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2 de junio de 2010

Definitivamente, ¡dejar “Descansar en paz” al Síndrome Metabólico!

Definitivamente, ¡dejar “Descansar en paz” al Síndrome Metabólico!

Un artículo de consenso al más alto nivel con la garantía de la OMS sobre la utilidad de mantener el concepto del Síndrome Metabólico (SM).
El síndrome metabólico no es más que un concepto con valor predictivo de una futura diabetes y de aumento de riesgo cardiovascular (RCV), basado en una teoría fisiopatológica que relaciona ambos hechos. La agrupación de varios factores con la diabetes 2 (DM2) y la enfermedad cardiovascular (ECV) eran conocidos desde hace más de 80 años, pero no fue hasta que el Dr Reaven propuso una teoría convincente en base a la resistencia a la insulina que relacionaba ambos conceptos que se sugirió dicho síndrome. Factores como la hipertensión arterial, el HDL-colesterol, los triglicéridos y la tolerancia a la glucosa. A partir de entonces un buen número de definiciones ad hoc han sido propuestas, la OMS, la del National Cholesterol Education Program Adult Treatment Panel III (ATP III) , la del European Group for the Study of Insulin Resistance, o más recientemente la del International Diabetes Federation (IDF). Cada una de ellas muestran un orden de importancia de los factores distinto con la inclusión de la obesidad central; medido recientemente mediante el perímetro abdominal y consensuado entre la IDF y la nueva definición del ATP III.
La utilidad de este concepto es que tiene que ver con una teoría explicativa que uniría distintos factores con una base fisiopatológica, que pueden hacerse estudios epidemiológicos y compararse entre países, y que puede utilizarse como una herramienta predictiva de futuras complicaciones con la consiguiente posibilidad de actuar en salud pública. Sin embargo, existen críticas por falta de acuerdo sobre el mecanismo fisiopatológico, el distinto riesgo de los factores que lo integran y la repercusión (puntos de corte) dependiendo las distintas poblaciones. También la dicotomización de los FR, su riesgo relativo o absoluto, los distintos valores predictivos y la inclusión de individuos con DM2 o ECV, y la omisión de otros FR predictores de DM2 o de ECV. Y es que la patogénesis de la agrupación de todos estos factores no queda claro y no se acepta una causa subyacente única, aunque la insulinresistencia y la obesidad central tenga un papel fundamental. Otros factores apuntados estarían relacionados con el sistema inmunológico, desórdenes en el eje hipotálamo-pituito-adrenal, acción de los glucocorticoides, el estres crónico con activación de citoquinas, y otras hormonas relacionadas con los adipocitos. El papel de la etapa prenatal o la infancia y la contribución de diversos genes según los grupos étnicos, y los estilos de vida, que dan como resultado amplias variaciones en las prevalencias según los países y zonas. La relación entre el SM y la esteatohepatitis no alcohólica, la apnea del sueño o el cáncer..
Por ello, concluyen que en ausencia de un mecanismo unívoco las definiciones del SM son todas ellas provisionales. Su relación con el riesgo cardiovascular es más bien modesta y tiene nulo valor predictivo, todo lo contrario que su relación con el desarrollo de la DM2. Aún así, no incluye factores predictivos de RCV y diabetes, tal es el caso de la edad, sexo, historia familiar, estatus socioeconómico, grupo étnico, actividad...y sus valores se muestran e riesgo relativo (RR) mucho menos relevante que el riesgo absoluto (RA). Además, existen 16 maneras de diagnosticar el SM con la definición de la ATP III, y 11 con la del IDF, la definición de obesidad mediante el perímetro abdominal exige distintos puntos de corte según las razas... En fin, demasiados inconvenientes para un “estado premórbido”, una teoría explicativa para un modelo fisiopatológico; una “disease mongering” en suma, que ha permitido una gran parafernalia científica y farmacológica. Y al final, por lo que parece no fue más que humo...El interesante editorial que le acompaña acaba de finiquitar el concepto del SM como una herramienta útil en la práctica clínica. “Our best wishes for the ‘metabolic syndrome’ therefore should be: Rest in peace!”
Alberti HG,Gale AM, Colagiuri, Tuomilehto J, Qiao Q, Ramachandran A, Tajima N , Brajkovich Mirchov, Ben-Nakhi, Reaven G, Hama Sambo B, Mendis S, Roglic G, Simmons RK. The metabolic syndrome: useful concept or clinical tool? Report of a WHO Expert Consultation
Diabetologia. 2010 Apr;53(4):600-5


Borch-Johnsen K, Wareham N The rise and fall of the metabolic syndrome
Diabetologia. 2010 Apr;53(4):597-9

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