los no diabéticos
Consumir más de un huevo diario aumenta el riesgo coronario en los diabéticos pero no en los no diabéticos
Desde hace años se sabe que mayores niveles de LDL-colesterol (LDL-c) se relacionan con mayor riesgo de enfermedad coronaria y cardiovascular, en general. El Women’s Health Study tras 8 años de seguimiento mostró como los eventos cardiovasculares se incrementaban, el riesgo cardiovascular (RCV) se elevaba, en aquellos individuos con altos niveles de LDL-c frente a aquellos que estos niveles eran bajos. Estudios y metaanálisis posteriores han confirmado estos datos, sin embargo, también han mostrado que el colesterol ingerido en la dieta tiene una traducción modesta en los niveles de LDL-c, aunque podría influir en la oxidación de éste y en los niveles postprandiales de lípidos, que de alguna manera influirían en el RCV. En este aspecto, organismos como la American Heart Association (AHA) recomiendan consumir menos de 300 mg/día de colesterol. Una cantidad que se aproximaría a los 210 mg de colesterol que tiene uno de los alimentos más populares, el huevo, por lo que se limita su consumo cuando existe la recomendación de disminuir los niveles de colesterol. Sin embargo, este alimento es muy completo, pues tiene vitaminas, proteínas, minerales, es barato y con pocas calorías. Además tiene ácidos grasos insaturados, y, leemos, puede aumentar las concentraciones del HDL-colesterol (HDL-c), lo que paradójicamente disminuiría el RCV. Sin embargo, existen voces distintas y contradictorias con respecto al consumo de este alimento. De ahí, que se hiciera este metaánalisis de estudios de cohortes prospectivas que evaluaran las dosis/respuesta de la asociación entre el consumo de huevos y el riesgo de enfermedad coronaria (EC) y del accidente vásculocerebral (AVC).
Se hizo una estrategia de búsqueda en PubMed (Medline) y en Embase desde enero del 1966 hasta junio del 2012, sobre estudios de cohortes prospectivas que examinaran la asociación del huevos y el riesgo de EC o AVC. Los criterios que exigieron fueron que fueran estudios prospectivos, se evaluara el consumo de huevos, y los objetivos fueran los dos señalados, mostrados en forma de riesgo relativo (RR) con intervalos al 95%, y hazard ratios (HR), en al menos tres categorías cuantitativas en el consumo de huevos. Se estimo la heterogeneidad de los estudios.
Se identificaron 616 artículos por PubMed, y 824 por Embase, tras excluir duplicados y aplicar criterios de exclusión, se seleccionaron 16, que al final quedaron en 8, de los cuales 4 examinaron a los varones y mujeres separadamente.
Los 8 artículos supusieron 17 documentos, 9 de enfermedad coronaria y 8 de AVC, correspondientes a 263.938 participantes. Se contabilizaron 3.081.269 individuos/año y 5847 casos incidentes de EC durante 8-20 años, y 4.148.095 individuos/año y 7579 casos incidentes de AVC entre 8,8-22 años de observación.
Según estos datos no se encontró evidencia de asociación lineal entre el consumo de huevos y el riesgo de EC o de AVC (p=0,67 y p=0,27 con respecto a la no linealidad, respectivamente). En cuanto a los riesgos relativos (RR) de EC de consumir más de un huevo diario fue del 0,99 (IC 95% 0,85-1.15; p=0,88 en tendencia lineal), sin que hubiera heterogeneidad alguna entre los estudios. De igual forma, el RR de ingerir más de un huevo diario y AVC fue de 0,91 (IC 95% 0,81-1,02; p=0,10 en tendencia lineal) sin tampoco heterogeneidad entre los estudios.
En los individuos con diabetes (DM), el RR de EC de las personas con mayor consumo frente a las de menor consumo fue de 1,54 (IC 95% 1,14-2,09; p=0,01). Por otro lado, las personas con mayor consumo de huevos (tres estudios) tuvieron un 25% (0,75 IC 95% 0,57 -0,99; p=0,04) menor riesgo de AVC hemorrágico; sin embargo, el RR para AVC isquémico fue de 0,91 (0,82-1,01) y el RR para el AVC global 0,80 (0,29-2,15). En este aspecto existe estudios de cohortes que encuentra una relación inversa entre el AVC hemorrágico y los niveles séricos de colesterol total, lo que sería una explicación de la disparidad de RR, apuntan.
Los investigadores se hacen eco de posibles factores confusionales al estar el consumo de huevos relacionado con una cierta tipología de personas menos saludables (mayor consumo de carne roja, tabaquismo, inactividad…) lo que les decantaría hacia un mayor riesgo cardiovascular, a priori.
Con todo, concluyen, que consumos superiores a un huevo diario no se asociaron con un aumento del riesgo de EC o de AVC, si bien es cierto que si se aumentó el riesgo de EC entre los DM al tiempo que se reducía el riesgo de AVC hemorrágico.
En mi opinión, este estudio no demuestra más que el incremento de grasas saturadas en individuos de bajo riesgo tiene poco o ningún efecto cardiovascular; sin embargo, la misma ingesta en individuos de alto riesgo, tal es el caso de los DM, aumenta el riesgo coronario, y es indiferente en AVC isquémico. El huevo en este sentido se comportaría como un alimento lípidico más.
Rong Y, Chen L, Zhu T, Song Y, Yu M, Shan Z, Sands A, Hu FB, Liu L. Egg consumption and risk of coronary heart disease and stroke: dose-response meta-analysis of prospective cohort studies.
BMJ. 2013 Jan 7;346:e8539. doi: 10.1136/bmj.e8539.
3 de febrero de 2013
El consumo de azúcar y el peso corporal
El consumo de azúcar y el peso corporal
El azúcar (“sucrose”, sacarosa en español) un disacárido formado por una molécula de glucosa y una de fructosa, es un componente habitual en nuestra dieta, aunque su consumo ha ido aparejado con diversos efectos no deseables, del tipo de enfermedades cardiovasculares (ECV), diabetes tipo 2 (DM2), obesidad, gota úrica, esteatosis hepática, hiperactividad, caries dental...sin que todos estos efectos tengan la suficiente base científica. Dentro de éstos, ya hemos comentado alguna vez la asociación de bebidas azucaradas y el desarrollo de obesidad o DM2. En este aspecto, la revisión sistemática que comentamos examina ensayos clínicos aleatorizados (ECA) comparando resultados de ingestas con alto contenido de azúcares frente a otras con bajo contenido manteniendo el mismo balance calórico con respecto al peso corporal, pero excluyendo aquellos diseñados con el propósito expreso de perder peso, tanto en adultos como en niños.
Se realizó una revisión sistemática en forma de metaánalisis según la metodología de la Cochrane Collaboration, ECA y cohortes prospectivas que relacionaran la ingesta de azúcar con cambios en la grasa corporal. Para ello, se utilizó OVID Medline, Embase, PubMed, el Cumulative Index to Nursing and Allied Health Literature, Scopus,. Estudios publicados hasta diciembre del 2011 y que cumplieran con unos criterios de inclusión. Así, se requirió que indicaran la ingesta total de azúcar, de los componentes de ésta (expresado en cantidades y porcentajes de energía), la ingesta de azúcar que contenían no solo las comidas, sino también las bebidas azucaradas, y todo ello en forma de variables que fueran evaluadas en relación con al menos una medida de grasa corporal. Se incluyeron individuos sin enfermedades agudas, y pudiendo haber DM2, en ECA de al menos dos semanas de duración, o cohortes de al menos un año de duración. Se separó a su vez los efectos de los estilos de vida, de aquellos derivados de intervenciones médicas. Con ello, se identificaron dos tipos de estudios, uno, con un brazo de intervención con consejos de incrementar o disminuir la ingesta de azúcar de los alimentos y bebidas, aunque no sobre el control del peso corporal, que les denominaron estudios ad libitum. Y otro grupo de ECA, que se intentó sustituir los azucares por otra clase de carbohidratos manteniendo la ingesta energética. Se descartaron los estudios en cuyo diseño se encontraba la pérdida de peso. Las medidas sobre los cambios en la grasa corporal, incluyeron cambios en el peso, en el índice de masa corporal (IMC), z score del IMC, circunferencia de cintura, % de grasa corporal, materia grasa, y grasa en el tronco (%).
Finalmente se eligieron 30 ECA de 7.895, y 38 cohortes de 9.445. Dentro de estos, la reducción de la ingesta de azucares en los ECA ad libitum se asoció con un descenso del peso corporal
de 0,80 kg, (IC 95% 0,39 -1,21; p inferior a 0,001), al tiempo que incrementos en la ingesta de azúcares se asoció con un incremento comparable en el peso corporal de 0,75 kg, (IC 95% 0,30 – 1,19; p=0,001). Los estudios con sustitución isocalórica de los azúcares no mostró cambios en el peso corporal (0,04 kg, -0,04 a -0,13). Los estudios en niños, los cuales inevitablemente incluyen recomendaciones en reducir la ingesta de alimentos azucarados y refrescos azucarados, no mostraron cambios en el peso corporal. Si bien es cierto, que relacionando la ingesta de refrescos azucarados después de un año de seguimiento en estudios prospectivos, la odds ratio (OR) sobre la condición de presentar sobrepeso u obesidad se incrementó a un 1,55 (1,32-1,82) entre los grupos de alta ingesta frente a aquellos de más baja ingesta. Como, apuntaban a pesar de la alta heterogeneidad de los estudios, y los posible sesgos debido al diseño de los mismos, existe una tendencia consistente en las conclusiones. Unas conclusiones que apuntan que en los individuos que hacen una dieta ad libitum, la ingesta de más o menos azúcar en la comida o en la bebida, tiene una relación directa con el peso corporal. Apuntan, además, que los cambios en la grasa corporal relacionados con los cambios en la ingesta de azucares estarían relacionados básicamente con cambios en la ingesta energética, pues cambios entre los mismos hidratos de carbono, manteniendo el mismo balance calórico, no se asociaron con modificaciones del peso.
Te Morenga L, Mallard S, Mann J. Dietary sugars and body weight: systematic review and meta-analyses of randomised controlled trials and cohort studies.
BMJ. 2012 Jan 15;346:e7492. doi: 10.1136/bmj.e7492.