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3 de agosto de 2016

Entornos vecinales más transitables se asocian con menos obesidad y diabetes

Entornos vecinales más transitables se asocian con menos obesidad y diabetes

La encuesta del  National Health and Nutrition  National  Examination Survey (NHANES) estimó que el 69% de los adultos de EEUU tenían sobrepeso u obesidad en los años 2011-12, entre los cuales el 35% cumplirían los criterios de obesidad. Una situación que ha ido empeorando desde los años 70 en alrededor de un 15%. De la misma forma, la diabetes (DM) ha pasado del 4% en el 1990 al 8,3% en el 2012 en dicho país. Esta tendencia no ha sido distinta en el resto de países occidentales.
Los esfuerzos de los planificadores sanitarios por diseñar ciudades saludables que permitan controlar esta tendencia mediante fomentar el ejercicio físico y reducir el sedentarismo no han sido suficientemente evaluados. Y es que en la actualidad las distancias entre el lugar de trabajo y el lugar de residencia se han ido alargado de tal modo que se ha hecho cada vez más indispensable la utilización de los vehículos a motor en detrimento del caminar o la utilización de la bicicleta.
No existen estudios prospectivos que estudien la relación entre vivir en entornos más transitables o  capaces de fomentar el ejercicio físico y la obesidad y la DM. 

El objetivo primario de este estudio es el de examinar si vivir en entornos urbanos más transitables, más peatonales, frente a entornos con menor capacidad,  se asocia con menores tasas de sobrepeso, obesidad o DM y si estos patrones se relacionan con opciones de transporte dentro de dicho entorno.
Se trata de un análisis temporal entre 2001-2012 utilizando el anuario provincial de cuidados de la salud (n= alrededor de 3 millones de personas por año) y la encuesta bienal del  Canadian Community Health Survey (n= alrededor de 5.500 individuos por ciclo) sobre adultos entre 30-64 años que vivían en ciudades del sureste de Ontario (Canadá). El instrumento para medir la peatonalidad del entorno que se utilizó fue un índice validado, estandarizado en una puntuación entre 0 y 100, en donde más puntuación se relacionaba con mayor peatonalidad y menos puntuación con menor. Los entornos urbanos se distribuyeron por quintiles desde el de menor peatonalidad (quintil 1º) al de mayor puntuación (quintil 5º). Se calculó la prevalencia anual de sobrepeso y obesidad y la incidencia de DM, ajustado por edad, sexo, ingresos económicos por área y raza.
Entre los 8.777 entornos vecinales que se introdujeron en el estudio, el índice de peatonalidad media fue de 16,8 yendo desde el 10,1 en el quintil 1º a 35,2 en el quintil 5º. Las características residenciales fueron parecidas entre todos los entornos vecinales, sin embargo, las tasas de pobreza fueron más altas en áreas de alta frente a baja peatonalización.
En el 2001 la prevalencia ajustada de sobrepeso y obesidad fue más baja en el 5º quintil en comparación con el 1º quintil (43,3 frente a 53,5%; P inferior a  0,001). Entre el 2001 y el 2012 la prevalencia se incrementó en entornos vecinales menos peatonales, cambio absoluto del  5,4% (IC 95% 2,1-8,8%) en el quintil 1º , del 6,7% (IC 95% 2,3-11,1%) en el quintil 2º, y del 9,2% ( IC 95% 6,2-12,1%) en el quintil 3º. Si bien es cierto que la prevalencia de sobrepeso y obesidad no cambió significativamente en áreas de alta peatonalización 2,8% (IC 95% −1,4 a  7,0%) en el quintil 4º   y del 2,1% (IC 95% −1,4 a 5,5%] en el quintil 5º.
En el 2001 la incidencia ajustada de DM fue más baja en el quintil 5º que en otros quintiles y se redujo hasta el 2012 del 7,7 al 6,2 por 1000 personas en el quintil 5º, el cambio absoluto fue de  −1,5 (IC 95% −2,6 a −0,4) y del 87 al 7,6 en el quintil 4º, con un cambio absoluto de −1,1 (IC 95% −2,2 a  −0,05). Por otro lado, la incidencia de DM no cambió significativamente en áreas con menos peatonalidad, así el cambio fue del -0,65 en el quintil 1º (IC 95% −1,65 a 0,39), de -0,5 en el quintil 2º (IC 95%  −1,5 a 0,5) y de −0,9 en el quintil 3º  (IC 95%  −1,9 a 0,02).
Las tasas de paseo caminando o en bicicleta y la utilización del transporte público fueron más altas, al tiempo que la utilización del coche más bajas, en el quintil 5º frente al quintil 1º en cada momento, aunque las frecuencias de pasear a pie o en bicicleta se incrementaran levemente desde el 2001 al 2011 en las áreas de alta peatonalidad.
La actividad física al aire libre, la dieta y el hábito tabáquico no variaron con la capacidad de caminar (P superior a  0,05 para el quintil 1º frente al quintil 5º para cada resultado) y fueron estables en el tiempo.
Concluyen que en Ontario (Canadá) una alta peatonalización o posibilidad de paseo en los barrios se asoció con una disminución de la prevalencia del sobrepeso y de la obesidad y de la incidencia de DM entre el 2001 y el 2012.
Sin embargo, estas conclusiones están expuestas a los defectos de ser datos ecológicos y de que las evidencias encontradas de que entornos más transitables se asocien con un aumento de la actividad física son limitadas. Por ello, se precisan más estudios sobre el particular.



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