Estamos presenciando, en los últimos años, un aumento en la prevalencia de la obesidad, también conocida como enfermedad crónica basada en la adiposidad, que se traduce en un aumento de comorbilidades como diabetes mellitus tipo 2 (DM2) y enfermedades cardiovasculares (ECV) entre otras. A pesar de esta evidencia, la obesidad no ha sido aceptada por los clínicos como la enfermedad que es y se limitan a recomendar, que no prescribir, cambios del estilo de vida (EV) sin otras intervenciones. Pero si afirmamos que la obesidad es una enfermedad, lo hacemos porque existe evidencia fisiopatológica que la justifica. Existen unas zonas donde se localizan los centros del hambre y la saciedad y son las regiones subcorticales del cerebro.
Afortunadamente, se está empezando a observar un cambio. Están surgiendo profesionales concienciados en enfermedades metabólicas y se van desarrollando ensayos clínicos aleatorizados (ECA) con moléculas que se dirigen a las dianas cerebrales mencionadas previamente. Un ejemplo son los análogos del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (arGLP-1) entre los que se encuentra semaglutida (SEMA), fármaco protagonista del estudio que se analiza. Su mecanismo de acción se basa, estimula la saciedad y secundariamente reduciendo la sensación de hambre y la ingesta. (Sigue leyendo...)
Vamos a hacer referencia a “Weight loss response in patients with obesity treated with injectable semaglutide in a real-world setting” un estudio observacional realizado entre julio de 2021 y marzo de 2023 que analizó la respuesta a SEMA inyectable durante los 3 primeros meses desde la aleatorización, periodo en el que tuvo lugar la titulación de dosis de hasta 1 mg, así como después de 6 meses con la dosis máxima tolerada que fue de 1mg semanal para la mayoría de las personas (225 -79,2%-) alcanzando las 18 restantes (5,1%), 2mg semanales. Nadie fue tratado con la dosis de 2,4mg.
Para realizar el estudio se reclutaron 350 personas mayores de 18 años que tenían prescrita en su hoja de medicación SEMA inyectable subcutánea (SC) y que no habían sido sometidos durante el año anterior a una cirugía metabólica (CM). La tasa de abandono del estudio fue de 49 personas (14%) y la causa más habitual (6%) fueron los efectos adversos seguidos de la inclusión del paciente a una CM (4%). El objetivo primario fue el cambio de peso a los 3 meses. El secundario, a los 6 meses.
De las 350 personas con edades entre los 18 y 75 años (media de 48,5 -11,5-), el 80,3% eran mujeres, el peso más alto registrado fue 119,6kg (23,7) y el IMC 42,3 kg/m2 (7,5)
De la muestra, un 7,7% tenían diagnóstico confirmado de diabetes mellitus tipo 2 (DM2) en su historia clínica y el 72,6% antecedentes familiares de obesidad, especialmente en los padres (71,7%) y dentro de ellos en la línea paterna. Las comorbilidades de la obesidad se analizaron con el cuestionario KOSS (King's Obesity Staging Score).
Si analizamos los resultados del estudio, la fase de titulación fue completada por el 82% de las personas (287) y la pérdida de peso en ese periodo fue significativa (p<0,001) observándose en 287 individuos, quienes lograron una media de 7,5kg de reducción que, comparando con el momento inicial supuso un 6,6% menos. A los 6 meses, la reducción fue del 12% (6,1). Si no solo nos centramos en el porcentaje general de pérdida de peso, sino que analizamos cuántos pierden al menos un 5% en esta primera fase, el 65,5% de la muestra que la completó lo consiguió. Igualmente, perdieron al menos un 10% el 13,5% de sujetos y un 15% el 2,4%.
Si analizamos los mismos datos en las 224 personas que completaron el seguimiento hasta los 6 meses vemos que 201 perdieron al menos el 5% del peso corporal, 135 al menos un 10% y 54 un 15%.
Se puede concluir por tanto que SEMA sc reflejó, en vida real, una pérdida de peso similar a la observada en los estudios previos de eficacia y un perfil de efectos secundarios similar al observado en los ensayos controlados aleatorizados.
Fátima,
ResponderEliminarInteresante comentario de éste trabajo de Alabduljabbar K et al (creo que el primero publicado, salvo alguna comunicación al pasado EASD) sobre el comportamiento en el mundo real de los análogos del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (arGLP-1) y sobre todo de la semaglutida (SEMA), fármaco que con su presentación de 2,4 mg (Wegovy ®) se ha convertido en un fármaco estrella en la actualidad.
La SEMA 2,4 mg en el programa STEP, entre 68 -104 semanas, generó reducciones de entre el 9,6 y el 14,9% pero en condiciones controladas, o sea dieta y ejercicio; quiere decir esto que el grupo placebo tambien redujo su peso, así en el STEP 3 llegó a un -5,7% con el placebo y dieta hipocalórica (1200-1800 kcal/día). Sin embargo, en este caso, en este “mundo real” no se detalla que hicieron los pacientes, cuando la indicación del producto es “como complemento a una dieta baja en calorías y un aumento de la actividad física para el control de peso”. De ahí que de los resultados a los 6 meses, de los 224 que permanecieron en el seguimiento en los que el 60% perdió al menos un 10% del peso y un 90% un 5%, ¿Cuánto realmente se debió al fármaco en cuestión?
Otra diferencia con los ECA ad hoc, es que en el IMC medio al inicio de los participantes del programa STEP fue de 37,7 kg/m2 frente a 40,7 kg/m² de la “vida real”, y que la DM2 fue un criterio de exclusión en STEP 1, 3, 4, y 5, cuando en éste el 7,7% tenían dicho diagnóstico. Y, que el 72% de los participantes eran mujeres en el STEP, que ya sorprendió en su día, frente a 80,3% “ de la vida real”…Las dosis por su parte tampoco fueron comparables pues ninguno alcanzó la dosis de 2,4 mg, y los resultados se refieren a 1 mg (225 -79,2%-), al parecer.
Los resultados siendo significativos no acabo de ver que sean comparables como así se concluye.
Con todo, muy buen comentario. Felicidades.
Mateu Seguí Díaz
Redactor del Blog de la redGDPS