COVID-19: Más sobre los inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona y la COVID-19
El tema de los inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS) y la infección por el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo)-CoV-2 (en adelante COVID-19) no acaba de finalizar, pues se siguen publicando revisiones de la evidencia.
Sabemos que los pacientes que clínicamente padecen la COVID-19 tienen mayor edad, enfermedades cardiovasculares (ECV), diabetes (DM) e hipertensión arterial (HTA) y esto les incrementa el riesgo de hospitalización, ingreso en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) y de fallecimientos.
El común denominador de esta situación es la mayor proporción de unos receptores que utiliza el virus de la COVID-19 para introducirse en las células, los conocidos como ACE2 (Angiotensin-converting enzyme 2) unas aminopeptidasa transmembrana tipo 1 se encuentran en las superficies celulares de sistema gastrointestinal, corazón, riñones, vasos sanguíneos y en las células de los pulmones. Estos receptores son capaces de convertir la angiotensina 1 a partir de la angiotensina 2. Esta produce vasoconstricción , efectos proinflamatorios, profibróticos, al contrario que la angiotensina 1 tendría efectos antifibróticos, antiproliferativos, vasodilatadores, diuréticos y efectos natriuréticos.
Por tanto el eje ACE2-angiotensina sería protector de la insuficiencia cardíaca (IC), la arritmia, la trombosis, la hipertrofia miocárdica y la disfución vascular.
Las conocidas como proteína S (spike protein, S-protein) es fundamental en la cubierta del virus para introducirse en las células, replicarse y transmitirse de célula a célula.
De ahí que el incremento de la expresión de los receptores ACE2 aumentaría el riesgo de infección del COVID-19 en los pulmones y otros tejidos.
Los RAAS que utilizamos son los inhibidores de la enzima conversora de la angiotensina (IECA) que afectaría parcialmente a la produción de angiotensina II (40%) y los antagonistas de los receptores de la angiotensina II (ARAII) bloquean la acción de ésta en el receptor.
Con todo, faltan estudios que detallen los efectos de ambos la expresión de dicho receptor a nivel pulmonar.
Y ya vimos el estudio de Mehta N et al publicado en JAMA Cardiol sobre 18.472 pacientes con una edad media de 49 años, y según un análisis por ponderación de puntuación no se demostró una asociación significativa entre los individuos que tomaban IECA o los ARAII y la probabilidad de positividad del COVID-19, la tasa de riesgo aleatoria odds ratio (OR) fue de 0,97 (IC 95% 0,81-1,15).
Otro estudio, el de Mehra MR et al publicado en N Engl J Med en población de 8.910 pacientes con COVID en la ciudad de Boston tras hacerse eco de que la muerte hospitalaria se daría mayormente en una edad superior a los 65 años y la presencia de enfermedad cardiovascular (ECV) subyacente, no encontraron un mayor riesgo asociado a la utilización de IECA (2,1% frente a 6,1%; odds ratio -OR- 0,33; IC 95% 0,20 a 0,54) o ARAII (6,8% frente a 5,7%; OR 1,23; IC 95% 0,87 a 1,74). Así como de las estatinas (OR 0,35).
Otros estudios como el de Mancia et al en Italia sobre 6.272 pacientes con COVID+ frente a 30.759 controles tanto la utilización de los IECA como de los ARAII no estuvo asociado con mayor riesgo de infección por COVID-19, el OR 0,95 (IC 95% 0,86 a 1,05) o una evolución grave de la enfermedad OR 0,83 (IC 95% 0,63 a 1,10) para ARAII y de 0,91 (IC 95% 0,69 a 1,21) para IECA.
El estudio de Reynolds HR et al, por su parte, en individuos COVID + y tambien utilizando un sistema por ponderación de puntuación en una población 12.954 personas de las cuales 5.894 (46,8%) eran positivos, no se encontraron asociación entre la medicación antihipertensiva y el incremento de positividad del COVID-19 ni en la evolución adversa de la enfermedad.
Se concluye que al margen de las explicaciones fisiopatológicas de los receptores ACE2 la utilización de los RAAS no modifica ni a favor (efectos de protección del pulmón) ni en contra (contagio y evolución) la enfermedad por la COVID-19. Esto ha hecho que varias sociedades científicas se hayan pronunciado en contra de modificar o suprimir la utilización de estos fármacos antihipertensivos. Con todo y así, los autores apuestan por hacer estudios de mayor calado que aporten más evidencias al respecto.
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